SOCIEDAD › NADO 24 DIAS DESDE PUERTO IGUAZU A BUENOS AIRES

Un esloveno por el río Paraná

El campeón mundial Martin Strel llegó a Puerto Madero tras nadar a través de cuatro provincias a lo largo de 1929 kilómetros.

 Por Andrés Osojnik

A la hora del postre en día feriado, los comensales de Puerto Madero podrían creer que el hombre se había caído al agua y que la Prefectura estaba intentando salvarlo. Pero no. Se trataba de un nadador, y no acababa de tirarse al río: lo había hecho 24 días y 1929 kilómetros antes. El que daba las últimas brazadas de su nueva hazaña era el esloveno Martin Strel, que se convirtió en el primero en nadar el curso del Paraná desde Puerto Iguazú hasta Buenos Aires. Al salir, el triple campeón mundial de natación en aguas abiertas desplegó las banderas argentina y eslovena: “Nado por la paz y por la amistad entre los países”, explicó a Página/12 para justificar su compulsión al deporte extremo con el que ya se anotó varios records.
A los 49 años, Strel incorporó su flamante proeza por estas playas después de desplegar sus condiciones de nadador en varias partes del mundo. Pese a ser músico –estudió para ser guitarrista–, desde 1978 se dedica profesionalmente a nadar cuanto río importante encuentre. El año pasado logró el record absoluto de nado maratónico al recorrer a brazada limpia los 3797 kilómetros del río Mississippi, en Estados Unidos. El proyecto se denominó De ojo a ojo, tardó 68 días y la hazaña ya figura en el Libro Guinness.
Antes, en 2000, ya había nadado de punta a punta el Danubio: exactamente 3004 kilómetros. En ese mismo río, al año siguiente, batió el record mundial de nado ininterrumpido: braceó un total de 504,5 kilómetros, sin parar, durante 84 horas y 10 minutos.
Esta es la tercera vez que llegó a la Argentina. “Ya estuve nadando en el Paraná 24 años atrás –le contó a este diario–. Y este año estuve en febrero para preparar el proyecto Paraná 2003.” Para el nuevo emprendimiento le hizo de soporte un grupo de la comunidad eslovena local y la Prefectura le brindó apoyo naval. “Nadé hasta once o doce horas por día y en algunas ocasiones hasta 120 kilómetros seguidos. Fue arduo. El Paraná no es un río fácil, pero valió la pena”, explicó entre eufórico y exhausto luego de su llegada al Yacht Club de Puerto Madero.
Strel había salido el 15 de noviembre de Puerto Iguazú, en la frontera con Paraguay y Brasil, por el río Iguazú hasta la desembocadura en el Paraná. El nado total fue repartido en 23 etapas, siempre acompañado por un equipo que se ocupaba de la comida, el control médico y todo el resto de la logística. Atravesó las provincias de Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Buenos Aires. Descansó, entre otros, en los puertos de Posadas, Corrientes, Rosario, San Nicolás y Tigre. A esta última ciudad había llegado el domingo después de nadar 62 kilómetros seguidos desde Zárate, durante 12 horas. La llegada a Tigre fue demorada por el gran tráfico fluvial turístico del fin de semana largo.
Finalmente, ayer a la mañana se largó a recorrer los 31 kilómetros que lo separaban de Puerto Madero. Hasta llegar al Río de la Plata, la corriente lo arrastraba de vuelta al canal y no pudo superar los dos kilómetros por hora. Pero una vez allí, el nado fue como en una pileta. De todos modos, Strel tenía motivos para apurarse: la información fluvial indicaba que, a partir de las 15, la marea le jugaría con la corriente en contra. Pese a la lluvia constante, no hubo vientos. Y a las 16.20, el maratonista llegó al Yacht Club. “El proyecto Paraná fue hasta ahora la misión más difícil, sobre todo por el clima extremadamente cambiante e impredecible”, explicó.
En Puerto Madero, los paseantes se sorprendieron con una recepción de bienvenida al Aquamán esloveno: estaba el embajador de ese país, Bojan Grobovsek, autoridades de Prefectura y del Ejército.
En este maratón, Strel recorrió en promedio unos 9 y 10 kilómetros por hora, para lo cual necesitaba dar 60 brazadas por minuto. La explicación a esas condiciones es el entrenamiento duro y permanente. Strel se entrena 720 veces por año: 420 son en río, pileta o mar, 100 son de caminatas en montañas, 100 practicando deportes sobre esquíes y 100 de gimnasia aeróbica. Todo, en cuatro horas de mañana y otras cuatro por la tarde. Strel posee un ritmo cardíaco de 43 pulsaciones por minuto en reposo y puede llegar a bajarlas a 25, con la oxigenación de los pulmones.
Ahora, luego de concluir el proyecto Paraná, el maratonista ya piensa en su nuevo reto: “En junio del año próximo voy a nadar por el Yang Tse Kiang, en China”, anunció ayer. Son 4600 kilómetros del impetuoso río Azul, el tercero más grande del mundo y del que depende la vida de 180 millones de personas. El proyecto es una invitación especial del gobierno de ese país.
“Nado por la paz, la amistad y las aguas limpias”, explica cuando se le pregunta por el motivo de su ambición fluvial. El fanatismo por el agua lo llevó a que se fundara hasta un club de fans: el Martin’s Club, que tiene hasta una sede en su país. El hombre parece predestinado: el pueblo esloveno donde nació se llama Mokronog, que se podría traducir al castellano como “de piernas mojadas”.

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La llegada de Martin Strel, con banderas argentina y eslovena.
 
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