SOCIEDAD › LIBERARON AL HERMANO DE RIQUELME TRAS EL PAGO DE UN RESCATE

Final feliz para un día de terror

Cristian Riquelme fue liberado de madrugada, después de que los secuestradores recibieran 160.000 dólares en billetes marcados. Aunque la policía quedó fuera de la negociación, tienen datos sobre los lugares de donde se hicieron los llamados.

Como cuando viste la camiseta xeneize, Juan Román Riquelme mantuvo casi todo bajo control: él mismo negoció con los secuestradores la liberación de su hermano, Cristian, que estuvo cautivo durante 29 horas y fue liberado sano y salvo en la madrugada de ayer, tras el pago de 160.000 dólares, en billetes convenientemente marcados. Afuera de ese partido quedaron los policías de la DDI de San Isidro y el juez federal Roberto Marquevich, que siguieron el trámite por simple prevención, a través de las intervenciones telefónicas, porque Román levantó la cabeza, pero decidió, esta vez, no tirar ningún pase. De todas formas, los investigadores no están del todo perdidos: investigan a dos personas, propietarias de los celulares desde donde se hicieron llamados al teléfono particular del jugador de Boca y localizaron una casa desde donde también se comunicaron los secuestradores.
Cristian Riquelme, de 18 años, fue liberado por sus captores alrededor de las 4 de la mañana, a dos cuadras de la estación Ramos Mejía. Una hora antes se había pagado el rescate en un lugar oscuro de la localidad de Boulogne, en el Gran Buenos Aires. Fue un chico de unos 18 años el que levantó el dinero, que había dejado un amigo de Cristian, acompañado por un policía de civil. “No lo detuvimos porque no tenía sentido. A esos los mandan y si los apresamos perdemos a los secuestradores y al secuestrado”, argumentó ante este diario un funcionario directamente vinculado con la investigación.
El juez federal de San Isidro, Roberto Marquevich, le tomó ayer declaración indagatoria a dos personas que habían sido detenidas a última hora del miércoles. Anoche les dictó una falta de mérito y los dejó en libertad. “Eso no quiere decir que estén sobreseídos: se los seguirá investigando porque tienen alguna vinculación con la causa: desde sus celulares se hicieron dos llamadas y se recibieron otras dos, de las realizadas durante la negociación”, dijo a este diario una fuente de la causa.
La misma fuente confirmó que fue Román en persona, en su casa y desde su celular, el que comandó la negociación, en compañía de su representante, Marcos Franchi. Recibió en total siete llamadas y realizó una cantidad no precisada, por indicación de los investigadores, que intervinieron aunque la familia, en ningún momento, hizo la denuncia. Seis de las llamadas fueron realizadas desde teléfonos públicos, una de ellas desde Sarandí. Pero la restante –la última, realizada alrededor de las 22 del miércoles– fue efectuada, curiosamente, desde una casa de la localidad de Boulogne, con característica 4710. “Cuando llegamos no había nadie. Los dueños de la casa estaban de vacaciones en Tandil”, dijo una fuente a este diario.
Los investigadores trabajan sobre dos hipótesis. Una de ellas adjudica el secuestro a un desprendimiento de la banda que raptó al empresario Abraham Awada, con epicentro en el partido de San Martín. Dos de los autores de ese secuestro están detenidos, pero la banda no fue totalmente desbaratada. La otra hipótesis se sitúa en el entorno de la familia Riquelme, especialmente en el pub, propiedad de Riquelme padre y del propio Cristian, la víctima de esta historia. El lugar, ubicado sobre la ruta Panamericana, es frecuentado por personajes no demasiado apegados a lo legal. Tampoco descartan, en cualquiera de los dos casos, que el secuestro se hubiera producido en una “zona liberada” por la seccional de Don Torcuato, cuyo personal –o parte de él– está sospechado de actuar en ejecuciones de jóvenes de la zona, según admitió una fuente.
Una cosa es segura. “Los secuestradores no eran conocidos de la víctima, porque si no, directamente, lo hubiesen matado”, conjeturó el comisario Aníbal De Gastaldi, jefe de la Departamental de Investigaciones de San Isidro.
Cristian Riquelme es uno de los nueve hermanos de Román y juega en la cuarta división del Club Platense. Había sido secuestrado el martes a la noche, cuando se encontraba junto con tres amigos, en la puerta de un comercio, a unas cuadras de su casa, en Don Torcuato. Un grupo de entretres y cinco hombres llegó en un Peugeot, se detuvo, y dos de los ocupantes bajaron al grito de “Vamos, todos al piso”. Le miraron la cara uno por uno y cuando reconocieron al hermano de Román le dijeron: “Vos vení con nosotros”.
Los secuestradores se comunicaron directamente con Román, que estaba en la concentración junto a sus compañeros de Boca Juniors. El jugador abandonó el lugar de inmediato y fue hasta su casa, desde donde comandó la negociación. Ya desde el primer llamado se supo que los secuestradores pedían 300 mil dólares como rescate.
La negociación se prolongó durante 24 horas, tras lo cual se arribó a la cifra final: 160.000 dólares. Román reunió rápidamente los billetes que, como ocurre en estos casos, se marcaron antes de ser entregados. Poco después, el chico fue liberado. “Date vuelta y andá”, le dijeron los secuestradores, después de sacarle la capucha y bajarlo del auto, en una plaza de Ramos Mejía. Desde allí, Cristian fue hasta una pizzería y llamó a su familia desde un teléfono público, para que lo fueran a buscar. “Lo trataron bien, no está lastimado –dijo su representante, Carlos Ruffo–. Está ansioso por ir mañana (por hoy) al entrenamiento”. Después de todo, lo que más quiere es jugar.

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La casa de Juan Román Riquelme: desde allí se condujeron las negociaciones con los secuestradores.
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