SOCIEDAD

“El sismo de Asia hizo temblar a todo el planeta”

Página/12
en Francia

Desde París

 Por Eduardo Febbro

Los científicos franceses explican que el terremoto que provocó el devastador maremoto que azotó a ocho países de Asia, es el resultado de un proceso acumulado durante 85 millones de años. Paul Tapponier, director del laboratorio de tectónica en el Instituto de Geofísica del Globo de París, aclara que el paso de la placa tectónica oceánica indo-australiana debajo de la placa continental provoca choques gigantescos. Según el científico francés, el registrado el domingo pasado no sólo “modificó” la geografía en torno de la isla Indonesia de Sumatra, también “hizo temblar al conjunto del planeta”. Los expertos calculan que la amplitud y la duración de la sacudida –3 minutos y 20 segundos– desplazó las costas de unos 20 metros a lo largo de 40 kilómetros. Paul Topponier recuerda que el 21 de noviembre pasado, un sismo de una magnitud de 6,3 afectó la isla de Guadalupe y que ese fenómeno desplazó el fondo del océano unos diez centímetros. “En este caso, estamos frente a un sismo mil veces más potente. Por consiguiente, una catástrofe semejante irradia energía suficiente como para transmitirle impulsos a la tierra. Los terremotos como éstos colocan a la tierra en resonancia, como una campana. El impulso mecánico es tal que la hacen vibrar en el mismo eje”.
A pesar de que la región ha sido objeto de numerosos estudios financiados por la comunidad internacional con el fin de conocer mejor el archipiélago indonesio, sus numerosos volcanes y su peligrosa y constante actividad sísmica, no existe sistema de alerta o de vigilancia de los tsunamis. Los países de la zona no cuentan ni siquiera con un organismo habilitado para recibir las alertas provenientes de otros institutos del mundo. Hoy se sabe que entre el sismo que sacudió a Sumatra y el despliegue del tsunami transcurrieron “por lo menos tres horas, durante las cuales hubiese sido perfectamente posible salvar numerosas vidas humanas”, según afirma con amargura un reputado especialista del Viejo Continente. Georges Pararas Carayanis, ex director del Centro Internacional de Información de los tsunamis, constata que “en esa zona del mundo no existe ninguna coordinación internacional ni tampoco infraestructuras de alerta. Con todo, nadie debe sorprenderse por lo ocurrido. El pasado 24 de diciembre se produjo un terremoto de magnitud 8,1. Ello debió ser suficiente para que las autoridades se pusieran en estado de alerta. Pero el problema radica en que falta voluntad política en los países afectados y una coordinación internacional concreta”. Carayanis también pone de relieve que si hubiese existido un mínimo de coordinación, la alerta habría ahorrado muchas vidas, incluso si las poblaciones costeras no hubiesen podido ser salvadas a tiempo.
Queda, en el fondo, la pregunta que todos se hacen: en qué medida las poblaciones expuestas a los maremotos pueden ser protegidas del fenómeno una vez que éste se desencadena. La respuesta que aporta Georges Pararas Carayanis es contundente: “Es perfectamente posible siempre y cuando se evite arrancar de cuajo los obstáculos naturales que operan como atenuadores de la fuerza de las olas y los proyectiles”. El especialista recuerda que “los tsunamis acarrean muchos objetos que son más peligrosos que el agua misma. Por ejemplo, los mangroves, muchos de los cuales fueron arrancados para construir complejos turísticos, son elementos protectores. En las zonas costeras también es viable construir plataformas elevadas donde la población pueda refugiarse en caso de alerta roja. Pero los hombres tienen la memoria corta. Siempre esperan que ocurran catástrofes como la del domingo para actuar”.
Los científicos insisten no obstante en que el elemento central de la protección es el imperativo de las estructuras de alerta. Este se hace tanto más urgente cuanto que, según Mohamed Chilieh, especialista de la tectónica Indonesia y colaborador en el Instituto de Geofísica del Globo en París, “hay un gran riesgo de que se produzca en el futuro un sismo de una magnitud de 8,7 en medio de Sumatra, en el mismo lugar donde se produjo el terremoto de 1833”. El otro factor clave exigido por los científicos es la capacitación de las poblaciones. Para ello se muestra el ejemplo de Japón y Hawaii, donde, afirma Georges Pararas Carayanis, “cualquier escolar de las regiones costeras sabe qué debe hacer en caso de peligro. Educar a las poblaciones y a las autoridades es una de las mejores maneras de proteger sus vidas”. Basta con prestar atención al análisis que hace Paul Tapponier para tomar conciencia del impacto que los terremotos tienen en el medio ambiente humano: “La acumulación de sismos construye todos los relieves de la tierra. Ellos son los grandes arquitectos de nuestro paisaje”.

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Un budista observa cadáveres en Khao Lak, Tailandia.
 
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