SOCIEDAD › PARA MEDIR LA FERTILIDAD MASCULINA EN LA PROPIA CASA

Un test para tener a mano

“Querida, ¿no me darías una manito para hacerme el test?”, le dice el caballero británico a su señora. Ella acepta porque, desde ayer, está a la venta en ese país el primer kit para evaluar la fertilidad masculina en la propia casa. El interesado, luego de producir la muestra mediante el más tradicional de los métodos, la coloca en el aparatito, que mide la movilidad de los espermatozoides y su capacidad para pasar por una barrera que simula el cuello del útero. Una hora después, el visor del dispositivo mostrará una línea roja –si el resultado fue positivo– o azul –en cuyo caso, habrá que consultar a un especialista–. El método podría contribuir a detectar más precozmente problemas de fertilidad en el hombre, al permitir que el análisis inicial se efectúe en condiciones más amigables que las brindadas por los laboratorios. El 40 por ciento de los casos de infertilidad proviene de problemas en el varón y se estima que el diez por ciento de la población masculina es estéril. La cantidad de espermatozoides en el varón occidental decrece desde hace décadas, sin que se haya podido establecer por qué; se lo atribuye a tóxicos ambientales.

El test, denominado Fertell, fue desarrollado por investigadores de la Universidad de Birmingham en colaboración con la compañía británica Genosis. Utiliza un pequeño cilindro de base ancha con un huequito donde se coloca el semen; los espermatozoides nadan a través de una barrera artificial que imita el cérvix femenino. El dispositivo mide la cantidad de células que logran pasar: si en la muestra hay un alto nivel de esperma activo, aparece una línea roja; una línea azul indica problemas de fertilidad.

“Es muy fácil de utilizar –aseguró el profesor Chris Barrat, director de la investigación–: el hombre tiene que introducir una muestra de semen en el aparato y en una hora aproximadamente sabrá si tiene suficiente esperma para fecundar un óvulo.” Barrat observó que “muchas parejas esperan un año antes de buscar asistencia médica, siendo que la edad puede tener un impacto negativo en la fertilidad; disponer de información cuanto antes es ventajoso”. Una prueba efectuada sobre 150 hombres arrojó, según los creadores del test, un 95 por ciento de resultados fiables.

Según Allan Pacey, secretario de la Sociedad Británica de Fertilidad, “este análisis es más sofisticado que los que se hacen en muchos laboratorios de hospitales, ya que examina el comportamiento de los espermatozoides bajo condiciones de experimentación, en lugar de sólo contarlos y mirar cómo se mueven”. Pacey señaló también que “a menudo los varones no concurren a los turnos para análisis de semen en hospitales, lo cual hace desperdiciar tiempo y recursos”.

No obstante, Osvaldo Mazza, profesor titular de Urología en la UBA, observó a este diario que “en la infertilidad hay que evaluar no sólo la movilidad de los espermatozoides, sino factores que van desde su morfología hasta la posibilidad de infecciones en la próstata o las vesículas seminales”. Así, el kit casero “no da exactamente un diagnóstico, pero sí una idea de si algo anda mal, a partir de lo cual la persona hará una consulta”. Mazza comentó que “para un espermograma, la muestra de semen debe entregarse no más de una hora después de su obtención; por eso muchas veces se obtiene directamente en el laboratorio, donde no existen las condiciones de intimidad más adecuadas”. De acuerdo con estimaciones internacionales, uno de cada diez varones es infértil.

Según Ester Polak, titular del Centro de Estudios en Reproducción, “el nuevo test podrá proporcionar una aproximación, pero no es categórico”; la especialista precisó que “en el 40 por ciento de los casos la infertilidad obedece a problemas en el hombre”. Sergio Pasqualini, titular del instituto Halitus, sostuvo que “el test sólo sirve para algunos casos y es simplista pensar que va a motivar la consulta precoz”.

Desde 1992, diversos estudios señalan una caída en la cantidad promedio de espermatozoides en hombres occidentales. Las causas no han podido precisarse, pero la mayoría de los expertos lo atribuye a razones ambientales, que incluyen la presencia de pesticidas en alimentos, los gases del tránsito vehicular y el humo de tabaco.

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