SOCIEDAD › RECORRE TODOS LOS DIAS UN TRAMO DE PUERTO MADERO

Tranvía con acento francés

Ayer hizo su primer viaje con pasajeros. Es el primer medio de transporte público del barrio y se planea extenderlo desde Retiro a Constitución. Pasa cada 20 minutos y el viaje cuesta un peso.

 Por Carlos Rodríguez

El vehículo es de color amarillo, pero no es un submarino, aunque –por la cercanía– parece haber emergido del Río de la Plata. Es un tranvía, pero Rodolfo (61 años), que espera paciente en la estación Córdoba, en la zona de Puerto Madero, asegura que “cuando arranca no hace el zumbido que hacía el viejo tranway”. Se pone nostálgico y rememora su infancia, cuando en el barrio de Floresta, con su madre, tomaba “la línea 2, que después se hizo colectivo”, para viajar hasta la Plaza de Mayo, los días festivos. Rodolfo está con su nieto, Luisito (6 años), que al principio se sorprende con el tranvía que llega, pero una vez arriba, se desilusiona y le pincha el globo al abuelo: “¡Es igual que el tren!”, dice con la rotunda lógica de su edad sin anestesias. Moraleja: los grandes disfrutaron, incluso más que los chicos, el retorno del tranvía a una zona exclusiva de Buenos Aires. El servicio regular del “Tren del Este” se inauguró ayer, con pasaje gratis para todo el mundo, aunque de hoy en más cobrará un peso por persona para cubrir un trayecto de algo menos de tres kilómetros. Las vías corren en forma paralela a las avenidas Madero y Huergo, en la zona del puerto, cerca del río, desde Córdoba hasta Independencia.

“Es un servicio experimental, a prueba, para ver cómo funciona, cómo es recepcionado por el público. En los inicios, está destinado, sobre todo, al turismo, pero si las cosas funcionan bien hay planes de extenderlo, tal vez desde Retiro hasta Constitución o hasta la estación Buenos Aires”, en Barracas, explica un empleado a bordo del tranvía amarillo. Las vías están y son las mismas que hacen un largo recorrido que llega hasta el conurbano bonaerense, pasando por La Boca, Puente Alsina, donde entronca con uno de los ramales del Ferrocarril Belgrano Sur, ahora en manos del Estado, que llega hasta la localidad bonaerense de Merlo. Un grupo de trabajo de la Universidad Tecnológica Nacional, desde los tiempos de Carlos Menem, venía sustentando –entonces sin ningún éxito– la idea de mantener vivo ese servicio hasta el puerto, cuando la topadora de la privatización lo aplastaba todo y el ferrocarril era señalado como un transporte caduco.

En el proyecto que se inauguró ayer en Puerto Madero participan el gobierno nacional y el porteño, más las empresas Ferrovías, Metrovías, Alstom, que reacondicionó los trenes llegados desde Francia, y la Corporación Puerto Madero. “Es un paseo agradable, tranquilo, lejos de la locura que es Buenos Aires. Además es hermosa la vista de la ciudad, es como si estuvieras en el río, flotando.” Analía y María Victoria, dos amigas que pasaron “la barrera de los 35” (se sonríen), se subieron al tranvía, solas, sin maridos ni hijos. “Somos dos niñas, todavía”, se defienden sin que nadie las ataque. Por eso querían “andar en tranvía, aunque por lo que nos explicaron, el viaje está más cerca de la Francia actual que del viejo Buenos Aires”.

El joven guarda confirma que los trenes amarillos llegaron de un municipio francés. “Son nuevos, fueron hechos en 2005, y todavía tienen algunas señales que hablan de su procedencia”. Una máquina para acreditar los boletos dice en francés: “Merci de valider votre ticket dès la montée” (gracias por validar su ticket desde que sube). Es sólo un adorno, un toque, porque las expendedoras de boletos están en las estaciones. Si no hay tiempo para sacar el ticket, el guarda también los vende sobre el tren. Cada formación tiene capacidad para 56 pasajeros sentados y 175 parados, según el diseño original. La Secretaría de Transporte le puso un límite de 76 viajeros de pie y le agregaron asientos desplegables para llegar a los 64 pasajeros sentados.

El trayecto total del viaje se cubre en unos 12 minutos. Para en cuatro estaciones (Córdoba, Corrientes, Belgrano e Independencia), aunque también se detiene en los semáforos de todas las calles que cruzan las vías. Desde el tren se puede manejar el semáforo. En cada cruce, un prefecto colabora desde la calle para que el tránsito se haga más fluido. Dos trenes funcionan al mismo tiempo, en direcciones contrarias. Hay una sola vía en uso que se abre en dos en la estación Belgrano, donde los trenes se tienen que cruzar, en forma obligatoria. El vehículo está lejos de ser el tren bala: desarrolla una velocidad de hasta 20 kilómetros por hora.

“Es un tranvía re-moderno, nada que ver con lo que pensábamos.” Clarisa y Mónica, dos adolescentes, están muy contentas con la experiencia: “La vista de la ciudad es bárbara, bárbara”, afirman. El tranvía funcionará de lunes a sábados de 8 a 23, y los domingos y feriados de 9 a 22. La frecuencia será de veinte minutos, en cada sentido. En la inauguración, el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, dijo que la inversión para poner en marcha este proyecto fue de 46 millones de pesos. “Es una apuesta, hay que ver qué pasa. El viaje es lindo, por ahora, y lo que se espera es que, además, pueda ser útil”, explica el joven guarda.

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Para los que recuerdan el viejo tranvía, resulta muy silencioso; para los chicos es “igual al tren”.
 
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