SOCIEDAD › CENTENARES DE SEGUIDORES EN LA CLINICA

Una vigilia entre fieles y barrabravas

Cuatro chicos que viajaron desde Mendoza a dedo para ver cómo estaba “el Diego”; mujeres de rodillas rezando el Rosario; barrabravas con bombos y hasta turistas extranjeros, junto a las banderas que empapelan el frente de la clínica y carteles que expresan la devoción al “más grande”. Este era parte del improvisado escenario montado ayer en la puerta de la Clínica Suizo Argentina, donde se encuentra internado Diego Maradona en estado crítico. “Fuerza Diego, respiramos con vos”, decía uno de los tantos carteles plantados al ingreso del sanatorio para transmitir la admiración al ex capitán de la Selección. “Es el ídolo de todo aquel que lo vio gambetear, es el mejor jugador del mundo”, aseguraba Magdalena Stehl, una joven turista ecuatoriana, de paseo por el país, que corrió a la clínica para “apoyar a Diego” no bien se enteró de la noticia. Igual que ella, decenas de personas se turnaban en la vigilia para acompañar al Diez. No había distinción de país, ni de hinchada: colombianos, brasileños, chilenos, periodistas de todo el mundo, hinchas de Boca y de River esperaban una señal de los médicos o familiares para conocer la evolución del ídolo.
A la madrugada, dos curas del Servicio Sacerdotal de Urgencia que habían sido convocados quién sabe por quien, no pudieron ingresar a dar la extremaunción: la familia Maradona no los dejó ingresar.
“Hacele una de tus gambetas al mal momento y seguí jugando de taquito el partido de la vida.” El mensaje, juego de palabras futboleras, reflejaba el sentimiento desplegado en la puerta de la maternidad. Al punto que un grupo de mujeres de la “Legión de María” se arrodillaron, rosario en mano, para rezarlo una y otra vez. “Vamos a darle una mano por la gente que lo necesita, porque así lo sentimos”, señaló María Luján, una mujer de 58 años que siempre va con su grupo “a rezarle a los famosos” que están en problemas. “Lo hacemos por todo aquel que lo necesita”, manifestó Esther, otra de las mujeres. En la pared de la clínica tampoco faltaban estampitas de vírgenes y santos.
Los hinchas, que no se cansaron de cantarle a Diego durante toda la tarde, hicieron llegar al cuarto piso una réplica del Gauchito Gil. Para asegurarse que ese santo profano estaba custodiando al ex delantero, los fanáticos exigieron que la imagen sea exhibida desde el cuarto piso, donde se encuentra Maradona. Recién cuando la vieron asomarse se quedaron en paz.
La idolatría en su máxima expresión estuvo representada por cuatro mendocinos pertenecientes a la “Iglesia Maradoniana” que viajaron a dedo desde su provincia hasta la puerta de la Suizo Argentina para acompañar “al más grande del mundo”. Los jóvenes, que se mostraron confiados en la recuperación de Diego, podían hasta repetir de memoria los 10 mandamientos del culto maradoniano, creado en Argentina para expresar la devoción al ídolo. Según los adeptos, que consideran que ésta es la era D.D. (después de Diego), en el mundo existen unas 20.000 personas que se sumaron a esta suerte de secta futbolera. Para ellos, como para tantos otros, Maradona es Dios.
La santificación del ídolo también se vio reflejada en los carteles: “Diego siempre vivirás, Dios no quiere competencia”, señalaba uno de ellos. Otros desplegaban un abanico de creatividad: “Fuerza D10s”; “Remontá tu vuelo una vez más”; “Que la magia hoy esté de tu lado”, rezaban sólo algunos de ellos.
Las decenas de periodistas y fanáticos que acompañaban la guardia desde la puerta de la clínica provienen de todas partes del país y también del mundo. Cámaras de la televisión española, chilena y brasileña, y periódicos de países europeos y latinos estaban a la caza de información sobre la salud del jugador. Tampoco faltaban turistas ansiosos por una novedad, ni curiosos que, sin ser fanáticos, se tentados por la muchedumbre.
La diversidad de carteles era notoria: estaban aquellos escritos por fanáticos de Boca, pero también había otros que se habían animado a dibujar el escudo de River. “Hoy, a pesar de las diferencias, estamos todos con vos”, decía uno de ellos. Entre las firmas de los carteles se identificaban santacruceños, pampeanos, peruanos, dominicanos, tucumanos, correntinos y rionegrinos, entre otros.
Entre los hinchas, no faltaron los integrantes de La 12, los barrabravas de Boca que, bombo en mano, cantaban para alentar la vida del ídolo. “Diego, querido, el pueblo está contigo”, recitaban. Los cánticos debieron bajar en intensidad después de las quejas de los familiares de otros internados. El “Negro” Pablo, un integrante de la 12, no desaprovechó la oportunidad para negociar con los encargados de seguridad de la clínica: “Para calmar a los muchachos hay que decirles algo, contarles cómo está el Diego, y para eso debería entrar a hablar con Carlos”. El informante buscado era Carlos Tevez, actual 10 de Boca, que se encontraba dentro de las clínica, acompañando a la familia de Diego. El barrabrava, que estuvo preso después del enfrentamiento entre las hinchadas de Boca y Chacarita, logró su cometido. Todo indicaba que hasta la puerta de la clínica llegaría el resto de La 12, pero la familia de Maradona se opuso.
El operativo de seguridad estaba preparado. Varios policías estaban plantados al ingreso del sanatorio. Pero Walter, miembro de una asociación de lucha contra las adicciones, logró llegar hasta los ascensores, donde lo paró el personal de seguridad. “Sólo quería saludar a la familia, porque Diego siempre nos ayudó mucho. El sabe por lo que nosotros pasamos.”
Informe: Maricel Seeger.

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