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Domingo, 20 de abril de 2008

LA CONCENTRACION DE LA TIERRA

Latifundios y pools de siembra

El control de campos mediante la propiedad o el arrendamiento en pocas manos constituye el rasgo característico de la actual actividad agrícola.

 Por Pablo Benchimol

Un trabajo de Eduardo Azcuy Ameghino, investigador del Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios de la Facultad de Ciencias Económicas, destaca que la renta de la tierra en Argentina ronda los 8000 millones de dólares para la campaña 2006/2007. Los datos oficiales del último Censo Nacional Agropecuario de 2002 son contundentes sobre la propiedad de la tierra. El número de explotaciones agropecuarias (EAPs) cayó un 21 por ciento en el período intercensal, pasando de 421 mil en 1988 a 333 mil en 2002. El fenómeno es más agudo en la Región Pampeana, donde la baja de EAPs fue de 29 por ciento para el mismo período.

La contraparte de esta desaparición de explotaciones es el aumento de sus dimensiones: el tamaño promedio de las EAPs con límites definidos creció de 469 hectáreas en 1988 a 588 en 2002. El mayor crecimiento se observa en la Región Pampeana, donde la escala promedio se incrementó un 35 por ciento (pasando de 400 hectáreas en 1988 a 533 en 2002). La cantidad de EAPs no indica directamente la propiedad de la tierra, sino las unidades productivas que se encuentran en funcionamiento, de manera que ese número incluso subestima ese nivel de concentración, ya que en buena medida los mismos propietarios poseen más de una unidad productiva en distintas zonas geográficas con el fin de diversificar el riesgo climático.

La información oficial luego del censo de 2002 es fragmentaria, incompleta y no está sistematizada, por lo tanto el seguimiento de la evolución de este proceso hasta la actualidad no es una tarea fácil. Sin embargo, hay elementos que indican que la tendencia concentradora se mantiene, aunque haya mutado en la forma que se impone. En este sentido, cabe mencionar dos fenómenos relevantes. En primer lugar, los tradicionales grandes propietarios de la tierra siguen presentes. Un relevamiento realizado por Azcuy Ameghino (Propiedad y renta de la tierra en Argentina a comienzos del siglo XXI) constata que Cresud tiene en propiedad 395.429 hectáreas, Amalia Lacroze de Fortabat tiene aún 140.000, en su mayoría en la provincia de Buenos Aires, y el grupo Werthein es propietario de 100.000 hectáreas en ese mismo distrito.

El segundo factor es el boom de los pools de siembra. Estos nuevos agentes del sector agrario se constituyen, por medio de la concurrencia de inversores, en un proyecto de siembra y cosecha de granos para un determinado período, al término del cual se dividen las ganancias. Según el INTA, los pools se caracterizan, en primer lugar, por tener un organizador que propone un plan de actividades de siembra que, una vez armado, es ofrecido a potenciales inversores y, en segundo lugar, por arrendar a terceros la tierra en la que se siembra. Los primeros pools comenzaron a desarrollarse a mediados de los ‘90. Sin embargo, en 1999, recesión mediante, se retiraron del negocio para retornar a partir de 2003 de la mano de precios internacionales muy tentadores y un tipo de cambio alto que les permitió acceder a importantes rentabilidades.

Este regreso de los pools al campo argentino produjo algunas modificaciones en el sector, particularmente respecto del tipo de concentración que encarnaron. Ya no se trata de incrementar las extensiones de los campos sino de aumentar las explotaciones que son arrendadas y organizadas bajo un mismo comando. Los pequeños y medianos chacareros se ven inmersos en la encrucijada de seguir produciendo por su cuenta o bien rentar sus tierras a los pools de siembra. Y si bien el dueño de la tierra siempre se enfrenta a este dilema, la particularidad que se presenta actualmente es que, dados los altos arrendamientos que se pagan y las ventajas que poseen los pools (en cuanto a la escala, técnicas productivas y el andamiaje comercial), muchos productores eligen transformarse en rentistas puros.

En definitiva, tanto el predominio de la propiedad latifundista como el crecimiento de los pools de siembra en la escena agraria constituyen formalmente dos modos distintos de concentración del capital agrario. Aunque los pools no son los propietarios de la tierra y, por tanto, no actúan como los agentes inmediatos de su concentración en términos de la propiedad, sí se erigen como los concentradores de su uso y del control del proceso productivo global. Aunque la gran propiedad, en principio, no crezca aceleradamente, la aparición de los fondos financieros en el sector agrario determina que el proceso de concentración, lejos de detenerse, avanza adquiriendo nuevas formas.

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