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Domingo, 8 de febrero de 2009

INFORME ESPECIAL > EL CAMPO FRENTE A LA SEQUíA

El margen

 Por Roberto Navarro

Entre 2003 y 2008 el sector agropecuario aumentó sus exportaciones en un 150 por ciento, sus ventas totales, un 160 por ciento, y sus ganancias un 340 por ciento. Esta excepcional performance estuvo basada, fundamentalmente, en la explotación de cereales y oleaginosas. El nivel de precios actual de estos granos, descontadas las retenciones, es similar al que regía a finales de 2007 para la soja, el maíz y el trigo, que representan el 90 por ciento de la cosecha, y un 27 por ciento menores en el girasol. Y los costos de explotación bajaron un promedio del 20 por ciento. En ese momento ninguna de las cámaras que representan al campo se quejaba de su situación. Hoy, en similares condiciones, acaban de anunciar un nuevo lockout empresarial.

La Secretaría de Agricultura y consultoras independientes estiman que la sequía tendrá como resultado una caída en la producción de la actual campaña de aproximadamente un 15 por ciento, con respecto a la anterior. Hecho que, obviamente, disminuirá las ganancias de 2009. Pero las 2500 grandes explotaciones, que concentran el 80 por ciento de la producción, tienen la posibilidad de utilizar métodos de riego adicional –si tuvieron la previsión de reinvertir parte de sus fabulosas utilidades en esta tecnología– y de cobrar los seguros de sequía que ofrecen los bancos. Para los más pequeños el Estado nacional destinó 230 millones de pesos en subsidios y declaró la emergencia agropecuaria, que pospone por un año el pago de los principales impuestos.

En 2003 la producción de granos, el principal rubro de explotación agropecuario, fue de 66,8 millones de toneladas; en 2008 alcanzó los 95,4 millones de toneladas, un 42 por ciento más. Aduana registró que esas ventas significaron ingresos para los productores por 10.214 millones de dólares en 2003 y por 25.397 millones de dólares en 2008, un incremento del 148,6 por ciento. En 2003 –siempre según datos de la AFIP– el campo tributó de impuesto a las ganancias por sus utilidades de 2002 un total de 1183 millones de pesos. El año pasado pagó 3841 millones, 225 por ciento más. Las estimaciones de lo que deberán pagar por sus ganancias de 2008 superan los 5000 millones de pesos. Es decir que, según sus propias declaraciones juradas, aumentaron sus ganancias en un 340 por ciento en términos nominales en un lustro.

El seis de noviembre de 2007, el gobierno de Néstor Kirchner aumentó los derechos de exportación de los granos. Las cámaras empresarias del sector protestaron por la medida, pero finalmente la toleraron por el buen nivel de precios de los cereales. El precio actual de los principales granos, descontadas las retenciones vigentes, es similar al de ese entonces. La soja, que representó en 2008 el 54 por ciento de la producción, cerró el jueves último a 384 dólares la tonelada. Descontándole el 35 por ciento de retención vigente, el productor recibe 250 dólares. En noviembre de 2007 recibía 252 dólares. El maíz, que significa el 27 por ciento de la cosecha, con una retención actual del 32 por ciento, cotiza a 124 dólares, un dólar más que en 2007. Es decir que en más del 80 por ciento de la producción, los ruralistas reciben el mismo precio que en 2007. En el caso del trigo, el productor obtiene un 9 por ciento menos que en el período citado, mientras que en el girasol la baja es del 27 por ciento.

Los principales dirigentes agropecuarios afirman que por la sequía los rindes por hectárea serán menores y que por lo tanto ganarán menos. Pero no hablan de la fuerte baja en los costos que los está beneficiando. El precio de los agroquímicos cayó un promedio de 35 por ciento en el último trimestre, arrastrado por la caída del petróleo y por la misma baja de los granos. Las semillas cuestan 20 por ciento menos. Pero la baja de costos más importante es el derrumbe en el valor de los arrendamientos, que supera el 40 por ciento. El año pasado se pagaban hasta 23 quintales de soja por hectárea; en la actualidad ningún alquiler supera los 15 quintales la hectárea y en muchos casos se están pactando 12 quintales. El 70 por ciento de la producción nacional de granos se realiza en campos arrendados y para los productores el costo del alquiler significa el 50 por ciento del total de sus gastos. Según la revista Márgenes Agropecuarios, la de mayor circulación entre los productores del campo, en promedio, se estima que la caída de costos supera el 20 por ciento.

Cuando se revisan los resultados de 2008, año marcado por el conflicto agropecuario, surge que el sector rural obtuvo una alta rentabilidad. El aumento de las ganancias declaradas a la AFIP fue del 52,8 por ciento con respecto al período anterior: 2514 millones de pesos en 2007 y 3841 millones el año pasado (los pagos de ganancias corresponden siempre a las utilidades conseguidas el año anterior). A la vez, las exportaciones treparon de 19.300 millones de dólares en 2007 a 25.397 millones en 2008, 31,5 por ciento de aumento.

La diferencia entre los costos de la sequía que estima el Gobierno con respecto a los de las cámaras agropecuarias es enorme. En el Ejecutivo hablan de 2000 millones de dólares; Confederaciones Rurales Argentinas asegura que se perderán 5000 millones de dólares. Más allá de los métodos de cálculo que haya utilizado cada uno, hay un concepto principal a definir: ¿a qué se le llama pérdida? Es lógico que un pequeño productor que tenía 50 cabezas de ganado y se le murieron hable de pérdida. Pero, según estimaciones del Ministerio de Economía, los grandes productores pasarán de ganar un 100 por ciento sobre inversión neta en 2008 a un 50 por ciento en 2009. Y dan un caso concreto: un campo de 200 hectáreas en el norte de la provincia de Buenos Aires sembrado de soja el año pasado arrojó una ganancia de 433 dólares por hectárea, mientras que en 2009, a precios del viernes último, dejará 290 dólares. Al cambio actual, esos 290 dólares significan 1015 pesos por hectárea, casi lo mismo que arrojaba esa explotación a fines de 2007, pero un 600 por ciento más que los 155 pesos que dejaba en 2001 ¿Puede llamársele pérdida a esos 290 dólares por hectárea? Los popes de las cámaras gremiales piensan que sí y por eso proponen un nuevo lockout.

La sequía reduce el rendimiento en cantidad de quintales que se cosechan por hectárea y en muchos casos ni siquiera permitió sembrar. El factor climático es un determinante de rentabilidad importantísimo para el campo. Los productores lo saben. Por eso existen elementos para paliar esa amenaza siempre presente. Una de ellas son los seguros climáticos que ofrecen los bancos. Según el tamaño de la explotación y el alcance de la póliza, el seguro significa entre un 2 y un 5 por ciento del costo total. Muchos grandes productores lo tienen; otros, más arriesgados, hoy se arrepienten de no haberlo contratado. Como siempre, para los productores muy pequeños, no es accesible. Si el Estado se hiciera cargo de las “pérdidas”, nadie necesitaría gastar en seguros.

Los primeros perjuicios económicos causados por la debacle internacional ya se conocen. En diciembre la producción automotriz cayó 41 por ciento; la producción de acero derrapó 31 por ciento; la de cemento, casi 10 por ciento, por citar algunos sectores relevantes. Hasta ahora ninguno de estos damnificados anunció ningún lockout ni amagó con cortar rutas. El sector agropecuario, el que contabilizó el mayor incremento en sus ventas y ganancias en los últimos cinco años, acaba de anunciar el primer lockout de 2009 para fines de febrero.

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Imagen: Alejandro Elías
SUBNOTAS

Claves

* La producción rural caerá alrededor de 15 por ciento con respecto a la campaña anterior a causa de la sequía.

En 2003, la producción de granos fue de 66,8 millones de toneladas. En 2008 alcanzó el record de 95,4 millones de toneladas, 42 por ciento más.

Junto a la caída de los rindes por la sequía, bajaron los costos de producción: 20 por ciento en promedio, según estimaciones privadas.

Los productores registrarán una merma en sus ingresos de 2000 millones de dólares, según el Gobierno, o de 5000 millones, según Confederaciones Rurales.

Las ganancias del sector treparon 340 por ciento en un lustro. Reconocieron utilidades ante la AFIP por 1183 millones de pesos en 2003, 3841 millones el año pasado y serían 5000 millones por la última campaña.

Los ingresos por exportaciones del sector rural pasaron de 10.124 millones de dólares en 2003 a 25.397 millones en 2008: una suba del 148,6 por ciento.

Un campo de soja de 200 hectáreas en Buenos Aires arrojó el año pasado una ganancia de 433 dólares por hectárea. En 2009 dejará 290 dólares, lo mismo que en 2007 y 600 por ciento más que en 2001

 
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