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Domingo, 13 de agosto de 2006

AGRO › LAS REDES DE PRODUCCION RURALES ARGENTINAS

Una nueva armonía en el campo

 Por Susana Díaz

La elección fue ardua. La mezcla de conferencistas del XIV Congreso de Aapresid, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, realizada en Rosario entre el martes y el viernes pasados, fue lo suficientemente amplia y ecléctica como para llevar al asistente desprevenido a un chasco autocomplaciente, de esos que abrevan en el solipsismo ideológico característico del campo, o a la gratificación intelectual que siempre proporcionan los buenos análisis sectoriales. Quienes llegaron temprano el viernes, por ejemplo, tuvieron mejor suerte que los de la última hora del martes. El último día, el economista Roberto Bisang expuso un trabajo elaborado junto a su compañero en la Cepal, Bernardo Kosacoff. El tema elegido fue Las redes de producción en el agro argentino. Conceptos como “redes” o “tramas” sintetizan el enfoque actual de la Cepal al momento de analizar las relaciones entre los agentes principales de un subsistema económico, como por ejemplo cualquiera de los complejos agroindustriales.

La exposición de Bisang intentó remontarse por sobre las explicaciones tradicionales de por qué el campo local se encuentra en la vanguardia tecnológica. Dejando de lado por un momento algunos problemas propios del desarrollo social y ecológicamente sustentable (y asumiendo el riesgo de semejante abandono), así como las señales estrictamente coyunturales dadas por la suma de tipo de cambio y precios internacionales favorables, el economista buceó en las causas profundas de la mayor “competitividad genuina” del agro local. Estas causas serían esencialmente dos: los cambios en la forma de organización de las actividades agrarias y, asociada a ellos, el modelo de generación, adaptación y difusión de innovaciones. A su vez, ambos conceptos estarían unidos por el de “red o trama productiva”.

¿Qué es una red? Básicamente un ámbito económico de “creación de competencias e intercambio, tanto de bienes como de servicios, que incluye una o varias empresa núcleo y a sus proveedores y clientes”. En la red las relaciones internas no solo se materializan por la vía de los precios, sino a través de contratos formales o informales que “incluyen intercambios tangibles e intangibles de flujos de información, experiencias productivas, conocimientos, codificados y tácitos, y estrategias concurrentes de desarrollo a futuro”. Con el transcurso del tiempo estos vínculos “crean lenguajes y códigos comunes, facilitan los procesos de coordinación y mejoran la especialización y división de las actividades”. En la red el mundo productivo parece recobrar la armonía perdida en algún punto de su desarrollo y todos ganan.

¿Cómo se manifiesta la red en el campo? No hay un modelo homogéneo, pero sí tendencias principales asequibles a cualquier observador:

  • Una progresiva separación entre el propietario de la tierra y quienes las explotan. A su vez, los contratistas devienen actores dinámicos por medio de la provisión de servicios culturales, generando también redes de subcontratos, proceso directamente vinculado a la nueva escala económica que demandan las nuevas tecnologías. Además, los contratistas y subcontratistas tienen muchas veces asentamientos territoriales distintos del lugar en donde operan.
  • Existe una mayor sofisticación del proceso de producción destinado a mejorar rendimientos, bajar costos y asegurar calidad. Tal sofisticación es provista –vía insumos; como semillas, fertilizantes y herbicidas– por oferentes provenientes del sistema industrial que, crecientemente, operan como proveedores de tecnología, mientras que el componente tácito de este conocimiento proviene de organismos especializados, públicos, pero también privados (como Aapresid).
  • Finalmente la red homologa y alinea la conducta de todos los actores. “Parte sustantiva del éxito comercial de cada uno depende del éxito del conjunto de la actividad. Más aún, en la medida que las relaciones comerciales se establecen en base a contratos, en términos físicos o como porcentajes de rendimientos, se instituyen sistemas de reparto de riesgos menos traumáticos en los momentos de ajuste y menos explosivos en los lapsos de auge”, concluyó.

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