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Domingo, 30 de agosto de 2015

ESCENARIO › LAS RELACIONES DE PODER

Relatos opositores

 Por Diego Rubinzal

El equipo de comunicación del PRO, encabezado por Marcos Peña y Jaime Durán Barba, intensificó su trabajo para explicar los giros discursivos de Mauricio Macri. Las respuestas partidarias a las preguntas incómodas se unificaron con un instructivo. Por ejemplo, el punto 3 detalla: “Pregunta: ¿Mauricio cambió su concepción sobre el rol del Estado en la economía? Respuesta: Su concepción ha sido la de un rol muy activo. Y los ocho años de gobierno lo han demostrado. El kirchnerismo ha tratado de trazar una caricatura de “que es Macri”. El problema es que esa caricatura no es real. Se van a quedar peleando con una candidatura que no existe”. Releyendo el párrafo, un psicólogo podría afirmar que el equipo del Pro está proyectando. El antikirchnerismo “bobo” no hizo otra cosa que fortalecer al proyecto político iniciado en 2003.

El fracaso opositor se debió, entre otras cuestiones, a la construcción de una caricatura del kirchnerismo: donde había militancia juvenil, vieron militantes pagos; cuando se implementó la movilidad jubilatoria, objetaron la fórmula que “trampeaba a los jubilados”; la estatización de YPF era una confiscación de la propiedad privada y después la indemnización a Repsol era una “entrega”; la AUH fue denunciada como práctica clientelística y la plata “se iría por la canaleta del juego y la droga”; ante un funeral multitudinario, advirtieron que era un espectáculo organizado por Fuerza Bruta; mientras Videla afirmaba que los “Kirchner fueron lo peor que nos pasó”, ellos denunciaban que la política de derechos humanos era mera “simulación”; la recuperación de los aportes jubilatorios fue una maniobra para “hacer caja”; Axel Kicillof era primero un ministro “marxista” y luego copia de Cavallo; el Arsat fue comparado con una “heladera” mientras se criticaba el “despilfarro en empresas tecnológicas que no hacen falta”. A su vez, el relato opositor sostiene que el kirchnerismo dividió a la sociedad argentina. La familia y los amigos se pelearon, las parejas se divorciaron.

Ese fue el eje del aviso de campaña de Hermes Binner en las presidenciales de 2011. La pieza publicitaria mostraba una parrilla con 20 chorizos asándose. El locutor preguntaba “¿Con cuantos amigos te peleaste los últimos años por culpa de la política?”. La parrilla se iba vaciando de a poco a medida que voces en off iban respondiendo. El spot finalizaba diciendo “en un país normal, la política une, no divide, llamalos”. La principal falencia de ese discurso es que invisibiliza las relaciones de poder. La sociedad está atravesada por intereses contrapuestos y diversas asimetrías.

La idea de una sociedad armónica en la que todos ganan es propio de las telenovelas. En “un país normal”, los proyectos político-económicos no son neutrales. La disminución de las asimetrías sociales provoca tensiones. Los sectores privilegiados siempre intentan preservar sus prerrogativas. En todo caso, el desafío de los gobernantes es conducir y minimizar los conflictos. Más allá de eso, ¿la “brecha” social fue generada por el kirchnerismo? ¿La sociedad prekirchnerista era un ejemplo de armonía? Por caso, ¿qué pasaba en los noventa?

El economista Fabián Amico señala en Los salarios reales en el largo plazo: surgimiento de un nuevo piso estructural de las remuneraciones en Argentina (Documento de Trabajo Nº 67, Cefid-ar) que “el creciente desempleo fue el antídoto empleado por la convertibilidad para “disciplinar” a los asalariados y obtener su éxito antiinflacionario. De este modo, la política económica de la convertibilidad fue, en verdad, una economía política sistemática y coherente de la represión salarial y logró el “milagro”: la cantidad de conflictos laborales pasó de 950 en 1988 a apenas 125 en 1997. En ese lapso la tasa de desempleo pasó del 9 al 17 por ciento”.

En los noventa, ¿no existía brecha entre los que trabajan y los que se quedaban sin empleo? ¿La reducción de los conflictos sindicales era por inexistencia de problemas o una señal de extrema debilidad sindical? ¿La irrupción de los piqueteros no fue un síntoma evidente de la creciente fractura social? El escritor uruguayo Eduardo Galeano decía que “la derecha tiene razón cuando se identifica a sí misma con la tranquilidad y el orden: es el orden, en efecto, de la cotidiana humillación de las mayorías, pero orden al fin; la tranquilidad de que la injusticia siga siendo injusta y el hambre hambriento” El “orden” de los noventa explotó en 2001-2002. El cambio de rumbo iniciado en 2003 se tradujo en intenso crecimiento del empleo y recuperación salarial. Amico señala que “la década 2004-2013 es el período más largo de la historia económica argentina mostrando aumentos persistentes del salario real. En segundo lugar, de destaca la velocidad del crecimiento: en el lapso 2003-2013 el salario real crece a un ritmo del 4,6 por ciento anual, mientras el PIB por ocupado lo hace al 2,9 por ciento anual en promedio. Este ritmo de aumento del salario real sólo es comparable con el vigente en la etapa 1960-1974 cuando alcanzó al 3,8 por ciento anual”

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@diegorubinzal

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