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Sábado, 26 de julio de 2008

TEATRO › VALENTINA BASSI Y APENAS EL FIN DEL MUNDO

“Todos quieren algo del otro”

La actriz protagoniza una obra de Cristian Drut sobre un texto de Jean-Luc Lagarce en la que se interroga sobre la capacidad de poder decir verdaderamente las cosas. “Nadie se entiende, nadie se comunica, nadie expresa”, describe.

 Por Emanuel Respighi

En Apenas el fin del mundo se cuenta la historia de una familia a la que el regreso de uno de sus miembros, tras años de ausencia en la gran ciudad, pone de relieve la manera en la que cada uno atravesó esa ausencia según el matiz de sus propias frustraciones y ambiciones. La llegada de Louie a la casa natal –para anunciar la cercanía de su muerte, aunque se le hace imposible hacerlo– es motivo suficiente para que las máscaras que impone la institución familiar se caigan de golpe y los reproches –actuales, históricos, permanentes– invadan la escena en un sinfín de malentendidos, celos y rencores. Pero es tanta la carga emocional que surge que ninguno de los involucrados puede expresar en palabras los sentimientos que guardaron, como rehenes, durante tanto tiempo. Una obra que interroga sobre la capacidad de poder decir verdaderamente las cosas y que demuestra que la suma de palabras no siempre contribuye a la buena comunicación. Mucho menos si las relaciones están condicionadas por la incondicionalidad de los afectos.

Apenas el fin del mundo es la obra que se presenta todos los sábados a las 18 en Espacio Callejón (Humahuaca 3759). Protagonizada por Daniel Hendler, Valentina Bassi, Ana Garibaldi, Susana Lanteri e Ignacio Rodríguez de Anca, la pieza es en realidad una adaptación del texto escrito por Jean-Luc Lagarce, el peculiar dramaturgo francés que murió de sida en 1995. Centrada en el discurso más que en las actuaciones, Apenas... no tiene otra intriga que la de mostrar las diferentes reacciones que un grupo familiar tiene respecto del retorno al hogar, sin motivo aparente, de alguien que durante años apenas se limitó a comunicarse por medio de frías tarjetas postales. Estructurada como una partitura musical, la obra se desarrolla en el marco de un relato poético, que envuelve los discursos, casi alegatos, de cada uno los miembros de una familia atrapada en su propia estructura e historia. No llama la atención, entonces, que queriendo ser exactos con las cosas al máximo, los personajes se vuelvan cada vez más imprecisos.

Aunque se trate de la primera vez que la obra se presenta en el país, parte de Apenas... tuvo un antecedente en la semana Lagarce en Buenos Aires, mediante un formato de semimontado que el mismo elenco de hoy llevó a cabo por aquel entonces. “La teníamos bastante ensayada, pero en aquel momento la presentamos y fue incompleta y bastante leída, con el libro en mano, porque preferimos hacer la primera mitad pero bien, a hacerla completa pero sin llegar a aprehenderla”, le comenta a PáginaI12 Bassi. “Como queríamos seguir siendo los mismos –explica– y cada uno tenía distintas responsabilidades ya comprometidas, decidimos hacerla recién este año. Y se ve que nos gustó mucho, porque es muy difícil mantener un grupo durante un año. Hendler tuvo un hijo, yo quedé embarazada, Garibaldi se fue de gira por Europa... Hubo muchos obstáculos y sin embargo acá estamos, disfrutando del mundo de Lagarce.”

–Apenas... es una obra que tiene, desde el mismo texto escrito con simetría poética, una complicación extra para los actores. ¿Ese virtuosismo por la forma retrasó la puesta?

–Como Lagarce cambia todo el tiempo los verbos y cada oración se expresa una y mil veces de diferentes maneras y tiempos verbales, se complica su memorización. Es una de esas obras en la que no basta saber lo que tu personaje va a decir sino todas las formas que utiliza para expresar algo. Lagarce cuestiona la capacidad de poder decir. En una obra donde se dice tanto, lo que se está cuestionando es la capacidad comunicativa. Nadie se entiende, nadie se comunica, nadie expresa, los sentimientos están atados.

–La obra tiene un relato simétrico poético tan bello como hipnotizador, atípico para la cartelera porteña...

–Mucha gente que ve la obra me dice que se quedan con frases y expresiones y después de un rato retoman la escena. La idea de la obra no es que uno esté todo el tiempo concentrado, sino más bien captar un clima, una atmósfera. El teatro francés juega mucho con la musicalización de las palabras y los juegos de palabras. Es una obra sin tiempo definido, por lo que Lagarce decidió jugar con los tiempos. Captar esta nueva forma de relato, propio del teatro francés, es todo un desafío.

–¿Incluso para los actores?

–La primera vez que leí Apenas... me encantó, por su poesía y porque me conmovió. Pero no entendía cómo podíamos llevarla a escena. En primer lugar porque los argentinos somos más tanos. Y en segundo porque a nivel actoral estamos acostumbrados a las escenas de pugilato, a poner mucho el cuerpo y atravesar conflictos. Y en Apenas... casi no hay escenas dramáticas al uso nostro, el dramatismo está dado por la fuerza de relatos que no siempre llegan al diálogo.

–Es fundamental para el atractivo de la obra, al ser tan relatada, la puesta en escena y la dirección que consiguió Cristian Drut.

–Drut tiene un ojo musical muy singular, que en Apenas... es fundamental porque le da a la pieza el ritmo que necesita. La conjunción de imagen, luz y palabras debía estar perfecta para que el público no pierda el hilo y sea atrapado por esta obra tan angustiante.

–Apenas... cuestiona la oralidad como principal medio de comunicación humana.

–Lagarce quiere expresar que hay cuestiones que hacen al ser humano, sentimientos, que no se pueden expresar en palabras. Por más que uno busque la palabra justa, hay una distancia enorme entre lo que se siente y lo que se expresa oralmente. Eso me atrapó. Sentí un texto en un momento en que estaba con mucha necesidad de toparme con un dramaturgo. Yo había terminado de hacer El tiempo no para en TV y estaba agotada del naturalismo de la tele. Necesitaba alejarme del costumbrismo. Y Apenas... fue lo que necesitaba: una obra no naturalista.

–¿Como forma de equilibrar sus habituales trabajos televisivos?

–Necesito equilibrar mis trabajos. No me gusta hacer siempre lo mismo. Y Apenas... me encantó porque era muy distinto a lo que venía haciendo, estaba más acostumbrada a poner más el cuerpo. Me di cuenta con Apenas... de que me gusta mucho la palabra como escudo para la actuación. Todos quieren algo del otro, hacerse entender y para eso buscan una perfección de la palabra, una exactitud, que creo que en definitiva no existe. Los humanos solemos enredarnos en la rigidez de las palabras.

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Valentina Bassi necesitaba alejarse del costumbrismo de las tiras de TV.
Imagen: Bernardino Avila
 
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