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Viernes, 24 de agosto de 2012

TEATRO › XIMENA ROMERO HABLA DE SU OBRA A ORILLAS DEL SILENCIO

La palabra hecha cuerpo

Formada en Europa en el Action Theater, Romero toma la obra de Alejandra Pizarnik como punto de partida para su espectáculo.

 Por Cecilia Hopkins

A orillas del silencio, obra de Ximena Romero, toma la poesía de Alejandra Pizarnik como punto de partida para dialogar con algunos de los temas que atraviesan la obra de esta poeta nacida en 1936 y muerta en 1972 por propia decisión. Formada en Europa en la disciplina que Ruth Zaporah, su creadora, llamó Action Theater, Romero vivió quince años entre Alemania y Francia. Hoy la sigue seduciendo la idea de ocupar espacios no convencionales con la danza y crear desde lo interdisciplinario. En la concepción de A orillas... trabajó juntamente con la coreógrafa y bailarina María José Trucco, luego con Gabriela Rodríguez, a quien “pasó” su experiencia. Porque, durante las primeras funciones, el espectáculo fue interpretado por la propia Romero, en tanto que ahora es el turno de Rodríguez.

Los textos que se utilizan en escena son pocos, apenas unos fragmentos de “Puerto adelante”, “Casa de la mente” y “En esta noche en este mundo”. Pero muchos de los aspectos de la obra de Pizarnik a los que alude el espectáculo se afianzaron después de leer los diarios de la autora: “Todos sus diarios hablan del deseo de escribir desde la propia experiencia”, afirma Romero en una entrevista con Página/12.

De esos escritos también surgió la idea de escribir durante la performance así como de tomar al público como interlocutor: “Se lee en sus diarios el deseo de estar acompañada –asegura la directora–, pero le costaba muchísimo mirar a los otros a los ojos.”

–La figura de Pizarnik fue tomada para muchas experiencias escénicas. ¿Qué motivó su elección?

–La elegí por radical, por obsesiva y apasionada. Y porque su escritura tiene cuerpo: no solamente por su intensidad, sino porque en su poesía el cuerpo aparece todo el tiempo.

–¿De qué manera?

–Desde muchos puntos de vista. Nosotras tomamos una idea que está presente en muchos de los textos: el cuerpo como un lugar en el que se pueden encontrar otros sentidos.

–¿Sentidos o sensaciones?

–Sentidos como significados diferentes y también como cosas a ser sentidas. Vimos al cuerpo como algo que hay que saber descifrar para entender qué nos está diciendo. Y también al cuerpo como un lugar inhabitable. En sus diarios, Pizarnik hace mención al horror que siente al habitarse, a ser su propio huésped, su pasajera, su lugar de exilio.

–El cuerpo como un lugar no deseado...

–Y como un lugar donde aparece lo indómito, lo que escapa al orden de lo racional. Desde el movimiento encontramos una forma de expresar este descontrol. Por otra parte, el cuerpo es el camino para contactarnos con los otros. Todo lo que sabemos de nosotros mismos es a partir del encuentro con el otro.

–Escrita, proyectada o dicha, la palabra está muy presente en el espectáculo...

–Es que Pizarnik habla mucho acerca de la palabra, le da un espacio enorme en su obra. A partir de la lectura de su obra, nosotras interpretamos que su obsesión por el lenguaje tenía que ver con encontrar la palabra justa para expresar algo que, en realidad, es inexpresable. Por eso nos da la sensación de que ella agotaba el lenguaje, pero sin llegar a darle entidad a lo inconmensurable. A pesar de esto, ella deseaba vivir desde la escritura.

–¿Desde una experiencia literaria?

–Pizarnik creó su vida y su mundo a partir de la palabra escrita. Una frase de sus diarios es clara en ese sentido: “Ojalá pudiera vivir solamente en estado de éxtasis haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo”.

–¿En qué medida comparte esta pasión por la palabra?

–Personalmente, yo querría tener una vida con menos palabras y más experiencia. Creo que las palabras están muy gastadas y vacías de tanto repetirse.

–¿A qué experiencias se refiere?

–A experiencias diferentes a las que se puede llegar a través del lenguaje de lo hablado. Porque la palabra es siempre un recorte, siempre se dice una parte de lo que se quiere decir. Hasta se podría radicalizar esta idea y afirmar que con la palabra se miente siempre.

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“La elegí por obsesiva y apasionada”, dice Romero de Pizarnik.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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