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Martes, 27 de agosto de 2013

TEATRO › BLAS ARRESE IGOR HABLA DE LA PUESTA DE TRISTE GOLONDRINA MACHO

“Nos propusimos un trabajo poético”

Casi desconocida en relación con sus novelas, la obra que Manuel Puig escribió especialmente para el teatro encuentra en la dirección de Arrese (junto a Guillermo Arengo) elementos fantásticos. “La atmósfera neblinosa deben darla los actores”, dice.

 Por Hilda Cabrera

“¿Cómo representar a los muertos en escena sin caer en la parodia del fantasmita?” Este es uno de los desafíos que supone montar Triste golondrina macho, obra que el actor y director Blas Arrese Igor considera “extraña” dentro de la producción del escritor Manuel Puig (1932-1990), quien alcanzó enorme difusión con sus novelas Boquitas pintadas y El beso de la mujer araña, trasladadas al cine y el teatro. Actuar es también un reto cuando se trata de componer personajes huidizos, como el Jinete que enamora a las mujeres y parte, y a quien, en el juego de luces y penumbras que propone Arrese, junto a Guillermo Arengo, codirectores de Triste golondrina macho, se lo ubica en la zona del misterio. “Es difícil representar escénicamente la muerte y el recorrido hacia el misterio, pero con Guillermo y el elenco nos comprometimos a no caer en la parodia.” La obra debía sostenerse en la actuación y transmitir “verdad e intensidad”, sostiene Arrese.

La trama de Triste... es áspera e incluye elementos fantásticos y personajes que intimidan, como el Pastor de cabras. Las alianzas y la oscura imaginería volcada en las escenas fortalecen el misterio que alberga un pantano y la discusión entre vivos y muertos, a los que el vestuarista Pablo Ramírez identifica además con el uso del color negro para los vivientes y el gris para los que atravesaron el límite. Esta fantasía no desplaza a la búsqueda, recurrente en la literatura y el teatro de Puig, de una cotidianidad sin ruptura con lo desconocido. Los apuntes sobre “lo femenino y masculino y el amor y el desencuentro” son otros elementos a destacar, así como la simbología del viaje, que Arrese define “revelador”, aplicándolo al propio Puig: “Es parte de esa búsqueda que Puig inicia en General Villegas, donde nació, y continúa en Buenos Aires y después en Italia, donde estudia cine, y luego en España, Inglaterra, Brasil y México, donde muere”. “Lo extraño de Triste... sería su cercanía con la literatura gótica; algo así como una traducción castiza de un texto gótico inglés”, sostiene.

–Fuera de los elementos mágicos y satánicos subsisten otros menos ficcionales: la búsqueda de algo o alguien ante la evidencia de la propia muerte, un recuerdo o una persona, como en otra obra de Puig, El misterio del ramo de rosas.

–Esa es una construcción muy puntual, como la búsqueda de un lenguaje y la reflexión, para mí, tan triste sobre el amor como la que simboliza la idea romántica de que el amor sólo se constituye en la imposibilidad del amor. Eso me conmueve profundamente. Es una idea distinta de la que, también en Triste..., manifiesta el personaje de la Hermana Mayor, que está embarazada. En ella, el amor está más ligado a la vida, es más práctico y menos intenso.

–¿Tal vez porque se acerca a lo real y cotidiano?

–Ese detalle de lo cotidiano nos lleva también a pensar cómo actuar en esta obra. Con Guillermo nos propusimos realizar un trabajo poético. Partimos de Triste..., pero introducimos elementos que no están en el original. Planteamos la obra desde la actuación y desde todo lo que aparece en el espectáculo: la escenografía color rosa chicle; la música minimalista de Diego Frenkel; el vestuario de Pablo Ramírez; la iluminación de Alejandro Le Roux... La niebla de la que se habla está escenográficamente en otro lugar. Esa atmósfera neblinosa deben darla los actores y las actrices, y en este sentido decimos que somos autores.

–¿La codirección favorece ese deseo de totalidad?

–Desde hace años soy amigo y socio artístico de Guillermo. Seis años atrás quisimos escenificar Cae la noche tropical, una novela de Puig que tiene una primera parte con diálogos entre Luci, una argentina que vive en Río de Janeiro, y su hermana Nidia, que la visita. Ellas comparten chismes y se enojan sin perder humor. La situación en que se encuentran es delicada, sensibiliza. La idea era actuar los dos haciendo de Luci y Nidia, pero no pudimos llevar adelante el proyecto. Guille y yo tenemos una cátedra de dirección en el IUNA (Instituto Universitario Nacional del Arte) e hicimos varias obras. Daniel Veronese nos dirigió en Dramas breves 2, del francés Philippe Minyana, y, entre otras puestas, actué en obras de Guille, El montañés, que dirigió, y Lucidez. Además, tiene un guión para una película con toda mi familia. Somos seis hermanos, seis sobrinos varones y una sola mujer, que es mi madre. Le gustó el hecho de que hubiera una mujer en una descendencia de varones. Por otro lado, Puig nos encanta. Pensamos, también, que una obra sea dirigida de a dos democratiza el trabajo. El teatro se construye grupalmente, la verdad aparece desde distintos lugares, y eso ayuda. Las verdades, aunque sean distintas, funcionan. Lo falso no. Por eso digo que la puesta pertenece a todo el equipo, y el resultado es gratificante, aunque tengamos que lidiar con los problemas del Complejo Teatral de la Ciudad.

–¿Cuáles son las ventajas y desventajas de trabajar en un teatro oficial y en el ámbito alternativo?

–Nos alegró que la dirección del Complejo participara en la producción de la obra, porque no hay muchas posibilidades para producir, y en un teatro tan lindo como el Regio. Pudimos armar un buen elenco y tuvimos total libertad en nuestro trabajo artístico. En mi opinión, los problemas empiezan en las políticas culturales. Debíamos haber estrenado un mes y medio antes, pero no se pudo porque no bajaba el dinero para el montaje. Tampoco pagan al elenco. Este desinterés y maltrato daña lo artístico y habla de cómo se viene manejando la cultura en la Ciudad. Mi opinión es que el teatro se ha vuelto irrelevante para las autoridades. De lo contrario, no se explica tanta desidia. Trabajamos sobre una obra de Puig, logramos reunir a artistas y técnicos de gran valor y parece que eso no importa. A nosotros sí nos importa, y mucho. Por eso le ponemos disciplina y energía, y seguimos a pesar de todo.

–¿Cómo es su experiencia en el alternativo?

–Las condiciones de producción son diferentes. Ahora voy a estrenar de forma independiente en La Plata, donde tengo un estudio y doy clases de actuación y dirección y organizo talleres multidisciplinarios. Tuve posibilidad de que el Tacec (Centro de Experimentación Escénica, del Teatro Argentino de La Plata) produjera obras mías; Casa Niña Jabalí –que presenté en Buenos Aires– y El fracaso. La nueva es El éxito, continuación de El fracaso, que en realidad no lo fue, porque a raíz de la demora de diez años para estrenar pude intercalar y contar esa peripecia en la obra. En el ámbito alternativo, producimos y creamos con otros tiempos y en cooperativa, pero es importante que el Estado nos apoye y reconozca para tener otra proyección, y para que alguna vez podamos vivir de nuestro trabajo sin hacer tantos malabares.

* Triste golondrina macho, de Manuel Puig (General Villegas 1932- Cuernavaca, México 1990). Elenco: Romina Gaetani, Julieta Vallina, Guillermo Arengo, Blas Arrese Igor y Mónica Raiola. Asistencia artística de Yoska Lázaro; video de Santiago Brunati; iluminación de Alejandro Le Roux; vestuario de Pablo Ramírez; escenografía de Romeo Fasce y Luciana Quartaruolo; música de Diego Frenkel. Lugar: Teatro Regio (CTBA), Av. Córdoba 6056. Funciones: de jueves a sábado a las 20.30, domingos a las 19.30. Platea: 60 pesos. Pullman y palcos altos: 40 pesos. Jueves, día popular: 35 pesos. Reservas: 0800-333-5254.

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“Es difícil representar escénicamente la muerte y el recorrido hacia el misterio”, reconoce Arrese.
 
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