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Miércoles, 26 de noviembre de 2014

TEATRO › HASTA EL DOMINGO SE REALIZA EL 9º FESTIVAL DE TíTERES PARA ADULTOS DE BUENOS AIRES

Abrir una ventana a la fantasía ajena

El encuentro, organizado por la compañía El Bavastel, incluye funciones de espectáculos muy diferentes, seminarios, una varieté y exposiciones. “El público sabe cada vez más dónde ir a buscar la sorpresa”, afirma Carolina Erlich, la creadora del festival.

 Por María Daniela Yaccar

“Antes en las salas éramos tres gatos locos”, dice Carolina Erlich, quien hace unos años tuvo una idea bastante extraña. Al menos para ese entonces, claro, porque las cosas cambiaron: vio que había cada vez más títeres para adultos e inventó un festival pensado especialmente para los que no reniegan de sus niños internos, para los que flashean con la idea de que un objeto inanimado cobre vida de pronto. La iniciativa, organizada por la compañía El Bavastel, pegó y funciona: la novena edición del Festival de Títeres para Adultos ya comenzó y finaliza este domingo, con una propuesta que incluye espectáculos de grupos bien distintos (de las provincias y de la ciudad de Buenos Aires), seminarios, una varieté, exposiciones y una función en reconocimiento a Silvina Reinaudi (titiritera, dramaturga, docente y directora).

De lo que dice Erlich (titiritera, por supuesto) se desprende que hay un antes y un después del festival en el mundillo de títeres para adultos. Eso de tener poco público es historia antigua. “Cuando hacíamos funciones como parte de un ciclo costaba un montón llevar gente a las salas. Era un trabajo de locos sostener cada fin de semana la posibilidad de hacer funciones. Casi que teníamos que ir convenciendo a la gente de a uno, y nuestras familias nos ‘ayudaban’ trayendo a algún pariente lejano y a sus amigos... Estábamos orgullosos de poder mostrar nuestro trabajo, pero llevar a la gente a la sala era muy desgastante, y cualquier River-Boca hacía tambalear el trabajito de hormiga que te habías tomado durante toda la semana”, cuenta. Ahora hay “menos susto y más exigencia” por parte de los espectadores. El subgénero, parece, fue perdiendo su halo de rareza, liberándose de los prejuicios.

El presente de los títeres para adultos muestra –como se observa en todo el panorama teatral– “un cruce entre diferentes disciplinas”, sostiene Erlich. “Se ven experiencias teatrales que incluyen objetos, así como espectáculos de danza que incorporan títeres o teatro de sombras”, detalla, y a la vez destaca la “incorporación de tecnologías”. Los jóvenes, dice la titiritera, “traen nuevas formas de ver la narrativa del espectáculo de títeres”.

Esa riqueza y diversidad se nota en la programación. La variedad de técnicas titiriteras siempre tuvo cabida en la movida del Bavastel. Y, también, la intención de abrazar los lenguajes que surjan más allá de la prolífica ciudad de Buenos Aires. Entre lo que queda por ver –el festival comenzó el pasado miércoles– se encuentran: “Una delicia muy poco vista, que es una versión de un infantil, de la mano de Los Chikuchis”, grupo fundado por Reinaudi (domingo a las 20); y una versión de dos cuentos de Kafka y Cortázar a cargo de Teatro de Ilusiones Animadas (viernes a las 21), compañía de Córdoba. Otros espectáculos son El camino de Eva, de Laura Pagés y Sergio Mercurio (títeres de boca y actuación, sábado a las 20); Oscar, de Miguel Angel Vigna y La Ortiguense Producciones, de la ciudad de Buenos Aires (títeres de mesa, sábado a las 22); y una varieté de la que participan Vanina Gómez Zequeira, Guillermo Aguilar, el grupo Aquinomas (Uruguay) y Pandilla Varilla (Buenos Aires). Salvo la varieté, que es en Pan & Arte (Boedo 876), el resto de las propuestas es en Celcit (Moreno 431). “Tratamos de que siempre haya espectáculos bien diferentes entre sí, y nos gusta la idea de que el espectador pueda ver varios y quedarse con la sensación de que si viera un montón de obras de títeres para adultos, no encontraría dos puestas similares”, sostiene Erlich. Por otro lado, hay una exposición de títeres y objetos de Pasha Kyslychiko (Babel Teatro) que está abierta hasta el 30 en Pan & Arte, y una de arte gráfico del festival, en el Celcit.

–¿Por qué cree que a un adulto puede llamarle la atención un espectáculo de títeres?

–La gente se acerca al teatro, siempre, buscando abrir una ventana a una fantasía ajena de la que pueda apropiarse, un cuento que le hable en algún lugar de su cabeza y que lo convoque a abstraerse de cierta realidad por un ratito. En cuanto a los títeres, creo que también buscan algo de emoción añeja y de la sorpresa que recuerdan que eso les causaba. Y el público sabe cada vez más dónde ir a buscar la sorpresa.

–¿Cuál es el público que habita las salas? ¿Sobresalen, entre los interesados, personas ajenas al hecho teatral, que no lo hagan o lo estudien?

–Sí, claro... Ya casi no nos quedan estudiantes en las filas de nuestro público. Al principio, ése era mayormente el público del festival. Ahora tenemos mucha gente grande, que disfruta de ir al teatro y que, de un tiempo a esta parte, lo considera una salida interesante. Mucho espectador de teatro que es culto y exigente, y que disfruta de ver una buena historia, elige de vez en cuando el títere como herramienta para la sorpresa.

–¿Cuál es el panorama a nivel nacional de los títeres para adultos?

–Hay más compañías, en general, en muchos puntos del país. En Córdoba y en Rosario hay muchas y mucho movimiento. Hay compañías en Misiones que producen unos festivales lindísimos. También en el Chaco, Mendoza, Mar del Plata, Río Negro... hay títeres por todos lados. Y los titiriteros somos gente de mucha producción. Hay gente que se ha instalado en puntos rarísimos del planeta, y ahí nomás, al poco tiempo, está promoviendo sus encuentros y festivales, y hay eventos que son una verdadera fiesta. Lamentablemente, en los últimos años no he tenido tantas oportunidades de viajar, así que no estoy tan interiorizada de lo que se está produciendo como para hacer un análisis. En años anteriores viajábamos mucho más. Luego nos pusimos a producir nuestro festival, que se lleva una buena parte del trabajo del año.

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Ahora hay “menos susto y más exigencia” por parte de los espectadores, según Erlich.
Imagen: Guadalupe Lombardo
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