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Viernes, 6 de abril de 2007

TEATRO › NORA GUTMAN Y LAURA ANDRADE, ADAPTADORA Y DIRECTORA DE “BACANTES”

“La tragedia a través del humor”

La puesta que se presenta a partir de mañana en el Teatro Beckett sirve para reencontrarse con el texto de Eurípides, autor cuyas obras marcaron un cambio en la tragedia griega.

 Por Hilda Cabrera

“Todo represor es un reprimido”, dice la traductora de griego clásico Nora Andrade refiriéndose al Penteo de Las bacantes, de Eurípides, el tirano de Tebas que teme la intromisión de Dionisos (o Dionisios o Baco), dios que quiere imponer su culto en la ciudad e incita a la fiesta y la orgía. La afirmación de Andrade se relaciona con la puesta que la directora Laura Gutman estrenará mañana a las 23.30 en el Teatro Beckett, de Guardia Vieja 3556, a la que tituló Bacantes, sin más. ¿Cómo contar hoy una historia de dioses y mortales imaginada en el 415 a. de C., el mismo año en que Eurípides dio a conocer la célebre Las troyanas? “Eliminamos algunos elementos narrativos, incorporamos estribillos a las canciones de los coros –a la manera de una composición de cantautor– y concentramos las significaciones”, apunta Andrade subrayando el temor de Penteo ante la acción liberadora del ritual báquico, especialmente por su influencia en las mujeres, incluida su madre, ansiosas de participar en esas ceremonias que se iniciaban con una danza frenética. El drama surge cuando –disfrazado de mujer y con ánimo de espiarlas– es descubierto por estas bacantes (o ménades) que lo descuartizan castigando su intromisión. Pero esa muerte sacrificial no es el único punto en cuestión para Andrade y Gutman: el relato de la imposición del culto de este dios del vino, la máscara y la representación (en alusión al teatro) permiten rescatar otros aspectos interesantes de la obra de Eurípides, “como la crítica a los sofistas, a los que tanto se parecen muchos políticos; la crueldad de los dioses, semejante a la crueldad de los humanos; y el grotesco”.

–¿A qué grotesco se refieren?

Nora Andrade: –No se habla casi del grotesco en los griegos, pero cuando en una obra como Bacantes se llega a la tragedia a través del humor y el ridículo, estamos ante un grotesco. No lo digo en el sentido de género, sino de experiencia de vida, de la compasión que despierta en cualquiera de nosotros presenciar una situación ridícula.

–¿Cómo actualizan los tramos narrativos?

Laura Gutman: –Una opción es transformarlos en acción dramática. Es lo que hemos hecho en esta puesta con el travestismo de Penteo y su descuartizamiento por las bacantes.

–¿Qué simboliza la sangre en esta historia?

N. A.: –El fondo es la ceremonia en honor de Dionisos, donde la sangre aparece como contaminante, y esta idea se traslada a la representación. En el teatro griego se evitaba mostrar sangre en escena: era algo indecoroso. Dionisos, a diferencia de Hades, que se ocupa de los muertos, no es un dios al que se lo relacione con la sangre.

L. G.: –Las escenas de muerte eran preferentemente narradas y no exhibidas, como sucede en algunas óperas del barroco. Nosotras decidimos cruzar todos los elementos de la tragedia griega con la dramaturgia actual, donde el grotesco y el patetismo de los personajes atraviesan el cuerpo del actor. De manera que toda la energía que se desprende del ritual báquico es volcada a la actuación y al movimiento en escena. Es por esos lugares por donde pasa uno de los conflictos esenciales del texto: el combate entre el intelecto y la emoción, entre la reflexión y el impulso.

–¿Qué es lo particular de esta obra?

L. G.: –Su extraña poesía, su excedente emotivo, trasladable al cuerpo del actor, y la libertad de los coros. Mi idea de coro no es la de ornamento lírico. Estudié teatro y danza, y régie en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, y eso me ayudó a apreciar mejor la función de los coros.

N. A.: –Nadie discute que los autores de la Antigua Grecia fueron y son vistos de manera diferente en cada época. Los románticos, por ejemplo, preferían a Esquilo, quien acostumbraba reunir sus tragedias en una trilogía y aportaba mayor histrionismo y grandiosidad. Eurípides, creo, es más cercano, especialmente por sus planteos de tipo político, por su escepticismo –si se lo compara con los precursores Esquilo y Sófocles– y por sus personajes degradados: verdaderos antihéroes.

L. G.: –No olvidemos que es un autor bisagra y el primero en crear tragicomedias, melodramas y dramas románticos. Bacantes, por ejemplo, está muy próxima a la comedia.

–¿Qué pasó con sus seguidores?

N. A.: –No se sabe. Aristóteles (384-322 a. de C.), quien defendía el valor del teatro y de la poesía, e insistía en la unidad de acción (y no de lugar, como le atribuyeron los autores clásicos franceses), se refirió a una tragedia de su época en la que no había argumento y todo era acción: algo así como Esperando a Godot. Pero esa obra se perdió, como muchas otras posteriores a Eurípides. Parece que no interesaron a los eruditos de la Biblioteca de Alejandría y no fueron copiadas. La forma en que hoy se representa la tragedia griega suele ser muy estática, diferente de la concepción de espectáculo total que circulaba en la Antigua Grecia y enlazaba recitado y canto, música y danza. En la actualidad, por ejemplo, no se sabe qué hacer con el coro.

L. G.: –En mi opinión, el coro debe tener la misma identidad que un personaje: llegar a ser una célula con vida propia aunque formada por individualidades. Por eso, seleccionamos un elenco con capacidad en distintas disciplinas. Sergio Carlevaris, protagonista de Dionisos, es también barítono del Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata, y los demás intérpretes desarrollan otras artes, como Rodrigo Ruiz Díaz, quien compone a Penteo; Julio Pallero (Cadmo); Gastón Basile (Tiresias); Nora Siderakis (Agave, Bacante); Daniela Corvalán (también cantante y aerofonista de los grupos Las Voces Blancas y Ollantaytambo); Jazmín Adler (Pastor y Bacante); Laura Sirotzky (Bacante), y Cecilia Allende (Bacante). Las bacantes del coro son actrices, bailarinas, cantantes y músicas. Incorporamos además un percusionista en vivo, David Fernández, quien interpreta percusión india y árabe.

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“Uno de los conflictos esenciales del texto es el combate entre el intelecto y la emoción”.
Imagen: Pablo Piovano
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