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Sábado, 1 de agosto de 2015

CHICOS › EL CARNAVAL DE LOS ANIMALES, DE OSCAR ARAIZ, GRATIS EN EL PARQUE CENTENARIO

La gran fantasía zoológica

 Por Karina Micheletto

Entre la abultada oferta de espectáculos de vacaciones de invierno, en el Parque Centenario hay uno que se destaca, gratis y al aire libre, con la danza como protagonista. Es El carnaval de los animales, aquella obra creada en 1886 por el compositor francés Camille Saint-Saëns, ahora a cargo del Grupo de Danza de la Unsam, con coreografía de Oscar Araiz, vestuario de Renata Schussheim, y la participación de Alejandra Radano retomando los textos que María Elena Walsh escribió especialmente para esta versión, allá por los ’80. Quedan dos funciones, hoy y mañana (ver aparte), en esta iniciativa de la Dirección General de Música del Ministerio de Cultura porteño. Dos oportunidades para que la danza sea la puerta de entrada a una historia que, entre gallinas, leones, simios, canguros y burros, descubre, con tanto de poesía como de ironía, cuánto de animales hay en los humanos... y viceversa.

La “gran fantasía zoológica de Saint-Saëns, creada a modo de sátira, avanza desde la primera danza real del León, con vestuarios muy despojados que dan preeminencia al movimiento de los cuerpos para expresar el tiempo de los elefantes y las tortugas, o el vértigo libre de los pájaros y la esencia de la libertad. El inicio es con el texto que escribió Walsh y que ahora planta Radano, intercalándose entre las diferentes escenas. “Nosotros, los animales humanos, estamos en todas partes con nuestra pequeña mirada irónica, tanto en el escenario como en el foso de la orquesta, en medio del público. Pero sobre todo descubriéndonos en la observación aguda del comportamiento de los otros ‘humanos’ en las calles de las ciudades”, se reflexiona.

“El compositor la llamó ‘gran fantasía zoológica’, y renegó de ella mientras estuvo vivo. Cierto pudor autocrítico, supongo. Sin embargo es una de las piezas por la que el gran público lo conoce. Posee un humor inteligente, irreverente, ritmos y melodías contagiosos, es una delicia musical y junto al texto de María Elena Walsh interpretado por la genial Alejandra Radano y el vestuario de Renata Schussheim adquiere una mirada sobre nosotros mismos a la vez crítica y compasiva”, destaca Araiz, en diálogo con Página/12, sobre lo que logra expresar la obra. El coreógrafo y director la ha presentado en diferentes contextos, desde su estreno a mediados de los ’80, con el ballet del Gran Teatro de Ginebra, cuando fue director de esa compañía, con textos en francés, para luego llegar a la versión con textos de María Elena, cuya primera puesta en la Argentina fue con la compañía de Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. La última presentación fue en 2011, en el Teatro Colón. Esta vez, El carnaval... va al aire libre, con todo lo que este contexto implica. “Esto significa una expansión, no sólo por el generoso espacio del anfiteatro, sino también porque la exposición es mayor a nivel visual –advierte Araiz–. La atención puede fugarse fácilmente y no se cuenta con la herramienta de la manipulación que produce la luz escénica concentrando, sugiriendo, indicando o señalando. En estas circunstancias las sutilezas quedan un poco desprotegidas, al igual que cierta poesía, la de lo semioculto, lo oscuro, lo misterioso. El riesgo es la dispersión, pero se gana con ello una nueva dimensión, más socializada, amplia, franca”, describe.

Sobre su trabajo con María Elena Walsh, Araiz recuerda: “Cuando le solicité estos textos pensé en su mirada crítica, su juego sobre el absurdo, su voz inconfundiblemente nuestra. El objetivo era relevar la animalidad de las personas, con todo lo que eso puede implicar de ridículo, tierno, perverso, cruel, bello, torpe, apoyándose en las cualidades y conductas”. Allí aparece, entonces, el núcleo desde el cual el director trabajó su versión de El carnaval de los animales, y es ahora Radano quien tiene a su cargo aquellos textos de María Elena Walsh. “El maestro Araiz me dio un margen de libertad que me permitió proponer una manera de decir propia en los agudos textos de María Elena”, agradece la actriz. “Volví a escuchar El bestiario, de Francis Poulenc, volví a releer Rebelión en la granja, de Orwell, y a partir de la evocación de estas obras y de lo que hacen los bailarines en escena, fui engarzando mi traducción personal del texto. En los ensayos, Araiz fue podando, ordenando mi pensamiento y mi gestualidad con indicaciones precisas y puntuales”, cuenta sobre el modo en que compuso su participación. “El del speaker es un rol anhelado por mí. Mi desafío es seguir desarrollando este personaje, el de presentador, que vengo ya esbozando en otros espectáculos. El carnaval... me permite seguir transitándolo para proponer nuevas lecturas.”

“Para mí es esencial y enriquecedor ver a Araiz cada vez que les da indicaciones a los bailarines, me gusta su relación con la abstracción”, destaca Radano. “Y en contraposición, el texto de María Elena Walsh propone algo muy concreto, con un comienzo lapidario y contundente. La obra plantea de manera poética un interrogante primario: ¿qué hay de animal en los hombres y qué hay de hombre en el animal? Cansado de ser una bestia de carga, el hombre se ha disfrazado de burro, para cargar a todos. Es un placer decir estos textos”. Araiz define, por último, ese lugar que ha querido destacar, en una puesta pensada para toda la familia, y muy especialmente para los chicos y chicas a partir de unos siete años: “Los animales (y las personas) pueden ser rápidas, lentas, especulativas, torpes, magníficas, voraces, ruidosas, insoportables, pesadas, delicadas... y con este trabajo nos aproximamos a estas analogías a través de la danza”.

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