espectaculos

Lunes, 2 de julio de 2007

CHICOS › TRES ESPECTACULOS DEL COMPLEJO TEATRAL DE BUENOS AIRES

“El niño que tiene contacto con el arte es más feliz”

Adelaida Mangani, Patricia Dorin y Marta Lantermo, Gerardo Hochman. Directores que, en sus respectivas obras, plantean miradas diferentes sobre el hecho teatral.

 Por Sebastian Ackerman

Hay distintas formas de pensar un espectáculo para niños, distintos lugares desde donde desarrollar una actividad escénica sin perder por eso atractivo o calidad. Y la apuesta del Teatro San Martín es poner sobre las tablas tres obras con tres miradas diferentes sobre el hecho teatral: los títeres están representados por El maravilloso viaje de Maese Trujamán y su extraordinaria compañía, de Adelaida Mangani; actuación e interacción multimedia en Juego/Play, de Patricia Dorin y Marta Lantermo; y una estética circense con Fulanos, de Gerardo Hochman. Página/12 reunió a los cuatro directores, quienes coinciden en que es interesante este crisol de propuestas, y que “en el teatro para chicos hay diversidad de lenguajes y está bueno que el público tenga acceso a esa diversidad, que no esté ‘encasillado’ para ver un tipo de espectáculo determinado sino que haya posibilidades de mostrar otras opciones”.

El maravilloso viaje... es un homenaje al Grupo de Titiriteros del Teatro, que acaba de cumplir 30 años. El Maese Trujamán es un personaje creado por Ariel Bufano (fundador del grupo), que al principio de cada obra decía “Yo soy Maese Trujamán, el presentador de esta maravillosa compañía, y presento el siguiente espectáculo”. Mangani explica que “como se quiso hacer un espectáculo que conmemorase a los titiriteros que fueron parte del grupo, me pareció mejor hablar de un viaje y no de una historia, porque una historia es algo que pasó y un viaje es algo que transcurre”. El espectáculo está compuesto por fragmentos de 18 obras del grupo ligados por personajes emblemáticos, y los fragmentos están agrupados por núcleos temáticos (protagonistas niños, el amor, los poetas, animales, héroes). La obra termina con David y Goliat, el primer espectáculo que estrenaron los titiriteros en la sala Lugones en 1977. Todos los títeres, excepto David y Goliat, son los muñecos originales: los más “viejitos” son del ’79.

En Juego/Play se toman como punto de partida los juegos de los chicos, desde los tradicionales hasta los de las nuevas tecnologías, en una fusión de danza y teatro. Cuatro personajes se interrelacionan en ese territorio lúdico donde transcurre la obra, con un aporte multimedia: una proyección de video, con la que los personajes interactúan. La temática tiene que ver con las relaciones que se establecen: juegues a lo que juegues, siempre necesitás a otros para jugar. La obra tiene un texto, en idioma “chat”, pero “no se plantea como crítica a las nuevas tecnologías –dicen Dorin y Lantermo–. Nosotros tomamos esto como punto de partida y pregunta: ¿cuál es el lugar del cuerpo en los juegos de hoy? La obra es un gran juego, no estamos bajando línea, pero sí que los juegos son juegos más allá del recurso que uses”.

Fulanos es un espectáculo contado a través del cuerpo, con juegos acrobáticos, que muestra personajes sin nombre, edad ni profesión. “Por eso son fulanos, les pasan cosas que le pueden pasar a cualquiera, con diferentes estados de ánimo, diferentes relaciones”, cuenta Hochman. Los únicos objetos que hay sobre el escenario son seis escaleras de doble hoja con los que los fulanos arman los diferentes espacios, escenografías, ambientes en donde juegan. En una “atmósfera beckettiana” y con un lenguaje metafórico cargado de humor, los personajes buscan respuestas, dudan, no confían a ciegas, esperan y no se animan a todo. Son personajes que pueden modificarse y modificar el espacio que los rodea en situaciones cargadas de magia, con acrobacias, gestos y gags.

Las tres obras tienen un punto de coincidencia: lo lúdico ocupa un lugar central, ya sea desde la propuesta o desde el escenario, y ésa es la puerta de entrada para visitar los “distintos mundos” que se ofrecen. “Cada juego que se arma es como una cosmogonía, cada obra es un mundo nuevo –sostiene convencida Mangani–. Cualquier creación es un cosmos que tiene sus reglas particulares. Y el padre se va a sentir atraído por el juego porque el teatro no es para niños, el teatro es uno. Sin los niños, también es una situación en la que el que está sentado de algún modo juega a que cree que una cosa que pasa en el escenario sucede, por eso se emociona, ríe, llora. Si no, diría: ‘Esto es todo mentira’, y no le pasaría nada. Tengo serias dudas de que haya diferencias entre cómo vive el teatro un chico y cómo lo hace un adulto.” Hochman sostiene que, cuando empieza una creación, no piensa que en la platea hay gente que quiso ir y acompañantes: “Para mí es todo público, y si es una propuesta para grandes y chicos, trato de tener en cuenta esa amplitud de edades; el acompañante no estaba presente en el momento de empezar a crear”. También es importante, subraya, “que todo el proceso de creación sea un juego. En Fulanos fue jugar con las escaleras y con premisas creativas de munditos con los que uno se quiere meter. Si ese juego se ve en cada función, si los intérpretes juegan cada vez y se divierten haciéndolo, el público se va a enganchar. También mientras se crea es importante el juego”, concluye.

Adelaida Mangani: –Es una premisa necesaria... En una sesión de fotos empecé a mover un títere y la fotógrafa y su asistente decían: “No lo puedo creer, no lo puedo creer”. Y cuando terminamos, me dijeron que por un momento se sintieron como niñas. Dicen eso porque creen que movilizarse por un títere es una cosa infantil y no de adulto. Entonces, para justificarlo, dicen que si les pasó algo con un títere es porque se sintieron niñas. Pero en realidad no importa si es grande o chico, lo que importa es si entendió el código de ese mundo; y una vez que lo entendió, ya está adentro.

–¿Entonces no hay diferencias entre el teatro para adultos y el teatro para chicos?

Patricia Dorin: –Cuando el espectáculo está cerrado sobre sus reglas, y no hay guiños o referencias que rompen esos códigos, creo que es atrapante para todos.

Gerardo Hochman: –Yo no hago diferencia en cuanto a la calidad que intentamos tenga el resultado, al rigor del proceso creativo, de la puesta en escena. En eso no hay ninguna diferencia. Los procesos creativos son igual de densos, rigurosos y exigentes. Pero uno se planta distinto porque la poética, la temática que se pueden desplegar en unos y en otros son distintas, atrapantes, disfrutables más para algunos que para otros. Me interesa generar situaciones, imágenes, crear cosas que sólo puedan suceder en el teatro, en ese momento y en una sala: que no se parezca a la realidad; ni siquiera a algo que pueda haber en otro arte.

Marta Lantermo: –Cuando pienso algo para chicos, lo pienso para ellos; no por excluir a los adultos sino porque trato de sumergirme en su mundo, pensar qué les gusta. Pero esto no quiere decir que haya que repetir códigos infantilizantes. A veces hay temas que no da para que los vean los chicos.

A.M.: –La forma de trabajo es una, y uno no hace espectáculos para niños y otros para adultos sino que hace algunos para adultos y otros que también pueden ver chicos, ésa sería la diferencia. No estamos achicando el producto porque lo va a ver un niño sino que tratamos temáticas que van a ver niños.

–¿Tiene algún papel formador el teatro para los chicos?

A.M.: –No sólo el teatro sino todas las artes son importantes en la formación de una persona. Es un derecho poder acceder a las artes. Y a través de todo eso, la persona también entenderá que puede expresarse de esa manera. El contacto del niño con las disciplinas artísticas hace al desarrollo de su personalidad: es mucho más feliz, más completo alguien que tiene contacto con el arte que el que no. Es algo que casi tendrían que plantearse los educadores como más importante que aprender algunas otras cosas que tal vez no sean tan necesarias, aunque quieran hacerlo parecer.

M.L.: –En esta época es esencial alimentar el alma y el espíritu. Es una de las pocas cosas que nos van quedando en una vida tan salvaje como la que estamos llevando. Cuanto más grande soy, más importante me parece. Es algo primario: así como alimentás tu cuerpo, tenés que alimentar tu alma. Es un lugar de sostén casi único: si encontrás ese alguito que te puede dar el arte, sos más feliz. Te conecta con el deseo, con descubrir el deseo. Hasta desde el “¿cómo se hace eso?” te despierta.

G.H.: –Mi experiencia personal, lo que me pasó a mí siendo niño espectador, es algo que puedo notar ahora para reflexionar: me estimuló mucho la imaginación. Todavía hoy recuerdo en el cuerpo la sensación de sorpresa, de admiración. Me estimularon, no entendía cómo estaban hechas y me despertaba curiosidad.

A.M.: –No quiero ser fundamentalista, pero creo que el chico que no tiene la posibilidad de expresarse a través de las disciplinas artísticas, no piensa, porque lo que hace es repetir. Pero si su cabeza se abre expresivamente, piensa mejor: en aspectos afectivos, sociales, lógicos. Entonces, es fundamental.

También es importante, afirman casi a coro, que el teatro apunte a las emociones del público, y que se desarrolle en los chicos ese ritual que significa ir a una sala a ver un espectáculo. “Para mí, el teatro es una ceremonia compartida con el público. Entonces, si los que hacemos teatro logramos, aunque sea un instante, que el público se emocione, disfrute, se divierta y se sorprenda, la misión está cumplida: emocionarse, sorprenderse y hasta divertirse es modificador. En momentos en los que pareciera que ya está todo hecho, sorprender es algo maravilloso”, dice Hochman, y Mangani completa: “A través de expresiones artísticas no vamos a cambiar el mundo, pero la experiencia estética, la emoción que produce, es una emoción que te modifica en cosas profundas. Si cada uno hace lo que tiene que hacer, las cosas pueden mejorar. Así tiene que ser nuestro trabajo”.

Las tres obras se presentan sábados y domingos. El maravilloso viaje de Maese Trujamán en el Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530) a las 14.30; Juego/Play en el Teatro Regio (Av. Córdoba 6056) a las 16 y Fulanos en el Teatro de la Ribera (Av. Pedro de Mendoza 1821) a las 16.

Compartir: 

Twitter

Mangani dirige El maravilloso viaje de Maese Trujamán. Dorin y Lantermo, Juego/Play; y Hochman, Fulanos.
SUBNOTAS
 
CULTURA Y ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.