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Miércoles, 14 de noviembre de 2012

DANZA › VARIEDAD DE PROPUESTAS EN LA ESCENA DE BUENOS AIRES

Manifestaciones de una cultura en movimiento

Desde el Ballet Contemporáneo del San Martín, hasta un musical atípico de Ricky Pashkus, pasando por el último trabajo de Andrea Servera y por un ciclo que interviene la arquitectura de la casa donde vivió Victoria Ocampo, dan cuenta de la vitalidad de la escena local.

 Por Carolina Prieto

La primavera estalló en Buenos Aires con un calor veraniego y algo de esa fuerza parece trasladarse a los cuerpos y a los escenarios. Es que noviembre trae una cartelera muy diversa con estrenos y obras que están haciendo sus primeras funciones. Hay para todos los gustos: danza contemporánea pura, mezclada con otros géneros y estilos, con uso de objetos, con proyecciones de video. Desde un elenco oficial como el Ballet Contemporáneo del San Martín, hasta un musical atípico de Ricky Pashkus, pasando por el último trabajo de la notable coreógrafa Andrea Servera y por un ciclo de tres piezas breves que intervienen la arquitectura de la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes. El menú también incluye la mixtura de danza contemporánea, hip hop y street dance de la mano de la ascendente Laura Zapata; las dos nuevas creaciones de la cordobesa Celia Argüello Rena y la reciente creación de la compañía Dugganza, entre otras opciones. A continuación, un posible recorrido por los espectáculos que invitan a disfrutar del placer del movimiento.

Mauricio Wainrot, director del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, acaba de estrenar en la Sala Martín Coronado la obra Flamma Flamma, inspirada en el oratorio homónimo de Nicholas Lens, una pieza musical de 75 minutos que lo cautivó por su eclecticismo, su mezcla de sonidos contemporáneos, clásicos, étnicos, orientales y hasta por momentos cercanos al rock, además de contar con un coro en latín. El director señala que “Flamma Flamma puede parecer una obra abstracta porque no cuenta una historia, pero no siento que sea así. Hay un hilo conductor que me ha llevado a unir a cada personaje con cada situación. Y ése es el fuego, el que cada uno tiene como fuego creador, que no está personificado en ningún bailarín, pero está presente en casi todas las escenas y en cada uno de los personajes. Es ese fuego purificador que Borges dibujó magistralmente en Las ruinas circulares y que nos tiene unidos a todos en un mismo devenir”.

Un marco inmejorable para bailar al aire libre o en espacios modernistas es la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes, donde vivió Victoria Ocampo. Ubicada en Rufino de Elizalde 2831, fue construida por el arquitecto Alejandro Bustillo con el visto bueno de Le Corbusier. La coreógrafa Diana Theocharidis dirige el área Danza de la institución y convocó a tres artistas para un ciclo de intervenciones que tiene lugar los sábados, a las 17, con entrada libre y gratuita. Ana Garat presenta Del otro lado: una pieza en la que dos hombres y dos mujeres se debaten entre un mundo interior detenido, congelado, y una temporalidad externa vertiginosa. Juan Onofri Barbato ofrece Todo junto, un solo interpretado por Alejandro Albarenga con música de Beethoven en el que fusiona elementos históricos e imaginarios que confluyen en la casa por donde pasaron intelectuales y artistas de la época. El tríptico se cierra con Todos o ninguno, de Pablo Rottemberg, cuyo título es la traducción literal de una canción comunista creada por Hanns Eisler y Bertolt Brecht y que aborda la lucha entre la vida y la muerte.

A su vez, Andrea Servera, una creadora siempre inclinada a fusionar lenguajes que parecen distantes e incompatibles pero con resultados asombrosos, está presentando los jueves, a las 21, en Hasta Trilce (Maza 177) Como una niebla. Su nueva propuesta es autobiográfica: toma como punto de partida el accidente de autos que sufrió hace siete años. Andrea estuvo en coma, luego en terapia intensiva y atravesó una rehabilitación lenta y prolongada. Tardó un año en poder pararse sin ayuda. “Tuve el cuerpo partido, destrozado. Esta obra es sobre aquellos días, los peores, los del límite, aquellos donde sólo movía mis pies incansablemente. Eso me contaron. Días en los que no me comuniqué con nadie, pero no paré de sentir, de pensar, de moverme en sueños”, señala. En esta oportunidad, la directora baila junto a Mariela Puyol, Yésica Alonso, Nelson Simonelli y Nelson Barrios con música original de Sebastián Schachtel (integrante de La Portuaria y Las Pelotas), acompañados por los videos y las fotos de Karin Idelson.

Laura Zapata tiene 27 años y sus propuestas tienen algo del desenfado, la potencia y el cruce de lenguajes de Servera. Es que esta chica del barrio San Cayetano, al norte del Gran Buenos Aires, se formó en los talleres de la Fundación Crear Vale la Pena, donde Andrea enseñaba. Se apasionó tanto por la música y el movimiento que bailó en varios de sus espectáculos (como Interior Americano y La sombra de un pájaro en vuelo), profundizó en su formación, se consolidó como intérprete y desde hace unos años comenzó a dar clases y a crear obras. Los sábados de noviembre, a las 20, en la sala Cancha del Centro Cultural Ricardo Rojas (Av. Corrientes 2038), Laura está haciendo Tierra y Cemento con un elenco de bailarines contemporáneos, hip hoperos y de folklore, vestidos por Martín Churba. Proponen un viaje entre las raíces, el pasado y la tradición, y el futuro con sus novedades tecnológicas y sociales. Dos mundos en los que ellos se mueven con naturalidad y que definen la identidad híbrida que los caracteriza.

También en el Centro Cultural Rojas, los jueves de noviembre, a las 21, en la sala Batato Barea, sube a escena La línea despareja, con dirección general, libro y letras de Pashkus. Un elenco de más de treinta actores, música creada por Esteban Rozenszain y coreografías de Liliana Jurovieztky para narrar las vicisitudes de una audición muy particular. Un director convoca a los artistas, aclarando que no habrá estreno ni producción ni nada. Así, los aspirantes se presentan, resueltos a dar todo y sabiendo que no van a entrar a ninguna obra musical. Un simulacro de audición en el que las energías y emociones que entran en juego son reales. También vale la pena acercarse a las producciones de Celia Argüello Rena. Nacida en Córdoba, pero radicada en Buenos Aires, esta artista sorprendió en el reciente Festival de Danza Contemporánea de Buenos Aires con Villa Argüello, un montaje fresco, juguetón, con buenas dosis de humor y ternura sobre ciertos modos del ser cordobés. ¿Cómo hablan, cómo bailan, qué músicas escuchan, cómo son los bailes? Algo de todo eso aparece evocado en la obra, interpretada por un talentosísimo elenco que deja todo en escena. Este encantador experimento puede verse los domingos, a las 19, en la Sociedad de Fomento y Biblioteca Popular Benito Nazar, ubicada en la calle Antenaza 340, en Villa Crespo. Además, los viernes, a las 21, en el Camarín de las Musas (Mario Bravo 960), Celia está dirigiendo Azúcar: una obra sobre la diabetes o, mejor dicho, sobre la posible manera de representar en escena una enfermedad y, sobre todo, sobre el intento de dar cuenta de las dificultades que supone convivir con ella.

Por otro lado, la compañía de Teresa Duggan está presentando El puente de la mariposa, sobre los cambios constantes del mundo natural y su carácter efímero mediante un juego de fuerzas, pesos y velocidades. Para ello, el grupo utiliza –además del movimiento– una serie de objetos como puentes, telas, mariposas y orugas en un marco sonoro que incluye música original y la presencia de taikos, los tradicionales tambores japoneses. Una yuxtaposición de imágenes cuidadas y sensaciones lúdicas, por momentos oníricas, que realiza funciones los días 15, 17 y 19 de noviembre a las 20.30 en el British Arts Centre (Suipacha 1333). El cuento “Como una corza”, de la brasileña Clarice Lispector, fue el germen del trabajo que Mariana Danani, Carolina Doartero y Marina Gubbay dan a conocer en El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034), los jueves, a las 22. Se llama La Floresta y muestra a dos mujeres inmersas en una serie de supuestas oposiciones mientras preparan un ritual de limpieza para ingresar a otro espacio. Una pieza que explora el encuentro con el otro, con el diferente, y que plantea la posibilidad de que las dualidades se integren en una unidad. Y hacia fines de noviembre habrá más sorpresas. El 29 en el Centro de Experimentación del Teatro Colón, Diana Theocharidis estrenará Trazas sobre trazas, un trabajo que combina danza, actuación, música original del Martín Matalón y la actuación del conjunto francés Ensemble Ars Nova. Anticipa la directora: “La obra se plantea en forma de pliegues, unos sobre otros, entre distintas escrituras, trazas, sedimentos, huellas, entrelazamientos. El universo y los universos particulares no son otra cosa que unas trazas sobre otras, impresiones sobre impresiones y, también, olvidos sobre olvidos o trazas que se pierden”.

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Mauricio Wainrot acaba de estrenar la obra Flamma Flamma.
 
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