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Sábado, 1 de diciembre de 2012

DANZA › EL ACTOR Y DIRECTOR HUGO ARISTIMUÑO PRESENTA EL ESPECTACULO DIBAXU

Nuevas escenas para la palabra de Gelman

Al frente de la Compañía de Teatro-Danza Salitre, de Río Negro, el teatrista se interna en aspectos de la vida y la obra del poeta. Allí se expresa “la conmovedora admiración por sus palabras de vida, escritas desde el lugar más oscuro de la muerte”.

 Por Hilda Cabrera

El actor, director y músico Hugo Aristimuño, radicado en Viedma, está entre los artistas que dicen luchar en contra de lo a priori y consideran la escena un lugar donde confluyen la poesía y el cotejo de ideas. Dueño de una trayectoria enjundiosa y vasta a nivel nacional e internacional, decidió, a través de su espectáculo Dibaxu, internarse en aspectos de la vida y obra del poeta, escritor y periodista Juan Gelman, premiado, entre otras distinciones internacionales, con el Cervantes de Literatura 2007, Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2005 y Literatura Latinomericana y del Caribe Juan Rulfo 2000. Aristimuño, fundador del Teatro del Viento, en Viedma, también arquitecto y escenógrafo, docente e investigador, dialogó desde la capital rionegrina con Página/12 sobre Dibaxu, obra que se podrá ver hoy y mañana, en el Teatro Celcit, dirigiendo a la Compañía de Teatro-Danza Salitre, de Río Negro, uno de los varios proyectos que coordina en distintas provincias.

–¿La dramaturgia de Dibaxu toma como eje lo sugerido por el título, lo que está debajo de lo que se dice o hace? Si fuera así, ¿qué es lo que intenta develar?

–Dibaxu fue planteado desde el inicio del proceso de creación del espectáculo como un homenaje a lo que “subyace” o está “debajo” de la creación artística en todas las artes. Este hacer visibles las obsesiones, las contradicciones, los claros y oscuros, los avances y retrocesos de cada artista en la gestación de su obra nos brindó otra dimensión en el análisis del resultado artístico; y en el caso de la obra de Juan Gelman, la conmovedora admiración por sus palabras de vida, escritas desde el lugar más oscuro de la muerte.

–¿Ha variado su visión sobre la obra desde el estreno, en 1998, junto al Grupo de Investigación Teatral, de Río Negro? ¿Introdujo modificaciones en la puesta que ahora presenta?

–Justamente, la obra se inspiró en la conmoción que me produjo escuchar a jóvenes actores leyendo por primera vez a Gelman y reinterpretando cada palabra desde los valores y significantes de su realidad y generación, cuando –yo suponía– los adultos de mi generación éramos los supuestos “dueños” de esa poesía que nos acompañó siempre en los años de lucha contra la dictadura. Desde allí, la obra busca ese redescubrimiento e interpretación en cada espectador. Buscamos su protagonismo dramatúrgico y su riesgo. Esta ética, sin dudas, ha generado respuestas que se han traducido en modificaciones estéticas en el espectáculo, a las que se sumaron las nuevas incorporaciones de actores que aportaron su propia creación durante estos años.

–En una nota periodística, menciona el secuestro y desaparición del hijo y de la nuera embarazada de Juan Gelman, y se refiere a “la fatalidad de la confusión de destinos”. ¿Cuál es esa confusión?

–En uno de sus poemas, Juan Gelman dice “¡A mí me tenían que llevar!...(...) voy a golpear las puertas de la muerte para desalojarte de hechos que no te corresponden” (refiriéndose al hijo). De esa confusión hablamos en la obra, ya que Juan Gelman no estaba en su casa cuando los militares se llevaron a sus hijos. Es un tema muy delicado, porque cuando estuvimos en México recientemente y Juan presenció el espectáculo y leyó textos de Eduardo Galeano sobre este hecho del secuestro de su hijo y su nuera, que incluimos en nuestro programa, al finalizar nos reunimos con él y allí reveló detalles que surgieron en sus días de investigación y búsqueda que, en cierta forma, ratificaban la aún más terrible certeza: los militares fueron a buscar a los hijos y posteriormente también secuestraron y desaparecieron a todos sus jóvenes amigos, por los datos obtenidos de una agenda que hallaron entre las pertenencias de algunos de ellos. Jóvenes que aún estaban en la escuela secundaria... víctimas del siniestro plan de exterminio, de los miles de desaparecidos y militantes jóvenes de los cuales los hijos de Gelman eran parte. Por eso, dolorosa y paradójicamente, la certeza del objetivo de los milicos, el secuestro planificado, honra la memoria de estos pibes: no fue una equivocación.

–¿Qué otros textos de Gelman influyeron en este trabajo?

–Trabajamos recopilando toda la información disponible: entrevistas, notas periodísticas, videos, documentales, ensayos y leímos toda su antología. Los textos fueron elegidos de Gotán, Dibaxu, Exilios, Si dulcemente, y extractamos frases de sus entrevistas.

–¿Enlazar la danza con el particular lenguaje del poemario Dibaxu exige cualidades especiales en los protagonistas?

–Los actores no son bailarines (por lo menos en su concepción tradicional), son actores que danzan con una técnica que venimos desarrollando desde hace varios años y que nos lleva a una teatralidad que creemos interesante y atractiva. Es el teatro que danza.

–Un aspecto que destaca especialmente en Gelman es la persistencia en la creación literaria a pesar de los padecimientos. ¿Opina que la adopción de actitudes semejantes son –como se dice– formas de vencer a la muerte?

–Aquel artista que vence sus miedos y que tenazmente logra manifestarse pese a todo es un tipo especial y su elección es por la vida, sin dudas.

–¿Apostar a lo itinerante, como lo hace a través de los talleres y producciones de Teatro del Viento, facilita el acercamiento a obras basadas en problemáticas de la cultura popular? En este sentido, ¿qué le aportó su trabajo en México? Lo pregunto por Ananké y la puesta de Un ángel extraviado, sobre textos del escritor mexicano Juan Rulfo.

–Creo profundamente en lo que llamo el teatro situado, el actor situado y también creo en aquello que decía nuestra querida Aimé Painé sobre que “ser culto es saber quién es uno”, y en lo que me enseñaron en México algunos ancianos indígenas sobre que “somos lo que percibimos”. Siempre estoy atento y trato de que todos mis actores ejerciten esta manera de ver y percibir la realidad, de construir una memoria biopsicosocial geográfica e histórica propia desde donde desarrollar una ética y una estética que intente generar un teatro que sea un acontecimiento donde podamos relacionarnos eficazmente con el público. México es un país increíble, con una diversidad y riqueza cultural que amo y admiro. Aún sigo trabajando allí, dictando seminarios y montando espectáculos. Estoy tratando de aprender en estos años a “insertarme” en esa realidad, recorriendo cada lugar, registrando con todos mis sentidos tanta belleza, tanta sabiduría, aprendiendo del México campesino que es el que elijo sin dudas, y justamente Juan Rulfo, extraordinario escritor, me mostró un camino y una forma de registrar los espacios, los hombres, sus palabras, sus costumbres, su música y su danzas, y el haber sido convocado por mexicanos para montar en ese país, y más aún textos de Rulfo, suponen una experiencia privilegiada.

–¿Cuál es la reacción del público ante Dibaxu, ahora con el elenco de Teatro-Danza Salitre?

–Somos un equipo de trabajo muy unido, y con coincidencias ideológicas. Hemos presentado este trabajo en varios lugares del país y en México. Estamos viviendo una etapa maravillosa con Dibaxu. Cada presentación es un verdadero acontecimiento de relación. Las devoluciones conmovidas de los espectadores y los aplausos nos llenan de emoción y orgullo. Disfrutamos cada minuto de este espectáculo, y sin dudas el aval de Juan Gelman en México, cuando presenció el espectáculo, fue y será para nosotros la recompensa más maravillosa.

* Dibaxu: Textos de Juan Gelman.
Dramaturgia: Hugo Aristimuño.
Actores bailarines: Edith Coti Irusta, Carlos Irazusta y Guillermo Riegelhaupt.
Asistente: María Alejandra Lehner.
Director general y puesta en escena: Hugo Aristimuño.
En Teatro Celcit, Moreno 431. Funciones: hoy y mañana, a las 20.

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