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Lunes, 11 de mayo de 2015

CULTURA › SE TRATA DE NOSOTRAS, MúSICA Y POESíA EN VILLA MARíA, CóRDOBA

Mujeres con las voces bien puestas

El ciclo, organizado por Igualdad Cultural, es una plataforma itinerante que reúne a artistas de los más diversos estilos. El objetivo común es repudiar la trata de personas en todas sus formas, con énfasis en la que ocurre con fines de explotación sexual.

 Por María Daniela Yaccar

Desde Villa María

El sustantivo se transforma en verbo, y la acción –poética y explícitamente política– va girando por distintos puntos del país, dejando a su paso huella y mensaje. Se trata de nosotras es una plataforma itinerante que compromete en cuerpo y alma a un grupo de mujeres de distintas generaciones y procedencias musicales que a primera vista no encajarían una con la otra. En escena, la música se cose con poesía y con un mensaje unívoco, exento de la ambigüedad que a veces es esencia del arte: un repudio a la trata de personas en todas sus formas, con un énfasis en la que ocurre con fines de explotación sexual, y la difusión de un número que es al que hay que llamar en caso de pretender hacer una denuncia: el 145. Algo de todo esto recuerda a Teatroxlaidentidad. Está la esperanza de que alguien se informe, de que ese informarse le haga tomar conciencia, de que ese tomar conciencia lo lleve a levantar el teléfono y así cambiar su vida o la de otro atrapado en la más tremenda esclavitud. Se trata, valga la redundancia, de aportar para frenar la rueda.

¿Cómo aludir, desde el arte, a un tema tan espeso? Luciana Jury, la curadora de Se trata de nosotras, debe haberse hecho esta pregunta. No se pueden ensayar respuestas desde lo teórico, simplemente se puede decir que el ciclo de música y poesía funciona. No sólo porque, según se comentó en una conferencia de prensa en las puertas del Salón Bomarraca, desde que se puso en marcha esta propuesta se incrementaron los llamados al 145. Sino también porque allí, en Villa María, este sábado, el público cantó, bailó y se emocionó, como puede suceder en el marco de cualquier hecho cultural, y a su vez, salió informado. Por un lado, todos los temas de la lista apuntan a sensibilizar respecto de la problemática, aun cuando la abordan tangencialmente, como sucede –y ésta es una decisión inteligente– en la mayoría de los casos. La periodista Liliana Daunes añade poesía latinoamericana al espectáculo y repite con ahínco y voz grave y decidida la consigna que lo mueve, y así le da un marco. Por otro lado, en el lugar había stands con folletería del Comité Ejecutivo para la Lucha contra la Trata y Explotación de Personas y del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata. Otro dato hizo de ésta una edición especial: Susana Trimarco envió una carta. Tres jóvenes de la sede cordobesa de la Fundación María de los Angeles, dos trabajadoras sociales y un abogado, subieron al escenario a leerla.

Se trata de nosotras, que ya pasó por San Marcos Sierras, San Rafael y Mar del Plata, cuenta con un elenco estable, en el que se distinguen caras conocidas y artistas jóvenes y talentosas que tienen sus proyectos en el mundo independiente. Hay un disco editado con el mismo nombre. Roxana Carabajal, Miss Bolivia, Jury, Sofía Viola, Andrea Alvarez, Sara Mamani, Georgina Hassan, Barbarita Palacios y Soema Montenegro cantan. En esta oportunidad, Hilda Lizarazu reemplazó a Liliana Herrero. La banda la dirige la jovencísima Luna Sujatovich, de 25 años, además en el piano. La integran Lucy Patané, de Las Taradas, y Pampi Torre, en guitarras; Aldana Aguirre, en bajo; Vivi Pozzebón y Conce Soares, en percusión; Andrea Alvarez, en batería; y Gimena Alvarez en acordeón y teclados. Las canciones, a excepción de un puñado de clásicos, son de la autoría de las mismas intérpretes. Participa del ciclo, también, una cuerda de tambores llamada Panambí. La camaradería y el entusiasmo que las artistas manifestaban por ponerle el cuerpo a una movida de esta índole se veía tanto en el micro que las llevó del aeropuerto de Córdoba capital hasta Villa María como en los pocos minutos que tuvieron para comer; y, por supuesto, arriba del escenario. Se percibe que en el proyecto no hay espacio para egos, que hay una subordinación al hecho colectivo y una lectura acertada del para qué. “Contradiciendo el dicho popular, la unión de las mujeres no sólo no es conflictiva, sino que genera una fuerza, una energía mágica tan potente que hasta da miedo. Porque sube muy alto”: estas palabras que Andrea Alvarez escribió en su página oficial sintetizan lo dicho.

Por la tarde, la ciudad parecía sumida en una siesta de la que despertó muy de repente. El show ocurrió por la noche en un enorme y oscuro salón de usos múltiples ubicado a pocas cuadras del centro, rodeado de casas bajas, árboles y palmeras, y lindero a las vías del tren. Allí se fueron acumulando, según datos de la organización, unas dos mil personas. La composición del público era heterogénea: había muchas mujeres pero también muchos hombres; familias enteras y un buen número de jóvenes que se agolparon frente al escenario con sus celulares cuando apareció Miss Bolivia y cantó “Loca”, con esa terrible energía escénica que maneja (tuvo un segundo show a las 3 y retornó a Buenos Aires a las pocas horas. “Vos sos como de la movida tropical”, le decían las otras músicas en la cena). Cada cantante entonó un tema en soledad y otro a dúo con alguna de las compañeras; en compañía de la banda o de un instrumento de cuerdas. Se tejió un abanico de sensaciones y climas diversos. Hubo posmodernidad y tradición, cultura urbana y raíz, y fusión de ambas cosas. Los espectadores movieron la cabeza para abajo y para arriba con la densidad que aportó Andrea Alvarez cuando cantó y tocó “Se pudre todo”, en el fragmento más rockero de la jornada. Bailaron con Miss Bolivia, se emocionaron con la versión de “La cigarra” de Lizarazu y cuando Jury cantó “Palabras para Julia”. Otros clásicos que sonaron fueron “Barro tal vez” (Georgina Hassan y Miss Bolivia) y “Post-crucifixión” (Jury). En la lista estaban, además, “El camalote” (Montenegro), “La Warmi” (Mamani), “Temple, amor y coraje” (Palacios y Viola), “La finadita”, “La estrella azul” (Carabajal), “María Landó” (Hassan), “Hace frío ya” (Lizarazu), “Mi fuerza” (todas juntas).

El espectáculo, de entrada gratuita, culminó con un bello tema de Sofía Viola, cantautora oriunda de Remedios de Escalada. “Respirar al alba” se llama y habla de un ave muy joven que quiere levantar vuelo y no puede, entonces las bandadas le sugieren recomendaciones. Lo cantaron todas y adquirió potencia con la cuerda de tambores. Hacia el final, las artistas lucieron las remeras de los organismos que luchan contra la trata de personas. En efecto, este ciclo, organizado por Igualdad Cultural –iniciativa en la que convergen los ministerios de Cultura y Planificación de la Nación– forma parte de la campaña nacional Paremos la Trata. Daunes leyó poesías de Laura Devetach, Maqui Corbalán, María Elena Walsh, la costarricense Leda García Pérez, la guatemalteca Sandra Morán y la nicaragüense Gioconda Belli. Detrás del escenario había una pantalla que cada tanto mostraba, en grande, el número 145. A la derecha, un cartel que decía “bufet” le daba un tinte bien barrial al espacio, plagado de sillas de plástico. Salían sin parar los choripanes, también las latitas de cerveza y, obviamente, el fernet con coca.

“Yo fui víctima de la violencia de género”: surgió, en plena actuación de la banda soporte (Arrasa como topadora), una confesión a esta cronista de parte de una mujer del público. Estaba al tanto de la existencia de un número telefónico para hacer denuncias vinculadas con la trata. Las chicas del stand del Programa Nacional de Rescate manejaban cifras de víctimas rescatadas en todo el país (entre 2008 y lo que va de 2015, 8325 personas). En tanto, los medios locales han publicado que, en Córdoba, el delito predomina en los sectores textil, agrario y ladrillero. No hace falta ir lejos ni en tiempo ni en espacio para contextualizar el evento Se trata de nosotras: en allanamientos en los cortaderos de ladrillos ubicados al costado de la Ruta 9, en el acceso sur de Villa María, se encontraron, el mes pasado, personas que vivían y trabajaban en condiciones totalmente insalubres (el número varía en los medios, algunos hablan de un centenar). Y casos como éste, en ese sector, aparecen cada tanto en diferentes zonas. Los chicos de la Fundación María de los Angeles dijeron a Página/12 que están muy enfocados en la prevención, sobre todo en las escuelas del interior de la provincia, donde perciben que se suceden los casos de trata con fines de explotación sexual. “Hay desconocimiento hasta de que existe una legislación”, decían, en alusión a la Ley de Trata, sancionada en 2008 y modificada en 2012, después del juicio que absolvió a 13 acusados por la desaparición de Marita Verón.

La voz de Trimarco resonó en todo el SUM: “Es importante que estén ustedes acá, reunidos por el mismo objetivo. Van a escuchar a grandes artistas también comprometidas en acabar con esto. Se trata de nosotros, de nosotras, de nuestras hijas y nuestros hijos. No se olviden de que sin clientes no hay trata”. “El silencio es uno de los venenos más potentes que hay”, sentenció Viola en la conferencia de prensa. Quién podría objetarla. La lucha contra la trata tiene que estar hecha de palabras, de información y, por qué no, de canciones y poesías.

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Las intérpretes cantaron, todas juntas, la canción “Mi fuerza”.
Imagen: Gentileza Romina Santarelli
 
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