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Miércoles, 24 de febrero de 2016

CULTURA › ENSAYOS DE UMBERTO ECO

Aplausos y negocios

Miles de personas despidieron ayer en Milán al escritor y filósofo italiano, que murió la semana pasada a los 84 años. Este viernes se publica Pape Satàn Aleppe, su libro póstumo.

 Por Silvina Friera

El último aplauso –intensa gratitud por tantas lecturas y hallazgos– estremeció las paredes del Castillo Sforzesco, una construcción del siglo XV que Umberto Eco amaba. Miles de personas despidieron ayer a la tarde en Milán al escritor y filósofo italiano, que murió el viernes pasado a los 84 años. El funeral fue una ceremonia laica breve y austera en la que se escuchó la sonata “La Folía”, de Arcangelo Corelli, un tema que Eco tocaba con el clarinete. Lectores de a pie, catedráticos, escritores, editores, traductores, actores, músicos, además de amigos y familiares, recordaron al autor de El nombre de la rosa como “un maestro” y lamentaron lo mucho que extrañarán su “enorme cultura” y su “gran sabiduría”. El actor Roberto Benigni dijo que “personas como él son necesarias en la Tierra, no en el cielo”. El ministro de Cultura italiano, Darío Franceschini, afirmó que Eco contaba con “una biblioteca dentro de sí mismo”. La ministra de Educación, Stefania Giannini, sentenció que el mundo “ha perdido un maestro pero no hemos perdido su lección”. El momento más conmovedor fue cuando habló su nieto de quince años, Emmanuele, a quien le había escrito una carta llamada “Querido nieto, estudia de memoria”, publicada en el periódico L’Espresso en 2014. “Gracias por tus historias, por tus libros, por la música que me has hecho escuchar y por los viajes que hemos compartido. Tenerte como abuelo me ha llenado de orgullo. Gracias, abuelo”, se despidió el joven. El próximo viernes, justo cuando se cumpla una semana de su muerte, se publicará Pape Satàn Aleppe (La Nave de Teseo), libro póstumo de más de 450 páginas que recopila ensayos y columnas sobre temas de actualidad que escribió para L’Espresso, donde colaboraba habitualmente.

Eco, que luchaba contra un cáncer, trabajó hasta los últimos días en la preparación de la edición de Pape Satàn Aleppe –subtitulado Crónicas de una sociedad líquida–, título que corresponde al verso que Dante hace pronunciar a Plutón al inicio del canto VII del Infierno en La Divina Comedia de Dante Alighieri. La publicación estaba prevista para mayo, pero se anticipó el lanzamiento y el libro se distribuirá en las librerías de Italia este viernes. Las palabras del título son consideradas desconcertantes –se podría traducir literalmente como “Padre Satan Cuidado”– y académicos actuales advierten que se trata de una invocación demoníaca. A juicio del propio Eco, el título “es lo suficientemente líquido como para representar la confusión de nuestros tiempos”. La Nave de Teseo, dirigida por Elisabetta Sgarbi, es una nueva editorial creada en noviembre del año pasado por destacados escritores italianos que se oponen al monopolio en la edición italiana, después de que Arnoldo Mondadori Editore, propiedad de la familia de Silvio Berlusconi, comprara RCS Libri en 2015.

El autor de El péndulo de Foucault contribuyó a su creación con dos millones de euros. Esta fue una de las últimas peleas políticas que dio Eco para garantizar el pluralismo editorial. Sgarbi anticipó que es “un libro irónico, tan fulminante como era él” y definió al gran semiólogo italiano como “un trabajador incansable”, un hombre “supremo y completo”. Aunque la muerte alimenta el género del elogio fúnebre –algo ineludible, aunque se intente esquivar esos lugares comunes–, los reaccionarios de siempre no pudieron ocultar la hilacha. “Umberto Eco era un maniqueo que teorizaba la inferioridad cultural y ética de la derecha”, escribieron en el diario Libero, próximo a Berlusconi. Desde su primer libro de ensayo El problema estético en Santo Tomas de Aquino hasta su última novela, Número cero, Eco exploró un amplio abanico de temas como la manipulación informativa, la teología, la estética medieval, la poética de James Joyce, la belleza o la fealdad, el arte de la conspiración, los comics y hasta internet y las nuevas tecnologías. “Las redes sociales le dan derecho a hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios”, aseguró el Premio Príncipe de Asturias en junio del año pasado.

El sencillo féretro del escritor y semiólogo, uno de los principales intelectuales italianos del último medio siglo, salió de su residencia, en la Plaza del Castillo número 13, hacia el patio del Castillo Sforzesco, a pocos metros de distancia, donde empezó la ceremonia fúnebre que fue transmitida en directo por el primer canal de la televisión pública RAI. “Es difícil hablar de Eco, un maestro de la palabra y una figura tan importante para la cultura italiana”, reconoció su amigo y editor histórico, Mario Andreose en una despedida multitudinaria a un sabio que podía explicar pensamientos complejos de un modo sencillo y que siempre supo que lo mejor es hacer de la prosa una ágil góndola empujada por el aliento de la idea.

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Umberto Eco.
 
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