Roberto von Sprecher y Nacha Vollenweider

Llanto de Mudo

Quizá lo más terrible de hacer un balance de la propia vida cuando se transita la “mediana edad” es que cada vez es más difícil solucionar el pasado y todavía quedan años por delante cargando esas frustraciones. Ese clima plasma aquí la dupla cordobesa. El protagonista se pregunta cuándo empezó a hacer las cosas mal en su vida. Una pregunta sincera y a la que Von Sprecher ni siquiera responde. La ruta 22 oficia de hilo conductor del presente hacia la infancia y la juventud del personaje, con abundantes visitas al campo de una tía y los desencuentros con la mujer que amó. El dibujo casi evanescente de Vollenweider capta perfectamente el tono del libro: una vida que se fue, sin saber cómo ni cuándo.

Gustavo Sala

Llanto de Mudo

Decir que el humorista gráfico marplatense no parece tener límites ya es un lugar común. Que es prolífico como pocos, tampoco es novedad. Y sin embargo, aquí Sala se supera. Si acaso fuese posible, se suelta todavía más y se va a los extremos. De paso, visita algunas de sus principales obsesiones, haciendo de los curas pedófilos y los coprófagos sus blancos predilectos. No abandona la escatología ni los chistes sexuales y tampoco deja de lado los juegos de palabras, pero es evidente que en plena libertad muestra su interés por otras áreas del mundo, mucho más retorcidas. Aunque no es muy pareja en cuanto al nivel (hay algún chiste muy pavo) sí es la producción más interesante, por lo que puede llegar a leerse en ella, de Sala como autor.

Chanti

Sudamericana

El historietista mendocino se muestra cada tomo más afianzado. Chanti narra con mucha soltura y, a esta altura del partido pareciera ocioso decirlo, construye una serie muy sólida y tierna. Es cierto que la base la constituyen los dos niños protagonistas (Nacho, el mayor, y su hermanito Tobi), pero cada vez más tienen relevancia fundamental los padres de los chicos y una serie de personajes secundarios: la familia y, a partir de este número, las efímeras mascotas, que desesperan (como cualquier animal doméstico) ante los embates infantiles. En esta recopilación también aparecen los primeros berrinches y rebeldías del mayor. Mientras los protagonistas crecen, el dibujante se luce incluyendo de a varios chistes por página.

Alejandro Burdisio

McPulenta Studio

Un rasgo habitual en el humor gráfico es la simplicidad del dibujo, en buena medida porque esto favorece la llegada del chiste. Al no distraer con las líneas, la carcajada tiene una vía más directa. El cordobés Burdisio rompe con esta tradición, suerte de regla canónica del género, pero lo hace con gran efecto. En sus dibujos se nota el trazo preciso del lápiz detrás de las texturas de tinta. Cada viñeta suya está llena de detalles, y paradójicamente muchas veces ahí reside su fuerza. Además, tiene buenas ideas. Y son muchas las buenas ideas: el libro casi no tiene chistes flojos. Pese a ser heredero del humor típicamente cordobés de la tradicional Hortensia, el dibujante se permite romper con este linaje y abunda también en el humor absurdo.