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Sábado, 6 de septiembre de 2008

SALVADOR ALLENDE, DE PATRICIO GUZMáN, MAñANA CON PáGINAI12

Apogeo y caída de un sueño

El film del realizador chileno es un riguroso documental, totalmente alejado de los convencionalismos de la biografía clásica, en el cual la voz en off ordena un relato delicado de marcado tono poético e iluminadoras imágenes del pasado.

 Por Oscar Ranzani

Si bien el realizador chileno Patricio Guzmán es un especialista en reflejar los años ’70, marcados por la convulsión política de su país, el apogeo y caída del gobierno socialista y el golpe de Pinochet, su documental Salvador Allende tiene al máximo líder político trasandino como figura central: ésta es quizá la principal diferencia si se lo compara con La batalla de Chile (1972-1979), pensada como una trilogía y filmada en el mismo momento en que sucedieron los hechos; con Chile, la memoria obstinada (1997), que posa su mirada sobre la fragilidad política de su país, o bien con El caso Pinochet, basada en el juicio contra el dictador en Londres. Si en La batalla de Chile, Guzmán miraba a Allende “desde lejos”, en este caso realizó un film exclusivamente sobre el líder y observado desde el momento actual.

El resultado es un riguroso documental, totalmente alejado de los convencionalismos de la biografía clásica y donde su voz en off ordena el relato de los hechos, por momentos con un delicado tono poético, pausado e intimista, que organiza la estructura del film. Otro de los méritos reside en el exhaustivo material de archivo recogido por Guzmán que, sumado a los testimonios de ex funcionarios, militantes, trabajadores y algunos amigos y miembros de la familia Allende, le dan vida a esta película que fue presentada en el Festival de Cannes 2004. Este es el año del centenario del nacimiento de Allende, y el próximo jueves se cumplirán 35 años del golpe que sumergió a Chile en el horror. Es por eso que PáginaI12 ofrecerá mañana domingo el DVD Salvador Allende a sus lectores como compra opcional.

Salvador Allende comienza con las imágenes de objetos personales del presidente chileno salvados del desastre: entre ellos, la mitad de esos gruesos anteojos que formaban parte de la imagen del presidente y que, a pesar de todo lo que aplastó la dictadura en Chile, quedaron como símbolo de la memoria. Recordando el exilio que lo obligó a emigrar cuando los uniformes verde oliva tomaron el poder, Guzmán señala en su película que “Salvador Allende marcó mi vida. No sería el que soy si él no hubiera encarnado aquella utopía de un mundo más justo y más libre que recorría mi país en esos tiempos”. Es por eso que en esta época, cuando la política ha llegado a un nivel de degradación muy agudo, producto de la corrupción y del abuso de poder, Guzmán se ha detenido en una figura que dignifica el trabajo de un político. Basta con recordar sus principales medidas pero sobre todo su conducta como gobernante para corroborar este análisis.

El ex alcalde de Valparaíso Sergio Vuskovic plantea que Allende era un político que creía en los valores de la Revolución Francesa y señala que no era un marxista clásico. Más aun: está convencido de que no era leninista “porque no aceptaba dos ideas fundamentales del leninismo: el rol del partido único de gobierno y el concepto de dictadura del proletariado”. Lo que toma Allende del marxismo-leninismo son, según Vuskovic, dos aspectos: “La preocupación por los trabajadores y los pobres y la idea de la igualdad”. Allende fue elegido como presidente el 4 de septiembre de 1970. Como no obtuvo la mayoría absoluta, el Congreso debía ratificarlo en el cargo. Es sabido que el gobierno de Nixon impulsó un plan tendiente a voltearlo antes de que asumiera, pero fracasó y los congresales lo ratificaron. Entonces, Estados Unidos puso en marcha otro plan para generar condiciones de inestabilidad a través de recortes a la economía chilena y del accionar de la CIA.

Diversas imágenes permiten interpretar la algarabía en las calles de Chile cuando Allende fue proclamado como el primer presidente socialista de la historia que llegó al poder por la vía democrática. “Durante 43 años este hombre convenció a la izquierda de que la única manera de ganar era pacíficamente”, subraya Guzmán. El film da cuenta de las primeras acciones de gobierno como el comienzo de la Reforma Agraria, la estatización de fábricas y empresas transnacionales y otras nacionalizaciones, como las de la banca, el salitre, el acero, el cobre y el carbón. “No olvidó sus promesas. Durante el primer año, creó una situación de gran prosperidad”, dice Guzmán. Otro hecho histórico que puede verse en Salvador Allende es la visita de Fidel Castro a Chile que, por primera vez, pisaba Sudamérica. Los problemas se agudizaron en octubre de 1972 cuando “una huelga patronal de enormes proporciones cayó sobre Allende”, relata Guzmán, quien brinda datos importantes: 70 mil camiones y miles de autobuses dejaron de circular. “El pretexto era la escasez de repuestos de origen norteamericano, pero era una huelga política y agresiva”, agrega. La oposición insistía en crear todo tipo de dificultades, pero “ninguna fábrica cerró, el ferrocarril no paró, los puertos siguieron abiertos y los servicios públicos no interrumpieron su trabajo”, detalla la voz en off de Guzmán. La huelga fue suspendida. A pesar del desgaste, la Unidad Popular triunfó en marzo del ’73 con el 43,4 por ciento de los votos y la oposición no obtuvo los dos tercios necesarios para destituir a Allende. Faltaban pocos meses para el comienzo del horror dictatorial. Sin embargo, a la hora de mencionar los realineamientos, Guzmán destaca que “la democracia cristiana se ha sumado a la estrategia del derrocamiento”, mientras la derecha se mantenía firme en sus “convicciones” golpistas. “Pero a pesar de todas las dificultades, a pesar del dinero americano, del bloqueo parlamentario, de las huelgas patronales, del boicot económico, de la propaganda terrorista, del odio de la derecha, del pánico de las clases medias, crecía el apoyo a Allende y éramos miles y miles los que salíamos a las calles conscientes y seguíamos creyendo que era posible crear un mundo más justo y más libre. Este es el misterio a desentrañar. Todavía hoy continúa sorprendiéndonos”, expresa Guzmán. Luego, la pantalla se puebla de las imágenes de los bombardeos sobre el Palacio La Moneda, pero con un silencio que invita a la reflexión. Entonces, se escucha desde el interior de La Moneda en llamas: “¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano”. Allende le habló al pueblo. Y la historia, entonces, lo tomó de la mano.

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Salvador Allende sigue la pista del ex presidente chileno.
 
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