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Martes, 10 de noviembre de 2009

JOSé CELESTINO CAMPUSANO, UN CINEASTA DEL CONURBANO SUELTO EN LA RAMBLA

“Sólo trabajo con elementos genuinos”

El director de Vil romance presenta en estos días en el festival marplatense su nueva ficción, Vikingo, impregnada de personajes reales, empezando por su protagonista, un motociclista “que ha sobrevivido 45 años en un ambiente hostil”, define Campusano.

 Por Oscar Ranzani

Hace tres años, el cineasta José Celestino Campusano conoció al motociclista Vikingo, un hombre con códigos que defiende a ultranza en un ambiente pesado del conurbano. Campusano lo entrevistó para su documental Legión. Tribus urbanas motorizadas, donde focalizó en tres asociaciones de motoqueros del Gran Buenos Aires. Vikingo es de esa tierra, pero no pertenece a ninguna agrupación: tiene una ideología anárquica. Campusano se quedó tan impresionado por su personalidad que le terminó proponiendo ser el protagonista de su nuevo largometraje de ficción, estrenado el domingo pasado en la Competencia Internacional del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde el director había presentado el año anterior Vil romance, también ambientada en el conurbano profundo. La idea de elaborar Vikingo se remonta a 1984: “Desde esa época quería filmar justamente una película sobre motociclistas en este estilo, pero todavía no estaba el contexto social adecuado”, comenta Campusano, quien no deja de sorprenderse de que tiene la misma edad que el protagonista y ha frecuentado los mismos ambientes durante veinte años, pero que jamás se habían cruzado. Vikingo presenta una lucha encarnizada entre dos facciones del conurbano. Vikingo es un motociclista muy respetado por sus principios que le impiden meterse en cualquier situación oscura o en el delito. El y sus amigos son anarcos, construyen sus motos con viejos motores de autos y las adornan con cuernos y calaveras de animales, entre otros elementos. Vikingo es rival de Villegas, un adolescente traficante de drogas que comete grandes delitos. El primo de Vikingo está entre un grupo y otro y ése es el motivo del enfrentamiento entre estos dos personajes. Hasta que entra en escena Aguirre, un motoquero que se quedó en la lona y al que Vikingo le ofrece techo y amistad a cambio de que se maneje con los mismos códigos que él ejerce. Pero Aguirre será motivo de una disputa con la banda de Villegas y la tranquilidad de Vikingo se verá alterada en medio de situaciones extremas y trágicas.

–¿Qué le atrajo de Vikingo que lo llevó a convocarlo como protagonista de su ficción?

–Lo genuino, que no imposta nada. Ha sobrevivido cuarenta y cinco años en un ambiente sumamente hostil y tiene una sabiduría de calle y de vida que no la da ningún guión. Yo sumo ese capital de vida al film. O sea, lo que sucede ahí, por violento o llamativo que sea, es la vida constante de Vikingo.

–¿Vikingo hace de sí mismo o crearon un personaje para la ficción?

–No, es el mismo de antes de que yo lo conociera. Las locaciones, los vehículos, las relaciones que se establecen son genuinas. Siempre trato de mantener la mayor cantidad de elementos genuinos.

–¿Construyó una ficción con tono documental?

–Yo he dirigido documentales, pero no producen la ensoñación que sí permite una película de ficción. Si está logrado ese estado de ensoñación, te vas de la sala con la película en tu cabeza. Si está mucho más logrado, pasan treinta años y seguís ligado a esa película. El documental no tiene esa característica.

–¿El hecho de trabajar con actores no profesionales le daba más autenticidad a la historia que quería contar?

–Absolutamente. Hay algunas personas que lo evalúan diciendo “no me gusta la actuación” o “me gusta la actuación”. Vikingo está mucho más allá de todo eso porque nadie actúa nada. Lo que ellos dicen en la película es lo que dicen en la vida y conocen ese contexto. No se ponen en la piel de nadie. Son ellos, y a través de decir lo que dicen han logrado sobrevivir hasta la actualidad. Lo de la actuación es para gente que se pone en la piel de otro, que se informa y ensaya. Ellos no. El léxico que emplean pertenece al área donde se mueven y lo tienen tallado en el alma.

–O sea que no armó una historia en abstracto, sino que el hecho de conocer a estas personas le permitió moldear el guión y ajustarlo a sus personalidades.

–Claro. Es muy biográfico el relato. Tiene que ver con la vida de Aguirre, la de Vikingo y la mía. Las vidas de los tres están amalgamadas en este largometraje.

–¿Vikingo y Villegas son personajes totalmente opuestos?

–Villegas es un depredador. Por una cuestión de indolencia generada por drogas de exterminio, no tiene códigos y está con otros que están en su misma catadura. El tema de ellos es arrasar. En tanto, Vikingo intenta, a su manera, mantener ciertos códigos. El tema está en cómo una persona de 110 kilos, que toda la vida enfrentó a iguales, tiene que enfrentar a adolescentes que pesan 40 kilos, pero que tienen una 9 mm en la mano y matan a tu familia, a vos y se ríen. Vikingo es muy reacio al tema del delito y no acepta hacerles un daño a los demás para obtener un beneficio. Entonces, ahora tiene que medirse con pequeños que no tienen la misma experiencia de vida que él, pero tienen una decisión genética de cometer tragedias. Ese el gran dilema de la película.

–¿Por qué filma siempre en el conurbano y no en otros lugares como, por ejemplo, la ciudad de Buenos Aires?

–He podido viajar y comprobar que las capitales del mundo se parecen, comparten posibilidades y vicios. Yo encuentro una riqueza humana en las historias del conurbano. Calcule que hay catorce millones de personas en todo este cordón industrial. Hay una cantidad infinita de locaciones y millones de protagonistas posibles. Además, ni siquiera necesito escribir guiones, porque es todo tan desbordado y, entonces, en cuanto a riqueza narrativa, no hace falta buscar demasiado para mi gusto.

–¿El sobrino de Vikingo es el disparador de la disputa entre su tío y Villegas?

–Absolutamente. Como tiene un pie en cada ámbito, traslada la energía de un lugar a otro. Si no, Vikingo no tendría ningún problema con Villegas: éste no se mete con Vikingo y viceversa. De hecho, Vikingo convive con varios Villegas hoy en día y cada cual tiene su lugar. Lo que hace que esos dos universos se friccionen es el sobrino.

* Vikingo se exhibe hoy a las 15.30 en la sala 3 de los Cines del Paseo.

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“Es muy biográfico el relato: tiene que ver con la vida de Vikingo y también con la mía”, confiesa Campusano.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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