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Lunes, 22 de marzo de 2010

THE BEATLEND, DE SERGIO MARCHI Y FERNANDO BLANCO

Después de la revolución

El libro escrito a dos manos por el periodista y el ex bajista de Súper Ratones revisa las carreras y las vidas de John, Paul, George y Ringo tras dejar de funcionar como conjunto. “Es casi imposible que surjan unos nuevos Beatles”, dicen.

 Por Luis Paz

En algunas semanas, el próximo 10 de abril, serán ya 40 los años pasados desde que George Harrison anunció la diáspora de Los Beatles. Puede resultar curioso que justo él, el “beatle tranquilo”, haya cargado ese peso, pero lo que no es extraño es que, tras cuatro décadas, siga habiendo qué decir sobre los Fab Four. Tan totémicos como Jesús –cada uno con sus propias ficciones y agentes de prensa–, extrañamente vulnerables y magnánimos a la vez, indescriptiblemente precisos para su arte, John, Paul, George y Ringo sobreviven a su obra conjunta, sus tragedias y sus laureles. En un par de casos, también a sus cuerpos. Y es básicamente de esa supervivencia que trata el libro The Beatlend (o “Los Beatles después de Los Beatles”), investigación de tono fanático a cargo del periodista Sergio Marchi y el músico Fernando Blanco, beatlemaníacos confesos.

“Los periodistas te respetan más cuando escribís que cuando tocás, es lo primero que noté al hacer el libro”, admite entre risas Blanco. Pero en su factura, músico y periodista se anoticiaron de mucho más. “Fueron ocho, diez o doce años de la banda, pero después pasaron cuatro décadas. ¿Terminó la historia de Los Beatles? ¡No! Por eso aparece el libro”, retoma Blanco. “Proyectamos nuestra demencia en The Beatlend, pero fue una demencia documentada. Y en esa investigación, mientras más íbamos en busca de la verdad, más delirante era lo que encontrábamos”, completa Marchi, autor de No digas nada: una vida de Charly García y El rock perdido: de los hippies a la cultura chabona.

“Cualquier persona tiene su delirio y su gracia. Pero ellos pasaron de ser semidioses a estrellas sin la cobertura del grupo, desvalidos y con relaciones impresionantes: peleas, colaboraciones, problemas legales, de polleras y musicales”, arranca Blanco, fundador de Súper Ratones, actual Nube 9 (banda tributo a Beatles) y solista como Blanco Móvil. Y de esa breve lista se desprende un infinito que tampoco acaba en el libro. Es que, si The Beatlend tiene un efecto movilizador, es que invita a revisitar la discografía solista de Lennon, McCartney, Harrison y Starr. Aunque, claro, es algo impreciso hablar de solistas, tratándose de ex Beatles: “Nunca dejaron de estar relacionados. Zafar de haber sido un beatle, ya sea negándola, como Lennon o Harrison en momentos, o aceptándola, como Paul, es un imposible”, valora Blanco. “John sintió ganas de volver a la música cuando escuchó Comin’ Up, de Wings. Entonces reservó el estudio. Le picó la competencia, tal vez, pero así, Paul lo activó. Nunca se podrán desligar y mucho menos para los fans que dejaron.”

–¿No es algo infantil intentar mantenerlos unidos?

Fernando Blanco: –Uno siempre los ve con ese romanticismo adolescente, pero si se los mira desde una mentalidad adulta, aparecen otras cosas, se ven a las personas vulnerables detrás de esos genios. Se ven la fragilidad de Lennon y la brutalidad de su muerte. O la aparente insensibilidad de McCartney, que parece un señor frío, pero si no se armaba esa coraza, se lo comían crudo.

Sergio Marchi: –Si algo desmitifica a Los Beatles es que tanto Paul como George sufrieron el cáncer, uno en su mujer y otro en carne propia. En eso son seres humanos. El libro busca entenderlos desde una dimensión humana. Hasta aparece la pena al ver cómo Ringo se consume en el alcohol al punto de despertar y no recordar que había golpeado a su mujer.

Anécdotas con ese tono farandulesco e información técnica rigurosa conviven en The Beatlend, un recorrido desde The Family Way, con el que McCartney se anticipó como solista en 1966, hasta la reciente reedición del catálogo beatle remasterizado, el histórico “09-09-09”. Perlitas como Harrison explicándole a la policía, por teléfono, que era un tipo ordenado: “Tengo las medias en el cajón de las medias y mis drogas en la cajita para las drogas”. O lamentos procurados por pasajes como el de la posible colaboración entre Lennon y McCartney, cuando John ya estaba en el Dakota de Nueva York, días antes de su asesinato. Encuentro que no sucedió porque Yoko no pasó el recado de que Paul también deambulaba por la Gran Manzana. Se dijo que Lennon se pasó el día grabando “Woman” y pensando en qué haría Paul. Resta imaginar y The Beatlend es un boleto para hacerlo.

“Encaré el proyecto en 2002, pero como mis ideas suelen ser muy poco comerciales, lo abandoné. Hasta que se lo comenté a Fernando y vi en él un entusiasmo”, relata Marchi, mientras Blanco recuerda charlas dignas de neuropsiquiátrico, como aquella en la que le comentó al periodista haber armado en MP3 los discos que podrían haber editado Los Beatles juntando los temas de sus álbumes solistas, año a año.

–¿Realmente no ha habido otra obra tan importante como la suya?

Blanco: –Para mí, Los Beatles son comparables sólo con el discurso del método de Descartes o con la aparición de Chaplin, que generó un Hollywood pensante y, podríamos decir, medianamente revolucionario. Es casi imposible que surjan los nuevos Beatles, porque las bandas llegan con mucha presión al segundo disco, en buena medida por culpa de Los Beatles.

Marchi: –Dalí, Picasso, Borges: sólo ellos han construido obras tan fundamentales, pero todos antes de Los Beatles. La única revolución que los sobrevino es la tecnológica, no hubo revoluciones artísticas después. El punk tuvo ese tono, pero fue una relectura de lo anterior.

Blanco: –La revolución de Los Beatles fue emocional. Son el momento justo en el que la tecnología se puso al servicio de las emociones. La idea primero y la tecnología atrás. Lennon se aburría de doblar voces y George Martin las pasó de vuelta, ralentizadas, y salió el delay.

Marchi: –Es muy difícil encontrar una disciplina donde haya habido una revolución comparable a Los Beatles. Tim Burton hace películas buenísimas pero no es una revolución. En la literatura, ¿qué es lo más interesante de los últimos 40 años? ¿Tom Wolfe y Hunter Thompson? Son tipos geniales, pero no generaron una revolución en la forma artística.

–Los Beatles son, entonces, la última revolución en el arte...

Blanco: –Al menos la última universal. Todo movimiento artístico aparece como folklore. El rock nació así, pero hubo una revolución artística adosada que lo convirtió en universal. En ellos se juntaron muchas cosas: lo tecnológico, lo mediático, el concepto de “espectáculo”.

Mientras enciende uno de los cuatro cigarrillos que se permite al día y le huye a definir cuál es cada beatle, Marchi especula con que lo último grande fue Coldplay, hace ocho años: “Son todos Jonas Brothers, los fabrican como chorizos. Pero en Los Beatles había un talento innegable”. Para Blanco, el cuarteto fue “un mecanismo de relojería interconectado con su época”. Y tal vez ésa sea la mejor definición.

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Marchi y Blanco se reconocen beatlemaníacos que proyectaron su “demencia” en la investigación.
Imagen: Daniel Dabove
 
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