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Jueves, 21 de abril de 2016

BAFICI > PASIONES EXTREMAS EN LOS TRAMOS FINALES DE LA COMPETENCIA INTERNACIONAL

Obsesiones, traumas y alucinaciones

La película coreana Communication & Lies tiene un corazón enorme, además de talento para narrar una historia difícil de un modo original y potente. Hedi marca el promisorio debut del tunecino Mohamed Ben Attia y la brasileña O espelho es un viaje lisérgico.

 Por Diego Brodersen

Pasiones, obsesiones, traumas y alucinaciones en la Competencia Oficial Internacional del Bafici, que avanza sin pausa hacia su tramo final. Desde la República de Corea (es decir, Corea del Sur) llega la ultra independiente Communication & Lies, primera película de Lee Seungwon, cuyo retrato de una relación sadomasoquista aporta una nueva dosis de sexo al programa competitivo. Hedi, por su lado –película que obtuvo hace un par de meses dos premios importantes en el Festival de Berlín–, hace llegar por primera vez a esta sección un film oriundo de Túnez, aunque en la producción de la ópera prima de Mohamed Ben Attia también participaron capitales franceses, belgas, de Qatar y los Emiratos Arabes. Finalmente, la vecina Brasil aporta el único ejercicio dentro del cine experimental semi narrativo con O espelho, del carioca Rodrigo Lima.

La primera escena de Communication & Lies es un largo plano secuencia con cámara en mano y, como el resto de la película, en un blanco y negro lo-fi y formato casi cuadrado (que parece estar cada vez más de moda). La protagonista, una joven de unos treinta años, asiente a cada pregunta de su jefa en la universidad donde trabaja: sí, se acostó con el señor X; sí, también con Y y con Z; sí, con ambos a la vez. El film describirá de allí en más, mediante un ida y vuelta constante entre el pasado y el presente, algunos retazos de su cotidianidad, en particular luego de iniciar una relación con un profesor también joven. Ninguno de los dos parece estar pasando por una etapa psicológicamente estable de sus vidas, por lo que su encuentro es, como reza el texto del catálogo, el encuentro de “dos barcos en llamas que se cruzan en la noche”. O, mejor aún, el choque de un cartucho de dinamita con una vela de cumpleaños de ésas que no se extinguen nunca.

Si el primer roce sexual entre ambos es un tanto tímido y sorpresivo, el segundo da pie para penetraciones de lo más variopintas y un ejercicio en el viejo sometimiento a base de golpes de cinturón. Pero el sexo en Communication & Lies no es el tema central, apenas el catalizador de una historia de culpas, anhelos insatisfechos y la conciencia de transitar por los bordes de eso que suele llamarse “normalidad”. Por momentos, la intensidad del film de Lee Seungwon recuerda a algunos personajes del cine de su coterráneo Lee Chang-dong, en particular los de Oasis y Peppermint Candy. Criaturas que funcionan a medias en una sociedad que, tal vez, les pida demasiado de tan poco. No es casual tampoco que el film incluya una cita a una escena puntual del film de Paul Thomas Anderson Embriagado de amor, aquella en la que la destrucción de la propiedad ajena se transforma en la única catarsis posible en un momento de apuro. Más allá de algunas explicaciones sobre el pasado de los personajes que se sienten innecesarias, hay en esta pequeña película un corazón enorme, además de talento para narrar una historia dura y difícil de una manera original y potente.

El caso de Hedi es distinto: el debut del tunecino Mohamed Ben Attia juega en una liga, si se quiere, más tradicional, aunque en su relato de un hombre en una disyuntiva que puede cambiar por completo su futuro pueden apreciarse las mejores armas del clasicismo de un cine “autoral” a la europea. Hedi ha vivido toda la vida a la sombra de su madre, figura de poder y autoridad a la cual el término matriarca le queda un poco pequeño, y de aquel hermano mayor que hizo todo como debía hacerse y ha emigrado a Francia en busca de mejores oportunidades. Trabaja como vendedor empresarial en una compañía automotriz, donde parece irle relativamente bien, y está a punto de casarse con una bella joven a la cual apenas si conoce, típico caso de matrimonio convenido con antelación y conveniencia por ambas familias. Pero en un breve viaje laboral a una ciudad costera conoce a otra mujer, por la cual comienza rápidamente a sentir cosas absolutamente desconocidas, encendiendo las primeras luces de la pasión y abriendo un resquicio para una libertad que le parecía vedada.

En otras manos, esa misma historia podría haberse transformado en un melodrama elemental o en un relato exótico y tóxico sobre los lastres culturales que las sociedades imponen a los individuos. El mayor logro de Ben Attia es haber logrado un relato basado en las sutilezas, que va más allá de los mojones que el guión va diseminando como puntos de quiebre o del ligero suspenso que el realizador maneja hábilmente para mantener atrapado al espectador. Tal vez no sea casual que la película haya sido producida, entre otros, por Luc y Jean-Pierre Dardenne: hay en Hedi algo del ethos de sus mejores largometrajes, pacientes constructores de psicologías y sociologías, donde es precisamente el individuo el único (o casi el único) que puede hacer una diferencia a partir de una simple decisión personal. Tal vez como homenaje a los hermanos belgas, hay diseminados por allí dos o tres de sus famosos “planos-nuca”, mientras la cámara sigue a su protagonista por los pasillos y playas del hotel donde se juega el inicio del resto de su vida.

En O espelho, inspirada libremente en un cuento de Machado de Assis, un hombre ingresa a un mundo desconocido luego de salir al parque y acercarse a un lago cercano, de donde surge como sirena una bella, encantadora y encantada mujer. Lo que sigue es un viaje surrealista y lisérgico (en algún momento se consume ayahuasca), poético y visualmente bello, que no intentará en ningún momento echar anclas en la metáfora directa o –mucho menos– en la realidad tal cual solemos percibirla. En parte bruja, en parte chamán, en parte espíritu juguetón, la mujer del agua guía al hombre por laberintos oníricos que tienen su realización en pantalla mediante el uso de sobreimpresiones, efectos digitales que deforman ligeramente la imagen, un rollo de Super 8 que trae memorias de otras épocas y una banda de sonido que cruza música, sonidos naturales y algunos pocos diálogos. Nada hace demasiado sentido en este fantasmagórico viaje de poco más de sesenta minutos y no todas sus instancias logran ser tan atractivas como prometen serlo, pero imágenes como la de la mujer transformada en fina bailarina (o en gigantesco insecto alado) ubican al film de Rodrigo Lima en la línea de descendencia de las mejores tradiciones del experimentalismo cinematográfico.

* Communication & Lies se exhibe mañana a las 0.15 en Village Caballito 8.

* Hedi va hoy a las 15.15 en Village Recoleta 3 y el sábado a las 21.45 en Village Caballito 8.

* O espelho se exhibe mañana a las 18.10 en ArteMultiplex Belgrano 3.

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Communication & Lies fue filmada en un blanco y negro lo-fi y formato casi cuadrado.
 
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