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Jueves, 8 de marzo de 2007

FRANCISCO PESTANHA PLANTEA: “¿EXISTE EL PENSAMIENTO NACIONAL?”

Manual de zonceras argentinas

Pensador de la corriente jauretcheana, presentará hoy un libro que intenta desenmascarar la producción simbólica que emerge de los centros de poder. El homenaje a Forja.

 Por Cristian Vitale

“Para Jauretche, la globalización sería una zoncera más.” Francisco Pestanha va por el final del reportaje y se lo nota encendido. Pasional. No escapa al arquetipo de aquellos pensadores criollos que se han atrincherado durante un siglo ante las distintas corrientes liberales, “extranjerizantes”, según los revisionistas. Come queso trozado en cuadraditos, bebe gaseosa, y sostiene cada definición con una sonrisa. “Mirá si será vieja que los conquistadores romanos le decían pax, mientras sometían a otros pueblos.” Un breve repaso por su currículum revela que es abogado, que estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA y que da clases de Derecho a la Información en Sociales. Pero su fuerte no es su formación académica, sino su rol como hombre de acción. Americanista, militante barrial y universitario –“milité en la JUP hasta que vi a Menem hablando con Neustadt por televisión”, evoca– y actual teórico, Pestanha pasa sus días dando conferencias por el interior del país y formando nuevos cuadros, sobre la base de talleres y charlas “jauretcheanas”.

En una de ellas, hoy a las 18.30 en “El General” –Belgrano 561–, Pestanha presentará el libro ¿Existe el pensamiento nacional?, un trabajo guiado por “máximas revisionistas”, que apunta a reinstalar una vieja idea del historiador Fermín Chávez: la existencia de una epistemología de la periferia. “El decía que las crisis argentinas no eran ni políticas ni económicas, sino epistemológicas: tienen que ver con el ser, con el destino común”, sostiene. En rigor, el corazón del libro apunta a desenmascarar la producción simbólica que emerge de los centros de poder. Su tesis es que, de la misma manera que el dominio económico y material, existe otro ideológico. “Para desarrollar un gran país, también hace falta dar pelea en el campo de las ideas... de ahí la necesidad de un pensamiento autónomo. ¿Por qué no discutirle ideas a quienes producen sentido?”, afirma Pestanha. Cada capítulo está encabezado por reflexiones de distintas figuras de la vertiente (Rodolfo Kush, Scalabrini Ortiz, Leopoldo Marechal, Homero Manzi) y desentraña apotegmas ocultos durante buena parte de la historia. ¿Especular sobre razones o razonar sobre realidades?, es uno de ellos. “Para mí, es el estiletazo más grande que Jauretche le clava a la academia. O interpretás la producción de otro o razonás sobre tu realidad para reconstruirla”, dice.

El material más fuerte está en los dos tomos que la Comisión Nacional Permanente de homenaje a Forja –de la que Pestanha forma parte– editó a través de la Corporación Buenos Aires Sur. Ambos trabajos revisan la breve pero intensa existencia de la organización, destinada a desentrañar los “hilos invisibles” de la dominación. “Muchos, desde la intelligentzia tradicional, critican tu pertenencia al peronismo como si éste hubiera sido una eventualidad histórica. Pocos saben que el movimiento tiene su origen en una revolución cultural sintetizada por Forja. Deviene de la experiencia de los muchachos del ’30, que reaccionan desde la cultura contra el proceso colonial, pro-británico. Quinquela Martín pinta al estibador. Los escritores martinfierristas y los de Boedo escriben paisajes cotidianos argentinos y el orillero se transforma en un personaje estético. Entre mitad de los ’20 y el ’40, se produce cultura mirando al país y eso, tarde o temprano, iba a tener su consecuencia política.”

–Proceso que describe con nitidez en el primer tomo...

–Es que faltaba la dirigencia política que entendiera ese proceso. Y aquí la importancia de Forja, porque lo que hacen sus cuadros es interpretar esa producción cultural y transformarla en literatura política, que fue la base nuclear del pensamiento político del primer peronismo. Muchos historiadores, con una arbitrariedad absoluta, vinculan al peronismo con un fenómeno europeo...

–Hay una explicación económica que no se puede soslayar: la crisis del ’30...

–Claro, porque los trabajadores rurales se ven obligados a migrar a la periferia de Buenos Aires. Se juntan con inmigrantes que, bajo la promesa de tierras, habían sido traídos acá y tirados en conventillos. Y con los orilleros, que habían sido desplazados por la política de los ’80. Hay una yuxtaposición de gente que se junta e intercambia experiencias... la cultura sindical se mezcla con la tradición del peón. A esto se le suma el ideario federal de los orilleros y este caldo tenía que explotar en algún momento. Forja lo interpreta, literaturiza y divulga. Y Perón conduce todo eso.

–¿Por qué en su libro se pregunta si existe un pensamiento nacional?

–Porque desde la tilinguería intelectual se critica su existencia. Pero cada persona piensa en un contexto histórico determinado. Lo otro es abstracto y narcisista. Las naciones mejoran sus posiciones cuando desarrollan categorías propias de análisis para aportar resoluciones a problemas concretos. ¿O acaso Adam Smith dijo todo ya?

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Pestanha reflexiona sobre los “dominios ideológicos”.
 
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