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Martes, 19 de marzo de 2013

FOTOGRAFIA › EL DIARIO FRANCéS INCINERó EL ARCHIVO DE DANIEL MORDZINSKI

“Le Monde”, el fuego inexplicable

El periódico vació la oficina y quemó dos mil rollos con retratos de Borges, Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa, Aira y muchos otros escritores genialmente retratados. “No hubo persecución ni complot, sólo incompetencia”, dice el fotógrafo.

 Por Silvina Friera

Primero quemar, después una espiral de silencio. La piel se eriza, los párpados tiemblan. Cientos de imágenes entrañables quedan impresas a fuego en las retinas. Todos los personajes de este relato, las fotos de una vida, de cientos de vidas, no son imaginarios. El tiempo corre hacia atrás. La sonrisa de un Cortázar barbudo y de anteojos arde; el perfil de Borges, con las manos aferradas a su bastón, arde. Los retratos fabulosos de Gabriel García Márquez, Guillermo Cabrera Infante, Adolfo Bioy Casares, Roberto Bolaño, Mario Vargas Llosa, Fogwill, Ricardo Piglia, César Aira y Michel Houellebecq, entre tantos escritores, arden. Años y años de trabajo crepitan en la hoguera de la desidia y estallan en nuestros ojos como lágrimas. Le Monde destruyó el archivo de Daniel Mordzinski, nada menos que 50 mil fotografías tomadas entre 1978 y 2006, que el fotógrafo argentino guardaba en una de las oficinas de ese diario. “Parece una mala película, pero es lo que pasó. Yo también quedé destruido con la pérdida de todas esas instantáneas de mi vida”, confirma Mordzinski, desde París, a Página/12. “No hubo persecución ni complot, sólo incompetencia. Como decía Lampedusa en Il Gatopardo, sólo hay que tenerle miedo a la estupidez humana. Entraron a la oficina y pensaron que estaba desocupada y tiraron todo lo que había allí. Lo peor es que por falta de medios nunca pude digitalizar mis archivos y el 99 por ciento se perdió para siempre.”

El fuego no es una metáfora de alto impacto ni un golpe bajo. Es, aunque cueste aún creerlo, un elemento más de esta noticia insólita, brutal. ¿Habrá vocablos más bestiales que eliminar, destruir, quemar? El archivo fotográfico de Mordzinski, una especie de atlas literario monumental, fue enviado a un sótano de Le Monde el 7 de marzo pasado, porque el diario decidió darle a otra persona el despacho que utilizaba el fotógrafo. Sin consultar, sacaron los dos mil rollos de película, los arrojaron a un contenedor y los quemaron. El hombre que ha fotografiado los deseos y sueños de cientos de escritores, “ese traficante de almas”, como lo ha definido Imma Turbau en el prólogo del libro Fotógrafo entre escritores, no tiene consuelo. “Mi único bálsamo son las decenas de mails solidarios y fraternos de escritoras y escritores que estoy recibiendo”, confiesa “Danielito”, diminutivo amoroso de su abuelo paterno, el mismo que le aconsejó humildad y serenidad, dos atributos vitales de este gran artista. Enrique Vila-Matas, otro de los autores que se rindió al clic de su cámara, ha subrayado la misteriosa habilidad del fotógrafo argentino para empatizar con los escritores, “los seres más raros del mundo, gente que habitualmente tiene relaciones conflictivas con su propia imagen y, en realidad, relaciones complicadas con todo en general, para qué vamos a engañarnos”.

El primer retrato a Borges lo hizo en 1978, en Buenos Aires. Después, ya instalado en París, sumaría a Cortázar, a Juan José Saer, a Ernesto Sabato... el listado es tan abrumador que hace rato perdió la cuenta de cuántos escritores ha fotografiado. Las fotos de Mordzinski –desde las más lúdicas hasta las que parecen más “serias”– hablan. Cuentan las historias más íntimas de cada uno de los retratados, el silencioso torrente de sus voces capturadas por la mirada de un fotógrafo que escribe por otros medios una literatura trenzada de imágenes, sueños y memorias.

La idea de lo amateur, precisó en una entrevista con este diario en 2011, cuando expuso la muestra Las tres orillas en el Centro Cultural Recoleta, es algo que intenta mantener vivo. “En la palabra amateur está amar, y en mi búsqueda no hay lucro. No hay nada menos fotografiable que la profesión de escribir. No hay nada más solitario y efímero que un escritor. La noción de amar y de no lucrar es algo que me fascina, no saber por qué hago todo esto, por qué tengo esta colección de mariposas. La vida no se reduce a los retratos; me parece fascinante no haber perdido la capacidad de ser curioso y de escuchar a la gente. De poder hacer las fotos con los oídos y con los pies, caminando con los escritores. Y no solamente con los ojos, que es casi el lugar común.”

El narrador y traductor español José Manuel Fajardo, indignado por un hecho “tan vejatorio que no puede quedar en silencio”, fue el primero en publicar la noticia en su blog. “El periódico que reclama el respeto a la libertad de expresión en otros países ha hecho desaparecer para siempre la mayor parte de un trabajo artístico que daba testimonio excepcional de casi tres décadas de cultura, con fotos únicas de Cortázar y Borges, de momentos de intimidad en el corazón mismo de la literatura de nuestra época. Una decisión que es un monumento a la incompetencia y la imbecilidad. Rematada por un inexplicable silencio de Le Monde, que se convierte en la guinda de desprecio de un acto execrable.”

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Buena parte del material no estaba digitalizado: los retratos se perdieron para siempre.
 
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