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Domingo, 19 de julio de 2009

MUSICA › EL FESTIVAL DE LA FALDA Y UNA PRIMERA JORNADA A LLENO TOTAL

El tango no se suspende por gripe

La primera velada del encuentro que se lleva a cabo en el anfiteatro de la ciudad cordobesa dio lugar tanto a la nueva guardia representada por Vale Tango como al veterano Mariano Mores. Y nadie quiso perderse la fiesta.

 Por Karina Micheletto

Desde La Falda

La noche había sido inaugurada al grito pelado de “¡Acá no hay gripe!”, en la voz engolada del locutor. Al hombre se le había ido la mano, incluso más allá de los límites de lo que la corrección política indica, pero el desborde emocional tenía que ver con un dato de la realidad: contra todos los pronósticos, la primera noche del Festival de Tango de La Falda, el viernes pasado, transcurría en un lleno total. El anfiteatro donde se realiza el encuentro lucía igual al cierre de esta edición, con localidades agotadas desde temprano, en un sábado que prometía figuras como Osvaldo Piro con la Orquesta Metropolitana, Rodolfo Mederos y su típica, Ariel Ardit y Nicolás Ledesma, entre otros. Muchos fanáticos del género explicaban en La Falda que la pasión tanguera es incondicional: no hay mina ni gripe que le haga mella.

La gesta antipandemia de los tangueros faldenses tiene un par de explicaciones: la primera y más obvia relacionada con la programación propuesta, que abarca un amplio abanico de gustos y estilos y da lugar a la calidad, además de hacer lucir producciones propias. La primera noche, por ejemplo, hubo espacio para la contundencia de la guardia actual, representada por la excelente orquesta Vale Tango (su director, el pianista Andrés Linetzky, condujo también la Orquesta de Música Ciudadana, organismo estable de la provincia de Córdoba). Hubo más del buen tango made in Córdoba, con exponentes como Gustavo Visentín, Marcelo Santos, las voces del espectáculo Tres Marías para el tango (María Eugenia Acotto, María José Rojas y María Fernanda Juárez) y el grupo Las Rositas. Y hubo, sobre el final, un baño del estilo inimputable de Mariano Mores, con coritos y cornos grabados, las voces de hija, sobrino y nieto, una bandera argentina y un final estilo Broadway con letra bilingüe: ¡me gusta el tango, yes, I like! El milagro es que, a los 91 años, Mores sigue siendo un gran pianista, además del autor de algunas de las páginas de gloria del género. El toque distintivo de la noche llegó con Los cantores del 40: Alberto Podestá, Rubén Cané y Osvaldo Ribó, acompañados por el sexteto de Roberto Siri. Voces que cantaron en orquestas como las de Francini-Pontier, D’Agostino, Gobbi, Mores, Tanturi, por ejemplo. El espectáculo se presentará también en el festival de tango porteño, en agosto próximo, sumando las presencias de Juan Carlos Godoy y Lalo Martel.

Entre las mesas y plateas del anfiteatro, el intendente de la ciudad, Marcos Sestopal, iba y venía festejando “el milagro” del cartelito “no hay más localidades” recién colgado, aclarando que nadie había salido a regalar entradas. Con un costo de entre 30 y 150 pesos, las localidades fueron compradas por un público que –se adivina al escuchar sus comentarios– no sólo es ferviente tanguero en su mayoría, también habitué de un festival que se hace desde 1965. Por aquí pasaron Troilo, Pugliese, Piazzolla y Salgán con sus orquestas, por nombrar algunos, y seguramente en esta historia radica otro de los motivos del éxito. Las grandes firmas del tango siguen presentes: hoy por la noche actuará Leopoldo Federico con su orquesta típica.

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Osvaldo Ribó, Alberto Podestá y Rubén Cané, Los cantores del 40.
 
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