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Martes, 2 de marzo de 2010

MUSICA › FEDERICO GIL SOLá, ANDREA ALVAREZ Y SU “UNIóN DE FUERZAS”

Los bateristas pasan al frente

Los músicos coincidirán este jueves en La Trastienda, acompañados por sus respectivas bandas. Señalan que la falta de infraestructura y los escasos lugares para tocar los empujan a esta clase de encuentros. “La apuesta es puramente musical, no marketinera”, subrayan.

 Por Leonardo Ferri

Una apuesta musical, no comercial. Dos bateristas con peso y nombres propios, que se juntan para un mismo show. Dos proyectos –uno consolidado, otro en formación–, pero alejados de la masividad, sin grandes promociones, ni movidas de marketing. Andrea Alvarez y Federico Gil Solá son viejos conocidos que siguen alternando buenas y malas, pero no en el plano musical sino en su firme decisión de no dar el brazo a torcer, y ser sus propios generadores de proyectos. Sí, el mundo del rock tiene sus particularidades, y este jueves en La Trastienda, dos de ellas se darán cita en un mismo lugar, bajo un mismo y épico título: “Unión de fuerzas”.

No regalarse, se sabe, tiene sus pros y sus contras. Tanto Alvarez como Gil Solá y su banda (un tal Tito Losavio en guitarra y un tal Gringui Herrera en bajo) llevan muchos kilómetros recorridos como para ser conscientes de qué cosas están dispuestos a hacer y qué cosas no. La falta de infraestructura para tocar, los escasos buenos lugares y las reglas del juego casi siempre favorables para los empresarios son temas recurrentes. “Aunque todo el mundo se merece respeto, nosotros tenemos cierta trayectoria y hay un derecho de piso adquirido que hace que uno no quiera volver a pasar por algunas situaciones”, explica Gil Solá.

–¿Cuáles son esas situaciones?

Federico Gil Solá: –Ya existía desde antes pero, a partir de Cromañón sobre todo, hay una situación de maltrato, de ninguneo y de querer aprovechar que hay muchas bandas y pocos lugares para tocar, y la verdad es que no estoy dispuesto a exponerme a las faltas de respeto.

Andrea Alvarez: –Es obvio que estos dos proyectos que se juntan en La Trastienda no están pensados desde el afán de ganar dinero sino para pasarla bien y tocar la música que a uno le gusta como objetivo principal. Si encima que uno toca la va a pasar mal, mejor toco de música invitada con otra banda y no me hago cargo de nada.

–¿Esto es algo estresante por no estar en la masividad o pasa desde siempre?

A. A.: –En la masividad también pasa.

F. G. S.: –Nosotros estuvimos de los dos lados. Y después de la crisis económica y de Cromañón ya no hay estructura de nada, y uno tuvo que transformarse en productor de su propio show. Y la verdad es que cuando tuve que hacer eso, no me quedó más remedio que ponerme a pensar en cosas de las que jamás creí que iba a ocuparme, porque no estaba preparado para eso. Y, lamentablemente, persiste esa idea menemista de que todo tiene que estar hecho para lucrar: la cultura, la educación... “Ah no, si no deja plata, no sirve.” ¡Y hay cosas que no están hechas para ganar plata!

A. A.: –A veces hasta es mejor trabajar de otra cosa y después tocar la música que a uno le gusta, porque vivir de esto también tiene su lado feo, y justamente a uno le jode porque está involucrada la música.

F. G. S.: –Yo desarmé mi anterior banda, Exiliados, básicamente por eso: me angustiaba la precariedad en algo que tenía que ser una celebración, y me di por vencido.

–Cuando todo parece ser tan complicado, ¿cómo caen dichos como los de Abel Posse, cuando dijo que “el rock estupidiza a los jóvenes”? No parece haber aires nuevos...

F. G. S.: –De todas las cosas que dijo, ésa es la menos grave. Que un tipo, a esta altura del partido, salga a decir esas cosas que son de otra época, hasta casi te da ternura, no es importante.

Cosas de bateristas

Alvarez acredita un currículum importante: en los ’80 integró Rouge y Viudas e Hijas de Roque Enrol, y luego pasó como baterista y percusionista invitada por bandas como Soda Stereo, Divididos y Attaque 77, entre otras. En 2000 sacó Andrea Alvarez, su primer CD solista, al que siguieron ¿Dormís?, en 2006, y Doble A, en 2008. Por su parte, Gil Solá formó parte de la aplanadora del rock en la época de Acariciando lo áspero y La era de la boludez, y luego de alejarse de la banda en 1995, grabó Leaving Las Vergas (2001) y La suerte y la palabra (2005), junto a su banda Exiliados.

A juzgar por las apariencias, esa cuestión de estar ahí en el fondo, sin ser demasiado protagonistas, despierta cierto espíritu solidario entre los bateristas, que no se encuentra en aquellos que tocan otros instrumentos. “Siempre quise tener dos guitarristas, ¡pero no se llevan bien entre ellos!”, bromea Gil Solá, e ironiza: “Entre los bateristas sí, pero porque no tocamos entre nosotros”.

–¿Qué tienen en particular los bateristas que parecen tener cierta unión gremial?

A. A.: –Es cierto. Hay clínicas, se juntan, hay reuniones... Yo creo que no es algo muy femenino, es más propio del varón, con un espíritu un poco más futbolero y mecánico.

F. G. S.: –Es verdad, los bateristas son muy mecánicos. Yo no soy de esa tribu, no tengo esa impronta de saber cuál es el último platillo que salió, cuál es la última novedad...

–¿Y este encuentro cómo surgió?

A. A.: –Fue una idea que se me ocurrió. Me gusta cómo toca Fede y fui a verlo a él, pero cuando vi al Trío me encantó su estética sonora... Y ahí me quedó la idea de hacer un show con los dos tríos, y cuando tuve que plantearme la idea de cómo empezar 2010, pensé en que estaría bueno hacerlo juntos.

F. G. S.: –Fue muy valiente y generoso de su parte invitarnos, porque no somos una banda que tenga un disco grabado. Su apuesta es puramente musical, no marketinera, no estamos en ningún lado y el disco está en una etapa embrionaria, así que lo de ella es para destacar.

–Ustedes lideran o lideraron proyectos con su propio nombre. ¿Cómo componen siendo bateristas?

A. A.: –Ahora estoy aprendiendo guitarra, porque no podía soportar no saber. Antes, como no tocaba ningún instrumento, tocaba algo en un pianito, sabiendo las notas para después pasárselo a la banda. También canto las melodías mientras toco, y después vuelvo locos a los chicos tratando de explicarles.

F. G. S.: –Aprendí a componer con Divididos, porque ninguno aparecía con algo completamente terminado. Yo soy muy básico con la guitarra, pero en general compongo con eso. A veces salen algunas cosas a capella.

Si la banda de Alvarez (que se completa Nano Casale en bajo y Mauro Quintero en guitarra) es buena exponente de noise-rock garagero, el Trío Losavio-Herrera-Gil Solá parece intentar recuperar –a juzgar por lo escuchado en su MySpace– la vieja escuela del rock argentino, con aires a Manal, y mucha improvisación en vivo. Para dar una muestra de que los bateristas sí pueden tocar juntos, la “Unión de Fuerzas” intentará que haya cruces sobre el escenario (“La música es el arte de combinar los horarios”, se justifican) y demostrar que, a pesar de lo difícil que es ir por afuera, se puede. “El error es pensar que la cultura no es una inversión y no es importante”, explica Alvarez, “pero es un gran alimento, y muy necesario”.

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Andrea Alvarez, con Gil Solá y su banda: Tito Losavio y Gringui Herrera.
 
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