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Sábado, 18 de septiembre de 2010

MUSICA › JORGE NAVARRO Y ERNESTO ACHER, OTRO CONCIERTO JUNTOS

“Las canciones de Gershwin todavía sorprenden”

 Por Diego Fischerman

Jorge Navarro habla de Gersh- win. Y, para hacerlo, empieza con Irving Berlin. En una conversación con Página/12, en las vísperas del reestreno de Gershwin, el hombre que amamos –que subirá a escena hoy a las 21.30 en el Teatro Coliseo, M. T. de Alvear 1125–, el pianista dice: “Eran compositores increíbles. Y es impresionante lo que queda por ser descubierto. Ahora que tengo tiempo –un poco tarde, ¿no?–, me pongo a estudiar. Veo las canciones de Berlin y no puedo dejar de sorprenderme. Con Gershwin, a quien uno cree que lo conoce de memoria, pasa lo mismo. Lo que los músicos de jazz conocemos es apenas una parte. Por eso, en este espectáculo, aunque están las canciones que no pueden dejar de estar, las más populares, trato de que haya también piezas desconocidas”.

Navarro es uno de los grandes nombres de la historia reciente del jazz argentino. Y en esta aventura –que comenzó con otro pianista, Baby López Furst, como cómplice–, cuenta con Ernesto Acher como compañero. Más conocido por haber sido uno de los miembros fundadores de Les Luthiers, Acher combinó más tarde el desenfado y el gusto por el sonido de la big band en La Banda Elástica (donde también tocaba Navarro). “El proyecto surgió como resultado de varias coincidencias –relata Navarro–. En 1996 yo tocaba en dúo de pianos con Baby y tenía la idea de hacer Rhapsody in Blue con orquesta sinfónica; así es que le llevé la idea al director Pedro Ignacio Calderón, quien se entusiasmó y me pidió los arreglos para llevarla a cabo. Mientras, justo en esos días, me llamó Ernesto Acher, quien estaba terminando una versión jazzeada de la misma obra para dos pianos, diciendo que le encantaría que la estrenáramos con Baby, incluyendo algunos temas con orquesta. Parece imposible que pudiéramos haber tenido casi la misma idea en el mismo momento, pero así fue que empezamos a dar forma a la idea. Acordamos que harían los arreglos por partes iguales entre Baby y Ernesto y me dejaron a mí a cargo de los desarreglos”, bromea. Y enseguida se le ocurre otra forma de decirlo: “Uno hizo los arreglos para orquesta y otro los arreglos para el trío. Yo hice el resto”. Y, claro, resto no hay. Parte del espectáculo estará en manos de una orquesta integrada por músicos de la Sinfónica Nacional, la Filarmónica de Buenos Aires y la Orquesta Estable del Teatro Colón, que será dirigida por Acher, y parte a cargo del trío de Navarro, que conforman junto a él el contrabajista Carlos Alvarez y Eduardo Casalla en batería.

Todavía con López Furst como uno de los pianistas, realizaron conciertos entre los años 1997 y 1998, a razón de doce por año, en todo el país y también en San Pablo, Brasil. López Furst murió el 26 de julio de 2000 y el proyecto recién retornó en 2006, cuando Acher le propuso a Navarro volver a Gershwin, aunque esa vez con trío y orquesta sinfónica, con nuevos arreglos y nuevo repertorio. “Fue muy duro para Ernesto y para mí retornar a esa música sin el talento de Baby, pero también fue la mejor manera de recordarlo. Porque en nuestros corazones, Baby, como Gershwin, siempre vuelve.” Navarro reflexiona, por otra parte, sobre el doble papel de la obra de Gershwin, como partituras escritas para el teatro y el cine y como música de jazz, “cosa que él jamás imaginó”. Y es que esas canciones fueron tomadas y transformadas por el jazz y convertidas por el género en su material esencial. “Las versiones que hacemos, sobre todo cuando tocamos con el trío, son versiones jazzísticas, es decir improvisaciones sobre esas canciones. Pero el trabajo y la investigación con las partituras me permitió darme cuenta de que los músicos de jazz somos perezosos: mantenemos una cierta tradición y no la revisamos. Lo cierto es que muchas de las armonías originales de los temas son mucho más interesantes y más ricas que las que la práctica terminó convirtiendo en norma. En estas versiones no renunciamos al jazz como manera de acercarnos a estas canciones, pero recuperamos mucho de lo que estaba en la partitura y con la práctica del jazz se fue perdiendo.”

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