espectaculos

Viernes, 22 de octubre de 2010

MUSICA › EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE MUSICA BARROCA CAMINO DE LAS ESTANCIAS

Sonidos del pasado que son presente

Desde hoy, y hasta el domingo 31, cinco localidades cordobesas serán escenario de la novena edición del encuentro, que congrega a importantes personalidades de la música histórica ejecutada con instrumentos originales de Europa y América.

 Por Santiago Giordano

Desde su llegada a Córdoba, en 1599, hasta su expulsión en 1767, la Compañía de Jesús puso en acto un sistema religioso, económico, social y cultural con particularidades únicas en el marco de la conquista en la América hispana. Para proveer al sustento económico de empresas educativas y espirituales, como el Colegio Máximo, la Universidad, el Colegio de Nuestra Señora de Monserrat y el Noviciado, que habían levantado en la ciudad, los jesuitas organizaron un sistema de establecimientos rurales productivos, situados en el interior de la provincia. Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia y La Candelaria fueron los focos de una idea cuyos rastros culturales aún es posible perseguir. Desde hace algunos años, esas estancias y la manzana jesuítica del centro de la capital cordobesa –reconocidos como Patrimonio de la Humanidad– son escenario de un encuentro magnífico, que devuelve a la arquitectura barroca los sonidos de su época: el Festival Internacional de Música Barroca Camino de las Estancias, que hoy da inicio a su 9a edición.

Con la actuación de La Barroca del Suquía, la orquesta anfitriona del festival, comenzará en Córdoba una serie de conciertos que en distintos lugares marcados por el paso de los jesuitas se extenderá hasta el domingo 31 de octubre y que congregará a importantes personalidades de la música histórica ejecutada con instrumentos originales de Europa y América. La iglesia de la Compañía de Jesús, en el corazón histórico de la ciudad, será el escenario de De Dresden a Venecia: conciertos virtuosos para oboe y fagot, el programa inaugural, que tendrá además como invitados al oboísta cordobés Diego Nadra y al fagotista español Carles Cristóbal. “Tendremos el gran gusto de inaugurar el festival con dos grandes solistas”, comenta Manfredo Kraemer, violinista, director de La Barroca del Suquía y artífice del festival desde sus inicios. “Tuvimos la suerte de que las agendas coincidieran, aunque seguramente también hay de por medio cuestiones de amistad y cierto gusto por la aventura por parte de ellos. Nadra está radicado en Holanda, donde desde hace más de una década realiza una importante carrera, y Cristóbal es uno de los más importantes intérpretes del barroco en la actualidad. En Europa hay un puñado de fagotistas que pueden abordar el Concierto en Mi menor, de Antonio Vivaldi, con fagot barroco, y él está entre los que mejor lo hacen.” El concierto incluirá, como es habitual en La Barroca del Suquía, obras poco conocidas, aun dentro del universo de la música antigua. “Me gusta incluir en los programas algo raro, que estimule al público”, dice Kraemer. “En este caso será la Sinfonía a 8, de Jas Dismas Zelenka. No se trata de un compositor desconocido, al contrario, en su época se lo conocía como ‘el Bach Bohemio’. Pero esta obra es la muestra fiel de un compositor diferente; es particularmente difícil, de gran envergadura formal, exigente para los intérpretes y para los oyentes.”

Kraemer, una referencia internacional en la ejecución del violín barroco, divide su tiempo y su trabajo entre Europa, donde entre otras cosas forma parte del The Rare Fruit Council, y Argentina. En Córdoba dio vida al Festival Caminos de las Estancias, del que es director artístico, y fundó La Barroca del Suquía, una formación con instrumentos originales que desarrolla una notable actividad. “Naturalmente la orquesta ayuda a difundir la idea de este festival y en general de la música histórica ejecutada con instrumentos originales”, asegura Kraemer. “Pero no es sólo la orquesta anfitriona. En los últimos tiempos, incluso antes de recibir un premio Konex el año pasado, logramos estar presentes en la vida musical cordobesa y nacional.”

Mañana el festival continuará en la estancia de Caroya, 50 kilómetros al norte de la capital, con el Golías Ensamble de Rosario, dirigido por Hernán Vives, y un programa dedicado a la música barroca de los archivos coloniales latinoamericanos. El domingo, en la iglesia de la estancia Santa Catalina, construida en 1622, a 70 kilómetros al norte de Córdoba, el alto Martín Oro, argentino radicado en Basilea, la laudista Dolores Costoyas, argentina radicada en Toulon, y una versión reducida de La Barroca del Suquía interpretarán el programa Las voces del cielo. Música sacra para contralto en la Italia del Settecento. La segunda parte del festival comenzará el martes, en el Museo Marqués de Sobremonte, en el centro de la ciudad. Juan Manuel Quintana y Manuel de Olaso recrearán sonatas para viola da gamba y clavecín de Johann Sebastian Bach. El miércoles, el ensamble cordobés Confluencia Barroca ofrecerá el programa Música en las misiones jesuíticas y en las ciudades virreinales de la América Colonial en la capilla San Alberto, frente a la Compañía de Jesús. El jueves, en la capilla del convento de las Teresas, al lado de la capilla de San Alberto, el flautista Gabriel Pérsico y la clavecinista María de Lourdes Cútolo presentarán Melancolía y Gozo, con obras de Rameau y Domenico Scarlatti, entre otros. El viernes 29, en la estancia de Alta Gracia, 36 kilómetros al sudoeste de la ciudad, el ensamble Constelaciones, dirigido por Sebastián Barrios, ejecutará extractos de La pasión según San Mateo, de Tomás Luis de Victoria. En tanto, el sábado 30, en la Capilla de Candonga, en la Sierras Chicas, el músico armenio Gagik Kasparyan interpretará música tradicional armenia pata Dudúk, un instrumento con boquilla de caña con lengüeta doble, similar al oboe. “Siempre intentamos que haya un número distinto”, explica Kraemer. “Que directamente no tenga que ver con la música barroca, para que los músicos y los oyentes salgamos un poco de los carriles prediseñados por nuestras costumbres de escucha. Hacer esta especie de crossover es algo sano y muy interesante.”

El concierto final será el domingo 31 y marcará uno de los momentos más altos del festival. En la estancia de Jesús María actuarán la Capilla Panamericana, una experiencia artístico-didáctica con músicos de distintos países de América y Europa, y el Coro de Niños Cantores del Instituto Domingo Zípoli de Córdoba, dirigidos por Gabriel Garrido. “Aun si es un músico idóneo en variados campos de la música antigua, Garrido tiene una gran importancia en la difusión de la música barroca colonial latinoamericano en Europa”, explica Kraemer. “Desde el principio quisimos que estuviera en este festival y este año las cosas finalmente coincidieron.” Kraemer explica que la organización del festival se apoya sobre pocas bases, pero concretas. “Se trata de saber qué de bueno está o podría estar por estas latitudes en la época del festival, qué artistas están por trabajo o por vacaciones y si pueden hacer algo con nosotros”, explica y concluye: “El apoyo de la Provincia nos permite cierta seguridad, cosa que es bastante singular para una manifestación de este tipo, pero que lo más importante es el público, porque si no hubiésemos tenido de entrada un público cautivo y entusiasta que cada año espera el festival, nada sería posible. Eso tiene que ver con la continuidad”.

Compartir: 

Twitter

El violinista Manfredo Kraemer, director de La Barroca del Suquía, orquesta anfitriona.
 
CULTURA Y ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.