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Sábado, 30 de octubre de 2010

MUSICA › HOY COMIENZA EL CICLO DE MúSICA CONTEMPORáNEA DEL TEATRO SAN MARTíN

Catorce años de construir un público

Esta edición arrancará con el estreno de la ópera Aura, de José María Sánchez Verdú, pero tendrá como gran momento la que debía ser la inauguración, postergada para el 7 de diciembre en el Colón: la monumental Cuarta sinfonía, de Charles Ives.

 Por Diego Fischerman

En vista del duelo nacional, el Teatro San Martín canceló sus actividades para el fin de semana, excepto una: la inauguración del Ciclo de Música Contemporánea, que este año llega a su decimocuarta edición consecutiva. Y aunque debía inaugurarse el jueves en el Colón, con la Cuarta sinfonía, de Charles Ives, finalmente el inicio será hoy a las 20.30, en la Sala Casacuberta del propio San Martín, con el estreno de la ópera Aura, de José María Sánchez Verdú, basada en un cuento del escritor mexicano Carlos Fuentes. La presentación tendrá puesta en escena de Emilio García Wehbi y será dirigida por el propio compositor, una de las figuras más importantes de la escena musical española. Con una nueva función el domingo 31, estará protagonizada por los cantantes Eugenia Fuente, Virginia Correa Dupuy y Andreas Fischer, más Esteban Manzano y Javier Lezcano en voces y el actor Horacio Marassi. El grupo instrumental incluirá, además de músicos europeos y argentinos, a los acordeonistas Iñaki Alberdi e Iñigo Aizpiolea (que el martes 2 tocarán, como dúo, en esa misma sala) y el grupo Experimentalstudio des SWR, que presentará un instrumento nuevo, el auraphon, que inventó y operará Joachim Haas.

Martín Bauer, creador y coordinador del ciclo, cuenta que cuando este proyecto empezó “había varias cosas que empezaban”. “Podría decirse que la primavera democrática a la música le llegó tarde. Esta es una época más o menos parecida, en el sentido de que hay infinidad de proyectos nuevos. El objetivo principal era construir un público, y creo que se cumplió. El ciclo tiene un público y no sé si esas cosas existen, pero mi sensación es que es un público creativo. Y eso contrasta mucho con lo que pasa en los festivales europeos. Por otra parte, recién el año pasado comenzamos a repetir algunas obras, cuya interpretación implica un esfuerzo enorme, y no tenía sentido que se hicieran una única vez. La música tiene una doble pertenencia, al mundo de las ideas y al mundo del espectáculo. De alguna manera, creo que el ciclo se volvió cada vez menos académico. De hecho, no hay talleres, conferencias ni actividades de ese tipo, entre otras cuestiones porque no hay estructura como para contenerlas, y nos preocupamos exclusivamente por lo que sucede sobre el escenario.”

El mascarón de proa del ciclo debía ser la monumental Cuarta sinfonía que Charles Ives acabó de componer en 1916, en los Estados Unidos, fuera de toda tradición o, más bien, mezclándolas (de manera muy norteamericana) a todas ellas. La obra requiere dos directores y las dificultades para ensamblarla son extremas. Una orquesta aumentada con una elaborada batería de percusión y hasta con una trompeta que toca una sola nota en toda la obra, además de un coro, piano y órgano; un nivel de complejidad rítmica y textural inédita en el momento en que la sinfonía fue compuesta; la superposición de dos, tres y hasta cuatro ensambles tocando en distintas tonalidades y con diferentes unidades métricas, constantemente entrando y saliendo de la sincronización; un material musical en el que se entremezclan himnos, canciones populares y patrióticas, con un contrapunto intrincadísimo y donde las voces secundarias a veces son casi inaudibles, como una especie de sustrato enigmático e inquietante. Y esa descripción, sin embargo, no alcanza para dar cuenta del sonido. El concierto, que sería inaugural y que se postergó hasta el 7 de diciembre, será dirigido por Alejo Pérez (con la asistencia de Emiliano Gerzerstein), estará a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, contará con la participación del Coro Polifónico Nacional (que conduce Roberto Luvini) y del pianista Horacio Lavandera y significará la primera vez que el ciclo tenga al Colón como sede.

Entre las visitas extranjeras se destacan la presencia del Ensemble Mosaik, de Alemania, que actuará el próximo lunes 1º de noviembre a las 20.30, en la Sala Guastavino del Centro Nacional de la Música (México 564), haciendo composiciones del argentino Eduardo Moguillansky, Enno Poppe, Simon Steen-Andersen, Samir Odeh-Tamini, Salvatore Sciarrino y Stefan Streich, y del grupo francés L’Instant Donné, que actuará el miércoles 3 en la misma sala. Esta agrupación, una de las más importantes en el universo de interpretación de música contemporánea, presentará un programa con obras de Giacinto Scelsi, el argentino radicado en Francia Daniel D’Adamo, Heinz Holliger y Clemens Gadenstätter. El grupo también actuará hoy en Villa Ocampo (Elortondo 1837, Beccar).

Bauer reconoce como su gran interlocutor, en estos años, a Kive Staiff, y entiende que el hecho de haber generado este ciclo en un teatro y charlando con gente de teatro lo llevó a comprender cuestiones que “una vez que algo está en escena, es obvio que ya no existe sólo en el mundo de las ideas”. “En los Estados Unidos o en Europa esta clase de festivales se hacen en universidades. A mí me seduce que en este caso se realice en un teatro. Lo que llama la atención es que en una ciudad como Buenos Aires, que ama la música y que tiene una relación fluida con la cultura, haya resultado el único. O por lo menos el único en tener un presupuesto adecuado como para hacer aquello que se quiere hacer.”

El ciclo abarcará un total de dieciséis conciertos e incluirá la presentación de un ensamble dirigido por Diego Masson, interpretando composiciones de Arnold Schönberg, György Ligeti y Franco Donatoni; una noche dedicada a Morton Feldman y Samuel Beckett; la presentación de Laborintus II, de Luciano Berio, y de un programa monográfico dedicado a Luigi Nono por el Cuarteto Diotima de Francia; y conciertos con obras de Thierry Riley, Alvin Lucier (un pionero en la experimentación sonora), Gérad Grisey (una de las grandes figuras del espectralismo francés, tempranamente fallecido) y, también, autores argentinos como Mauricio Kagel, Gerardo Gandini y Santiago Santero.

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A Martín Bauer le extraña que el ciclo que él coordina haya resultado el único del género.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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