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Martes, 13 de diciembre de 2011

MUSICA › EL GUITARRISTA ESPAñOL DIEGO GARCíA PRESENTA SU DISCO TWANGUERO EN BORIS CLUB

Una especie de Johnny Cash latino

El músico, que es parte de la banda de Andrés Calamaro, tiene tatuada la palabra “twang” como identificación de un sonido, al que asocia “a la guitarra norteamericana de raíz”.

 Por Cristian Vitale

Diego García dobla el brazo hacia delante y revela el tatuaje. Dice “Twang”, en azul, y deshace toda sospecha sobre la naturaleza de su disco solista, el segundo. Twanguero no alude en absoluto a un trasvase al tango de este guitarrista español, nacido en Valencia y criado en Madrid, que Andrés Calamaro adoptó como guitarrista líder de su banda actual, sino a una forma musical que no alcanza a ser género. Que apenas se rastrea en diccionarios como “sonido vibrante, tañido” o –en otro sentido– como “gangueo” y que el mismo García revela como una alquimia “pre Elvis” entre líneas melódicas country, temas blues e improvisaciones de jazz. “A ver, yo diría que el twang es un estilo asociado a la guitarra norteamericana casi de raíz, de los ’30 o los ’40, al sonido de los principios eléctricos del ragtime, el swing o la obra de Django Reinhardt... En fin, todo lo que escucharon Clapton y Richards”, trata de precisar. El resto lo revela el adentro: diez piezas –excepto “Fretting Fingers”, de J. Bryant, y “Hound Dog”, el tema de Leiber y Stoller que popularizaron los Beatles– provenientes de su pluma, casi todas instrumentales y con títulos en inglés. “Lo único que españolicé fue el nombre”, se ríe, mientras piensa a Johnny Cash y las guitarras de Nashville como estrategia para convencer a los curiosos del convite ultravintage. “Voy a tocar el disco con amigos el martes 13... ¡martes 13! Dios... Lo único que espero es que venga alguien. Imaginen a un Cash latino”, se autovende.

La cita es hoy en el Boris Club (Gorriti 5568) a las 22 y García (guitarra y lapsteel) se hará de un formato mínimo (Gastón Baremberg en batería y Gonzalo Fuentes en contrabajo) para agitar la novedad. “Cuando me preguntan qué hacemos, siempre digo que somos como una banda sonora de cine mudo o cine negro... Esto es como una amalgama de cosas, que se toca tal cual están grabadas, porque con un día me alcanzó para grabar casi todo el disco, y es algo que cierra bien. No soy partidario de las producciones de meses.” García se fue de España tentado por tender un puente cotidiano entre Nueva York (donde la fue de rocker girando por antros) y Buenos Aires, pero también por los efectos de la crisis europea. Recaló en Villa Urquiza y dice que no extraña Madrid –apenas la comida y ciertos afectos–, porque Buenos Aires es la única ciudad del mundo “donde te puedes encontrar con un montón de propuestas diversas todas las noches”. “Es una ciudad muy inspiradora para hacer discos”, sentencia.

–¿Más que Madrid?

–A la par; pero la diferencia es que en España no hay dinero y está paralizada. No es que acá haya tanto, pero la gente se las ingenia distinto. Están acostumbrados a que las crisis pueden ser largas, mientras que en España nos tomó desprevenidos: los músicos, por ejemplo, vivíamos básicamente del Ministerio de Cultura. Podías hacer 80 conciertos, que te los pagaban todos, hasta que desapareció todo. Me atrevo a decir que hoy por hoy no existe el oficio de músico en España. Acá el problema es otro: hay tanta banda extranjera viniendo que Charly García, que es una gloria, no puede poner una entrada a 100 pesos... Eso es lamentable.

García, uno de los mejores diez guitarristas de España según la revista Efeme, atravesó las inferiores del rock buscando las raíces y en medio dio con la troupe Calamaro. “Era inevitable cruzarlo por la Calle del Pez, allí en Madrid, pero concretamos acá, cuando Andrés volvió y tocó con Bersuit. Era 2006 y me dijo: ‘Estamos armando una gira con Fito y Fitipaldis, y no tenemos guitarrista’. Nos tomamos una cerveza y salió natural: ni siquiera hubo una prueba”, reseña. La gira resultó interminable y el sonido austero y fino de las guitarras de On the Rock (último disco del ex Abuelos a la fecha) lleva la impronta twang de García. “Con él soy totalmente twanguero, diría que incluso potencié el estilo. No sé, nosotros nunca hablamos en términos estrictamente musicales. Hay mucha libertad.”

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“Con Calamaro soy totalmente twanguero”, asegura García.
Imagen: Pablo Piovano
 
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