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Viernes, 28 de diciembre de 2012

MUSICA › LUCES Y SOMBRAS EN LA ACTIVIDAD DE LA LLAMADA “MúSICA CLáSICA”

Dificultades y saltos de calidad

El ciclo El Anillo del Nibelungo comenzó como una demostración de potencia y acabó con dolorosa agonía en el Teatro Argentino de La Plata. Buenos Aires Lírica y Juventus Lyrica, en tanto, continuaron con una actividad más que meritoria.

 Por Diego Fischerman

Un viejo chiste popular hablaba de un caballo que murió justo cuando estaba acostumbrándose a no comer. Tal parece haber sido el destino del Teatro Argentino de La Plata luego de no recibir, durante todo 2012, más que la 30ª parte del presupuesto asignado. Víctima de la debacle económica de la gobernación de Buenos Aires, que llevó a poner en peligro el pago de los aguinaldos de mitad de año de todos los empleados estatales de la provincia, el teatro no pudo abonar ninguna de las contrataciones de este año, debió suspender varios títulos y su Tetralogía wagneriana, que había comenzado brillantemente la temporada con El oro del Rhin, no llegó a su segunda parte, La walquiria, prevista para cerrar 2012.

Programado no sin malicia para competir con la versión reducida del Colón, el ciclo El anillo del nibelungo comenzó como una demostración de potencia y acabó con dolorosa agonía. En menos de un año, un teatro que, desde la nada y luego de años de malas gestiones, había logrado instalarse en el mapa cultural, afianzar sus cuerpos artísticos y generar proyectos de largo alcance, quedó reducido a la impotencia más absoluta. Alejo Pérez, director musical y responsable de gran parte de ese crecimiento, renunció. Lo mismo hizo el director del coro, Miguel Martínez. Se dice que quien conduce el ballet no tardará mucho en sumarse y el director artístico, Marcelo Lombardero, prepara mientras tanto una programación de emergencia para 2013. Como gesto postrero de un derrotero de final incierto, el teatro ofreció, de todas maneras, algunos espectáculos de gran nivel, comenzando por ese Oro del Rhin que, con puesta del propio Lombardero situó el Rhin en Dock Sud y el Walhala en Puerto Madero. La presentación de Pepita Jiménez con puesta de Calixto Bieito, que fue el cierre anticipado, estuvo también entre los puntos altos, con una mirada inteligente sobre un texto y, sobre todo, con un profundo manejo de las situaciones teatrales. El Centro experimental del teatro (Tacec) tuvo también momentos significativos con Luz de gas, una suerte de autobiografía musical de Margarita Fernández con puesta en escena de Martín Bauer y el estreno de Multitudes, de Federico León, y la orquesta y coro realizaron varios conciertos recordables.

Buenos Aires Lírica y Juventus Lyrica, las dos asociaciones privadas más importantes entre quienes programan ópera por fuera del Colón, continuaron con una actividad más que meritoria, mientras que las sociedades de conciertos también tuvieron temporadas de buen nivel, dentro de las que se destacaron las actuaciones de la cantante Joyce DiDonato para el Mozarteum y, para Nuova Harmonia, de la Orquesta de Cámara alemana conducida por Vladimir Ashkenazy y del pianista Nelson Goerner junto a Boris Brotskyn en violín. La Comunidad Amijai, convertida desde hace unos años en uno de los centros musicales de Buenos Aires, volvió a realizar su concurso internacional de violín y presentó, entre otros conciertos notables, el de quien fue presidente del jurado, Shlomo Mintz, que interpretó magistralmente los 24 Caprichos de Paganini.

En su decimosexta edición consecutiva, el ciclo de conciertos de música contemporánea del San Martín produjo, también, algunos hechos relevantes en la escena porteña. La visita del compositor Steve Reich y dos conciertos con algunas de sus obras –sobresalió Tehilim, de apasionante complejidad–, desde ya, y, en sociedad con el Colón, el estreno de la revolucionaria Sinfonía Nº 4, de Charles Ives (ver nota principal), por supuesto. Pero también el estreno de Cachafaz. Tragedia bárbara, de Oscar Strasnoy sobre texto de Copi, con puesta de Pablo Maritano y deslumbrantes actuaciones de Víctor Torres y Pol González, y la presencia del grupo francés 2e2m. Un nuevo lugar dedicado al teatro musical y la música actual, Hasta Trilce, tuvo también una programación seductora, con estrenos como el de De noes tropos y perros, de Andrés Gerszenzon con textos de Oliverio Girondo; Puño, de Miguel Galperín, y El lugar de los hechos, de Marcos Franciosi y Valeria Martinelli, además de la presentación de la excelente Tangos ausentes, del coreógrafo Carlos Trunsky con la participación de la pianista Haydée Schvartz y la bailarina Maricel De Mitri. La Secretaría de Cultura de la Nación, por su parte, encargó y estrenó obras del boliviano Cergio Prudencio, del ecuatoriano Mesías Maiguascha y del argentino Eduardo Kusnir, y repuso, además, en el Centro Cultural Haroldo Conti, La casa sin sosiego, de Gerardo Gandini, con texto de Griselda Gambaro, en una nueva puesta de Pablo Maritano.

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La presentación de Pepita Jiménez con puesta de Calixto Bieito fue uno de los puntos altos de la temporada.
 
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