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Domingo, 17 de marzo de 2013

MUSICA › SE EDITARON EL DOCUMENTAL SOUND CITY Y SU BANDA SONORA

Sesenta canales para el rock

El film dirigido por Dave Grohl es el testimonio de su amor por el estudio donde grabó Nevermind junto a Nirvana y por la consola Neve, que finalmente compró tras el cierre del lugar. Allí trabajaron desde Neil Young y Fleetwood Mac hasta Nine Inch Nails y Weezer.

 Por Luis Paz

En 1973, Tom Skeeter, dueño de los estudios angelinos Sound City, tomó una decisión crucial para su economía matrimonial y la historia del rock. Agarró 78 mil dólares, el doble de lo que había pagado por una casa en la exclusiva zona de Toluca Lake –donde, entre otros, han vivido Sinatra, Tarantino y Denzel Washington–, y compró una consola manufacturada Neve modelo 8078. “Si al lugar le iba mal, con eso hubiera podido pagar todas las cuentas”, dice en la entrada al documental Sound City, que versa sobre ese lugar, esa consola y esas mil historias. El film acaba de ser publicado aquí junto a su banda de sonido, un combo creado colectivamente bajo dirección curatorial del ex baterista de Nirvana, actual líder de Foo Fighters y reciente propietario de la Neve 8078, Dave Grohl. Sólo en el primer lustro de Sound City Studios grabaron allí Grateful Dead, Fleetwood Mac, Tom Petty, Bill Crosby y Elton John. Aunque es cierto que, en el mismo lapso, el precio del barril de petróleo pasó de 1,62 a 30 dólares, por lo que una inversión petrolera le hubiese reportado a Skeeter más de 1,3 millón de dólares por aquellos 78 mil...

Aun así, los amantes de la música entenderán que no se lo puede criticar por no haber anticipado la crisis del petróleo de los ’70, pero claramente se le puede agradecer su salto al sonido del vacío de una sala acustizada. Con su osadía, sentó las bases técnicas para lo que fue una tradición: la música alternativa anglosajona (y también chicana, porque hasta allí llegó Santana para grabar a comienzos de los ’80) puso piedras fundamentales desde la puerta de Sound City, esa que siempre se inundaba, y de allí directo hasta el amor internacional, la riqueza artística y el Salón de la Fama. En buena medida por la Neve y Sound City, el rock de intención no comercial pudo competirle al otro en calidad y fidelidad de sonido.

Es que si Neil Young y Dr. John (con After the Gold Rush y Gumbo) habían inaugurado Sound City luego de una no muy fundamental grabación del grupo psicodélico Spirit, ya en los ’90 llegaría Nevermind, el disco de Nirvana que inició una nueva era en el rock, en la que la música alternativa se inscribió en el mainstream llevándose puesta, entre otras, a la sanidad mental de Kurt Cobain. Y luego de ese álbum, una estampida de rock industrial, revulsivo, duro o inteligente (que valgan Tool, Rancid, Kyuss y Weezer). En la Neve nació, sin ir más lejos, el stoner rock: Kyuss y Queens of the Stone Age se construyeron enredándose en la cinta de esa consola de sesenta canales.

Si acercarse a la historia de esa Neve, obra del brillante ingeniero electrónico Rupert Neve –que fue elegido como la personalidad del siglo en materia de audio por sus colegas en la revista Sound Studio– no basta, allí están las decenas de caras o nombres conocidos, uno detrás del otro, hablando de su música, del estudio, de los implicados, de la creación humana, al fin. Que de eso se trata: Grohl intentó anidar en lo humano de la creación musical al calor de esa consola empolladora de clásicos del nuevo rock de los ’90. O Petty o Lars Ulrich o Josh Homme o Trent Reznor o Rick Rubin o Butch Vig. Alguno conectará con la fibra rockera de muchos.

Y si no basta con eso para generar excitación en torno de Sound City, el documental, y Sound City: Real to Reel, la banda de sonido, pues ahí está el gesto contundente, sobre el final de uno y de otro: la reunión de los Nirvana sobrevivientes (Grohl, el bajista Krist Novoselic y el guitarrista “de apoyo” Pat Smear) con Paul McCartney para un rock primal y magistral llamado “Cut Me Some Slack”, estrenado en el Concierto para el Alivio de las Consecuencias del Huracán Sandy en el Madison Square Garden, aunque no incluido en el disco doble de ese evento, publicado hace unas semanas.

Real to Reel enhebra casi una hora de rock con las agujas de cuatro o cinco generaciones. Desde la desnudez que evoca el cantante Corey Taylor, curiosamente uno de los enmascarados del grupo de metal extremo Slipknot, hasta la simpatía de bebida energizante de Lee Ving. La primera aparecida en pantalla trabajando en las canciones que arman y acompañan la película es Stevie Nicks, de Fleetwood Mac. Y no es casual: con su compañero del primitivo dúo Buckingham Nicks (Lindsey Buckingham) fueron los primeros en registrar en la 8078 el sencillo “Crying in the Night”. Y no es un error: ella tiene nombre de varón y él, de mujer. Tal vez los que leyeron los créditos de aquella grabación, entre ellos los primeros Fleetwood Mac, los llamaron al revés al topárselos o al invitarlos a sumarse al grupo. Tras esa fusión, allí mismo grabaron Rumours, un disco esencial del rock de canciones livianas.

Al parecer, aún hoy la Neve suena “de puta madre”. La expresión es del propio Grohl, que conste. Y el músico, en este círculo que comienza con él narrando su viaje desde Seattle a Los Angeles con Cobain y Novoselic para registrar Nevermind, al fin termina siendo el propietario de la Neve, con la que registró Wasting Light, el último disco de su banda. Y Toluca Lake acaba recibiendo ahora a estrellitas Disney como Demi Lovato y Miley Cyrus. Y los Sound City cerrados al público desde mayo de 2011, con Suck It and See de los Arctic Monkeys como (ahora ante)última producción. Y el precio del barril de crudo a más de cien dólares. Y Skeeter como dueño del edificio: todavía portero de un aula magna del rock internacional.

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Dave Grohl y Butch Vig en la producción de la banda sonora Sound City: Real to Reel.
 
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