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Sábado, 4 de mayo de 2013

MUSICA › LEANDRO ETALA PRESENTARA TIEMPO EN EL AIRE

Un universo personal

Después de tocar en la banda de rock Willem y de componer para Elena Roger, el cantautor debuta como solista con un trabajo en el que la canción es la protagonista.

 Por Sergio Sánchez

Una de las formas para reconocer la importancia que músicos como Luis Alberto Spinetta, Fito Páez o Charly García han tenido en la cultura popular argentina es encontrar sus huellas en autores de nuevas generaciones. Ellos, más allá de construir una obra esencial, han dejado algunas enseñanzas y modos de entender la música. El disco debut como solista de Lisandro Etala, Tiempo en el aire, es una reflejo de ese legado musical. El cantautor, pianista y guitarrista entiende a la música como un terreno amplio y libre de prejuicios. Después de grabar tres discos con la banda rock pop Willem, escribirle temas a Elena Roger y arreglar para Ligia Piro y Claudia Sinesi, Etala decidió mostrar sus composiciones en solitario y poner a “la canción como protagonista”. En formato cuarteto –lo acompañarán Juan Pedro Huici en bajo y contrabajo, y Tomi Lucadamo y Diego Gosiker en batería y percusión– presentará el disco mañana a las 21 en Café Vinilo, Gorriti 3780.

Tiempo... es un trabajo con canciones generosas, muy bien logradas, y con una riquísima paleta de colores y paisajes sonoros. A lo largo de trece temas, el músico logra un universo reconocible y personal. De esta forma, abreva en la bossa en “Cactus” (a dúo con Ligia Piro), le hace un guiño a la chacarera en “Como pasajero”, al jazz en “Fantasías con puré”, remite a la poética spinetteana en “Cinco luces” y hay algo de Páez en “Lo que soy”, el corte de difusión. De entrada, con sólo leer la lista de temas, ya da pistas: hace una versión de “Inconsciente colectivo”, de Charly García. Cada pieza está cuidadosamente arreglada, instrumentada y cantada. “Son canciones con la fuerza del pop pero con otra sonoridad, más acústica”, define Etala.

–Después de tocar con una banda y trabajar para otros músicos, ¿qué implica grabar en solitario y ponerle el cuerpo a eso?

–Siempre tuve bandas de rock y me encargué de la parte de composición, arreglos y también de la voz. Entonces, por ese lado, vengo mostrando mis canciones. Pero en esta etapa el disco es más acústico e intimista. Y quise sacarme los prejuicios del rock, que a veces no te permiten abrir estilos o sonoridades. Quería hacer algo más versátil, tomando cosas del jazz, de la bossa y el folklore. Son temas que me ponía a tocar con la criolla y quería plasmarlos en un disco. Sentí más libertad para hacer lo que tenía ganas. Siempre fui muy diverso en lo que escucho o en las canciones que hago. Pero al estar dentro de una banda de rock, a veces necesitás cierta sonoridad o personalidad, y no es tan fácil irte para otro lado. Pero haber laburado con gente del jazz, de la bossa y el folklore me fue nutriendo. Y escuchando también de oído, porque no me considero ni a palos jazzero ni folklorista. Tomo cosas prestadas de otros estilos. Por otro lado, descubrí el tango y el folklore escuchando a artistas populares, como Juan Carlos Baglietto o Fito. De chico tenía casetes variados en donde cabía tanto Baglietto como Smashing Pumpkins.

–Al encarar una versión de “Inconsciente colectivo” ya toma cierta posición o se enmarca en una tradición...

–Reconozco cuatro pilares fuertes: Spinetta, (Gustavo) Cerati, Charly y Fito. Ese tipo de canciones me atrapan. Cada uno con su estilo. Uno con su lírica, otro con su vuelo armónico, otro más melódico. Son totalmente reconocibles e influyentes para mí. No me gusta etiquetar, pero si tenemos que encuadrarlo en algo, lo que hago es pop acústico. Pero la base es canción popular. Me gusta llamarlo pop por el hecho de darle importancia a la melodía. Canción popular está bueno pero pop acústico también es un lindo término. Me gustaría llevar esta canción popular a esa fuerza del pop, por ahora con instrumentos acústicos. Pero nadie dice que en un segundo o tercer disco no vuelva a la guitarra eléctrica y a una sonoridad más rockera. Manejo varios lenguajes, porque no me cierro.

–¿El sonido acústico tiene que ver con la búsqueda de darle una sonoridad más intimista?

–El objetivo fue optimizar la melodía y darle prioridad. A la vez, sentía que necesitaba que se escuchara más la voz. En una banda de rock, sobre todo en vivo, se pierde la voz, lo que decís, lo que cantás. Entonces, le empecé a dar más bola a la voz, a tomar clases de canto. Y también jugar con el ambiente, con las sonoridades, mezclar los instrumentos. El disco tiene violín, percusión, alguna guitarra eléctrica. Pero prioricé la melodía de la voz y la letra. La canción pasa por ahí. Después puede estar acompañada por otras cosas, pero la idea es que la canción sea la protagonista.

–¿A qué cree que responde el florecimiento de la canción de autor?

–Tiene mucho que ver lo tecnológico. Hoy uno se anima a grabarse por medio de una computadora y salir a tocar. A la vez, hay mucho para escuchar y descubrir. Y también influye lo que cuesta sostener la estructura de una banda. Ni hablar de los arreglos que tienen los boliches con la banda. El post Cromañón marcó todo. De todas formas, colgarse la guitarra y cantar nos gusta a todos. El sonido de la criolla, lo acústico, me pareció más terrenal. Significa salir un poco de lo volador y poner más los pies sobre la tierra. Los que hacemos canciones empezamos ahí. Más allá del avance tecnológico, se está volviendo a la aldea, al fogón. Hay una necesidad de compartir las canciones.

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Leandro Etala tocará mañana a las 21 en Café Vinilo.
Imagen: Rafael Yohai
 
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