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Sábado, 22 de febrero de 2014

MUSICA › JUGA DI PRIMA PRESENTA CANCIONES DE EDITH PIAF

“Escucharla me voló la cabeza”

La cantante y multiinstrumentista chilena mostrará Juga di Piaf a la medianoche en Velma Café. “Repienso sus canciones y les doy una sonoridad mucho más bluseada, con ciertas licencias rítmicas”, explica sobre el show, en el que también incluye temas propios.

 Por Cristian Vitale

Es chilena. Cruzó la cordillera con fines musicales una sola vez y fue en el marco del último Bafim. Excepto para quienes la vieron aquella noche de septiembre, resulta casi un enigma a develar. Para empezar, se llama Juga di Prima, canta y toca varios instrumentos. Para seguir, un revuelto de palabras clave desemboca en Marlene Dietrich, Polinesia, Schubert, arias italianas antiguas, ukelele, Muddy Waters, Janis Joplin y Edith Piaf. “Yo, hoy y acá, empezaría por la Piaf”, orienta Juga, con la firme intención de dar visibilidad a su segunda visita a Buenos Aires (hoy a la medianoche en el Velma Café, Gorriti 5920) y a la excusa que la explica: un “chou”, como pronuncia ella, dedicado a la cantante parisiense más notable del siglo XX. “La verdad es que no me visto ni me disfrazo de ella, no intento imitarla ni emular su voz, algo que tampoco podría”, se ríe.

–¿Y entonces qué?

–Repienso sus canciones y les doy una sonoridad mucho más bluseada, con ciertas licencias rítmicas. Además, me he tomado el trabajo de traducir versos clave de cada canción, para que el oyente se pueda relacionar de otra forma con las historias que narra. Me interesa que pueda rescatarse la letra para un público que no habla francés, tiene un plus de poder adentrarse en las canciones de Piaf sin que ellas pierdan su esencia y esto en un ambiente teatral e íntimo, como también hacía ella.

El marco está puesto, entonces, y Juga di Prima se convertirá en Juga di Piaf –así nombra al concierto– durante las dos horas en las que la cantautora mechará interesantes piezas propias –“Un tesoro” o “El orden de las cosas”, por caso– con temas de la diva francesa pasados a una sonoridad singular: piano, acordeón y ukelele. “Cuando la escuché, me voló la cabeza. ‘¿Qué es esto?’, dije... Tenía 20 años, no entendía francés y no podía creer lo que me provocaba. Piaf me paraba los pelos y me hacía llorar”, sostiene, casi con la misma pasión que le brota cuando habla de Janis Joplin, Dietrich, la chanson francesa o la Isla de Pascua, la colonia chilena enclavada en la Polinesia que baña las aguas del Pacífico, y que acaba de visitar. “Venía de estudiar música contemporánea en la universidad de mi país, luego de un viaje por Alemania y su idioma musical duro, estructurado, y mi experiencia en la isla me sacó de eso, me equilibró”, se ríe.

–El ukelele le abrió otra puerta de la percepción.

–(Risas.) Puede ser. Ya ponía kalimbas, mandolinas, liras y guitarra a mis canciones, siempre con la inquietud no de dominar un instrumento a la perfección, sino de buscar las necesidades para cada canción. Y cuando fui a la isla, quedé encantada con su cultura y su paisaje, y di con el ukelele, que se transformó en un instrumento central para mí, y con la cultura rapanui que, a pesar de ser parte de Chile, es totalmente desconocida por los propios chilenos. La mayoría de mis compatriotas, más allá de las plumas, no están familiarizados con lo rapanui, y yo tenía la inquietud de saber cómo era. ¡Me fascinó!

La estadía en la Isla de Pascua le suma un punto al nomadismo musical de la cantautora –y experta jugadora de ajedrez– que ya ha paseado sus músicas por París, Gibraltar, Cádiz, Berlín, Tánger o Eslovenia, y que no tiene drama, tal como marcan las palabras clave del principio, en mezclar músicas polinésicas con blues-rock, arias italianas y sonidos clásicos. “No invento nada si digo que viajar te torna ecléctica, heterogénea. Y mi último giro, como dije, fue que venía súper decimonónica de Alemania, donde había estado estudiando sus músicas y su idioma súper duro, y llegar a la isla significó un cambio de paradigma en mi vida... Me sacó de la cosa mental, estructural, me soltó. El rapanui es un idioma más de los sentidos y sus músicas tienen una estructura sencilla que me influyó mucho para componer mis últimas canciones. Digamos que surgió algo nuevo para sumar a la simbiosis que está siempre presente en lo que hago. Es la única constante”, determina di Prima, acercándose, de paso, a un disco que dará a luz en breve titulado con otra “única” constante: su nombre.

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La única visita anterior a Buenos Aires de Juga di Prima fue durante el último Bafim.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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