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Lunes, 17 de marzo de 2014

MUSICA › JAIME ROOS CERRó LA TEMPORADA VERANIEGA DEL KONEX CON UN CELEBRADO CONCIERTO

Una noche relajada, luminosa y feliz

Esta vez, el cantautor uruguayo mostró un repertorio de clásicos y nadie se quedó con las ganas de escuchar sus canciones favoritas.

 Por Cristian Vitale

“Nos encantan los conciertos al aire libre; tras cartón, ligamos esta luna.” La sonrisa dibujada de Jaime Roos, tal vez como una mueca revivificada de aquella que quería robarle a Colombina, eleva sus bigotes hacia el cielo y marca el tono de la noche. Jaime está feliz y cuando eso ocurre, ocurre el contagio. Las 2500 personas que pueblan el patio sin techo de la Ciudad Cultural Konex, donde el oriental clausura la larga temporada veraniega, viran la mirada hacia arriba y el astro cuya redondez alcanza un contorno casi perfecto, parece entrar en completa empatía con ellos. Con cada quien. Con los músicos. Con la gente. Y con Roos, claro, el anfitrión. La idea, esta vez, no era presentar un disco (el último, el nodal Hermano, te estoy hablando, data de 2009), tampoco enhebrar un concierto de “lados B” –de esos tan maravillosos que tiene– que contemple los gustos más exigentes, sino ir al grano. Ir a un repertorio seguro, de clásicos, baile, agite, carnaval y tribuna, que, viniendo de quien viene, da un buen plan, ajustado incluso por un estado de ánimo afín. Los bigotes elevados son la constante, y relajarse también. El Roos perfeccionista, tozudo y obsesivo, da paso esta vez, durante poco más de dos horas, a otro Roos que cuenta chistes, se olvida de ciertas letras –la de “Colombina”, nada menos– y se toma su tiempo para afinar la guitarra. “¿O quieren que la toque desafinada?”, confronta él, ante la ansiedad de los pedidores de temas.

Entre tales marcos estéticos, anímicos y lúdicos, entonces, trasciende la templada noche porteña. Y el set es como un reflejo resignificado de aquel “Concierto Aniversario” que dio en el Teatro Solís de Uruguay, en 1997, y que quedó plasmado en un disco de nombre epónimo, editado poco antes del alba del siglo pasado, y de entrar a grabar otro disco nodal: Contraseña. Es, entonces, un recorrido por aquellos clásicos que, a esta altura, son como el ABC de la uruguayez transcripta a música popular. O como representación tardía, tal vez, de aquel hito. Roos y su troupe rocanromurguera de doce músicos se zambulleron en clásicos inoxidables. Entre “El hombre de la calle”, sin duda una de sus mejores composiciones, y “Los futuros murguistas”. Entre el cenit percusivo de “Tal vez cheché”, que alcanza clímax ideal en las manos curtidas de Walter “Nego” Haedo y ese huayno que coloca en las nubes hasta al tipo más helado (“Si me voy antes que vos”), esta vez abrillantada por una de las voces clave de la murga de hoy: Nico Grandal. Entre “Cometa de la farola” y “Que el letrista no se olvide”, con el ánima de Canario Luna sobrevolando la escena. Entre “Cuando juega Uruguay”, otra vez canción urgente, dada la proximidad de un Mundial complicado para la celeste, y la tentación de reflotar las figuras del Negro Jefe o el Diablo del Maracaná –“muchas gracias por dejarnos cantar esta canción aquí”, dice Roos– y la siempre emotiva “Adiós juventud”.

Y así, un enganchado de clásicos que también contempla piezas que, por obvias razones de tiempo –como “Bienvenido” y “De la canilla”– o algún motivo extra –como “La despedida del Gran Tuleque” o “La hermana de la coneja”– no habían sido registrados en el vigésimo aniversario, lleva la noche a puerto seguro. “El primer show que dimos en Buenos Aires fue en 1982, me acuerdo, en el boliche Shams, y se cortó la luz como cuarenta minutos... ¿Saben qué pasó? La gente empezó a contar chistes: trescientos tipos contando chistes... mortal”, recuerda Roos, otra vez entre risas, y larga una serie de bises que irán en sintonía con el resto de la noche. “Hits” a morir: el que deviene de la anécdota (“Nadie me dijo nada”, que el compositor y guitarrista estrenó en Buenos Aires, aquella vez); “Los Olímpicos”... Y un lado B que se cuela entre medio, y motiva el comentario de un uruguayo sabedor: “Hace casi veinte años que no escucho este tema en vivo”, dice él, en coincidencia con el momento de la edición de “Al Pepe Sasia”, que Roos compuso en honor al goleador uruguayo.

Una noche feliz, luminosa, relajada, que provocó otro largo bis cuando el extasiado público emprendía su propia retirada. Y tuvo que escuchar, en muchos casos desde afuera, el último capricho positivo de Roos: “Colombina”, “Amándote” y “Durazno y Convención” sonaron, enganchados. Y la figura del pedidor de temas, como ocurre de vez en vez –más poco que mucho–, quedó eclipsada por la realidad.

8-JAIME ROOS

Lugar: Centro Cultural Konex.

Público: 2500.

Duración: 130 minutos.

Músicos: Jaime Roos (guitarras y voz), Nicolás Ibarburu (guitarras), Guzmán Mendaro (guitarras), Gustavo Montemurro (teclados y acordeón), Gerardo Alonso (bajo), Walter “Nego” Haedo (percusión), Martín Ibarburu (batería), Maximiliano Pérez, Edén Iturrioz, Maximiliano Méndez, Pedro Takorian y Nico Grandal (coros de murga).

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Roos bromeó entre clásico y clásico, seguro de la interpretación junto a su troupe rocanromurguera.
 
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