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Martes, 22 de julio de 2014

MUSICA › HISPANOPARLANTES, UN DREAM TEAM ROCKERO CON BAJO PERFIL

“Nos entendemos, nos juntamos, comemos, somos amigos”

Empezaron hace quince años y están de regreso. Guillermo Arrom (guitarra), Pablo Rodríguez (saxo, flauta, piano), el Cóndor Sbarbati (voz), Marco Tulio Pusineri (batería) y Claudio Bruguera (bajo) eligen, además del virtuosismo, un mensaje de ecología y conciencia social.

 Por Gloria Guerrero

No es falta de voluntad; voluntad y actitud les sobran. Sin embargo, a la hora de definir o explicar su proyecto, a todo este Valhalla de abanderados no le alcanza el castellano: son sólo cinco hombres grandes, desparramados en una terraza vidriada de Haedo, hablando uno encima del otro y untando galletitas en una enorme palangana de guacamole casero. “Nos entendemos, nos juntamos, comemos. Somos amigos.”

Guillermo Arrom (guitarra), Pablo Rodríguez (saxo, flauta, piano), el Cóndor Sbarbati (voz), Marco Tulio Pusineri (batería) y Claudio Bruguera (bajo) siempre sumaron, por separado y ahora juntos, más medallas que un montón de los demás. Y en tiempos en que los dream teams suelen armarse por plata y por mercadeo, Hispanoparlantes lo hace sólo por gusto y prácticamente sin difusión. Casi nada de ellos puede encontrarse en Internet; más aún, resultó muy complicado haberlos reunido a todos en un mismo día y en un mismo lugar, porque quien no tiene horario de alumnos, está de show en Alemania.

Arrancaron hace quince años, pero ahora están de regreso, concretos. Un único concepto se repetirá durante toda la tarde: “Nos entendemos, nos juntamos, comemos. Somos amigos”.

Pablo Rodríguez: –Marco (Pusineri) y yo tocábamos con Juan Carlos Baglietto, pero necesitábamos de otra música y también de otra poética; a fines de los ’80, Marco hizo una canción con una letra de César Vallejo; yo hice otra, con letra de Julio Cortázar, y otra de Pablo Neruda; también apareció un candombe con letra de Alejandro Dolina... Empezamos así, con “poesía de la biblioteca”. No queríamos canciones de amor. Queríamos otro contenido: historia, problemas sociales, ecología...

Cóndor Sbarbati: –Y en aquel tiempo yo iba a ver a los Hispanoparlantes, como público. ¡Me rompían la cabeza!

Muchos otros instrumentistas atravesaron este proyecto: entre ellos, Jorge Pemoff; Agustín Marinelli y Serafín Rodríguez (de la banda Mustafá); Pablo Sacco (vive en Japón desde hace once años); Sergio Pérez, y hasta la pianista clásica Fabiana Galante (“le decíamos ‘tocá esto’ y tocaba cada nota perfecta, sin equivocarse nunca; por eso la llamábamos ‘sequencer de carne’”, se ríe Arrom). Aquí comienza a anudarse un árbol genealógico/guacamólico casi imposible; de hecho, a los cinco les divierte la idea de, algún día, llegar a desentrañar sus intrincadas conexiones previas. Porque aquél le prestó su equipo Fahey al otro –cuando eran chicos y no imaginaban que tocarían juntos alguna vez–; o bien porque éste era fan del otro o aprendió de un tercero (y de a pares); porque Arrom fue profesor del guitarrista de la Bersuit, la actual banda del Cóndor; o porque Rodríguez alguna vez le regaló el primer bajo a Bruguera para que se dedicara a estudiar. Cuando se les explica que hay aplicaciones que pueden ayudarlos a hacer el bendito árbol, el Cóndor es claro: “A nosotros no nos gusta la Internet”.

P. R.: –Pasaron los años, Arrom se fue a vivir a España y el proyecto quedó olvidado. Pero durante una gira con los Decadentes por América Central nos cruzamos con la Bersuit. Y en los camarines de... Costa Rica, ponele, ¡el Cóndor me cantó “Trompeta”! “¿Pero cómo sabés esto?” “Yo sueño con cantar estas canciones”, me dijo el Cóndor. Le contesté: “Si vos cantás las canciones, yo rearmo la banda”.

Y acá están: todo por una trompeta.

P. R.: –Un amigo (Edgardo Cardozo, guitarrista y cantante de Puente Celeste) me contó la historia de una trompeta que había pertenecido a su padre; él odiaba esa trompeta. Pero durante una Navidad, la única Navidad en la que vio a su vieja en pedo, se puso a jugar con esa trompeta... y recordó que su papá había abandonado a su mamá. Y él me contaba esto y yo le decía: “¿Te molesta si tomo nota?” (risas). Fue como ir al psicólogo. Y después de que me habló un rato largo, le pregunté: “¿Te molesta si hago una canción?”. Al final, el tipo la rompió toda a la trompeta.

–¿En la cabeza de quién?

P. R.: (Risas.) –No, no... Jugando y bardeando, ¡la terminó rompiendo!

El futuro y primer disco de Hispanoparlantes, grabado hace algunos años en los estudios Del Cielito –en ocasión de un viaje de tres meses de Arrom–, aún inédito y al cual este diario tuvo acceso en exclusiva, es un magnífico dispenser de estilos des-generados. Y de cancha, también. Por cierto, el tema “Ese club chico” remite a un raro partido entre Deportivo Morón y All Boys durante el cual, según cuenta la leyenda, las hinchadas se hicieron amigas.

P. R.: –All Boys recibía a Morón en su cancha, pero Morón estaba pinchado. Y la hinchada de All Boys se puso a cantar que el Gallo... “¡tenía que transpirar la camiseta!”. Y entonces Morón metió más garra, y el partido se hizo interesante... ¡y se pusieron a bailar entre todos! Hasta hubo un par de pintadas: “All Boys, Morón, un solo corazón”.

–Parece el mundo del revés de “La bengala perdida” (Spinetta, Téster de violencia, donde tocó Arrom).

Guillermo Arrom: –Sí; tal cual... Ese relato de All Boys y Morón está medio perdido; pasaron a estar en distintas divisiones, y el cuento ya no se mueve. Pero fue real.

“Ahora destapamos la caja de Pandora; el proyecto se rearmó. Y volvimos a tocar porque, si no, nos costaba vernos”, dice Rodríguez. “La originalidad está en transitar aguas intermedias: incluso hemos convertido algo dodecafónico en una canción...” Suena raro, sin dudas, pero suena muy lindo. “Es terrorífico”, disiente el Cóndor, el encargado de cantarla. “Pero las cosas se aprenden así: a los golpes. En nuestros shows hay reggae, rock, blues, pop, jazz, folklore y tango... Y tenemos una especie de bolerito angustiado, también. Somos música des-generada: muchos géneros y ningún prejuicio. Es una locura para compartir.” El jueves próximo, en El Viejo Mercado, se verá esa locura.

Pero Hispanoparlantes elige, además del virtuosismo, un mensaje de ecología y conciencia social.

P. R.: –Desde la II Guerra Mundial, la gente apunta a la felicidad que se le vende como modelo en la televisión; eso pone en riesgo la sustentabilidad de las sociedades y de las generaciones venideras. La inseguridad es consecuencia de cagarnos en los valores sociales; tenemos que repensar la manera en que vivimos. En “Gaia” planteamos una teoría científica acerca de que la Tierra es un ser vivo a nivel celular. Cuando te vas enterando de las cosas (Fritjof Capra, James Lovelock), te das cuenta de que vivimos una problemática importante. Todos tenemos que aprender.

Marco Pusineri: –Eso es lo que mueve a Hispanoparlantes.

C. S.: –Es así: nos entendemos, nos juntamos, comemos. Somos amigos.

Lo que no entiende ninguno es la Internet. Se pueden subir los temas a Cloud, auguran, dicen, proponen... pero no saben. Se niegan al enter.

–¿Cómo se hace para que esto se conozca y prospere?

M. P.: –Se hace un disco independiente, y se vende en los shows.

(El estruendo de un avión arruina la charla. Parece volar tan bajo, que uno instintivamente se agacha.)

–¿Esta es ruta de aviones?

M. P.: –No, es ruta de palomas.

–...

M. P.: –Todos los días a las cinco de la tarde, puntuales, vienen volando las palomas a mansalva. Les abro las ventanas de vidrio de este jardín de invierno y atraviesan por acá, a mil por hora. Y las miramos pasar: “¡Zum, zum, zum, zum!”. ¡No lo digo en joda, lo digo en serio...!

Todo lo dicen en serio.

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Hispanoparlantes se presenta pasado mañana en El Viejo Mercado.
Imagen: Dafne Gentinetta
 
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