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Domingo, 19 de octubre de 2014

MUSICA › LIGIA PIRO Y SU NUEVO CICLO DE RECITALES, EN EL PICADERO

“El artista tiene que ser una esponja”

La cantante presenta su espectáculo Bohemia noche, donde recorre su carrera a través de canciones que vienen del jazz, la bossa nova, la zamba o el rock. Los shows son los martes y cada noche hay un músico invitado.

 Por Sergio Sánchez

Ligia Piro se siente muy agradecida con el público. Coincide con la idea de que el arte no tiene sentido sin la contemplación. Después de varios meses sin pisar los escenarios debido a que tuvo que abocarse a la maternidad, la intérprete se reencontró de nuevo con su gente. Vuelve al simbólico escenario de El Picadero (Pasaje Discépolo 1857) para presentar su espectáculo Bohemia noche, en el que recorre canciones que la vienen acompañando todos estos años, e invita cada noche a músicos que admira. Lo curioso es que se presenta los martes –arrancó esta semana y sigue el 21 y el 28–, un día poco habitual para los conciertos. “La primera bohemia soy yo: porque tiene que ver con lo nocturno, con la tranquilidad de que no haya horarios. Durante el día soy madre y a la noche aparece la artista. Esa es mi vida desde la infancia”, dice Piro, quien el año pasado salió airosa del desafío de tocar los martes. “Empezamos haciendo un mes y nos quedamos cinco. Y daba para seguir”, se alegra, quien tuvo que parar para dedicarse al cuidado de su hija recién nacida. “La idea de base es cantar temas de los discos y pasear por distintos géneros musicales, jazz, bossa, zamba, rock argentino y canciones de autores como Fito Páez, Chico Buarque, Spinetta y Fernando Cabrera”, adelanta.

Acompañada por Facundo Guevara en percusión, Fefe Botti en contrabajo y bajo eléctrico, Ramiro Flores en saxo y clarinete y Popi Spatocco en piano, arreglos y dirección musical, Piro es una de esas artistas que reconoce las dos grandes virtudes de la interpretación: la difusión y la creación. “Mi versión y mi forma de interpretarla va a ser diferente de la original y de las otras versiones”, considera. “Por ejemplo, el tema de Cabrera, ‘Te abracé en la noche’, no fue tan versionado y yo le puse mi sello. La idea es adueñarse del tema, para poder recrearlo y nadar tranquilamente”, explica. “La voz es transmisora de tanto mensaje por el mundo –sigue–. Es maravilloso lo que pasa con eso. Además, cantar es una expresión de libertad muy grande. Porque trabajás con el cuerpo, con las sensaciones. Sentís que de tu voz salen unas palabras que no tienen nada que ver con el hablar. Me pasa algo con varias canciones: entro en trance. Después no me acuerdo mucho lo que hice. Sé que en tal lado moví la mano de determinada manera, pero hay momentos que no recuerdo qué hice. Cuando me veo en filmaciones, me sorprendo porque no recuerdo tal o cual momento.” El año pasado tuvo la oportunidad de invitar a cantar a Liliana Herrero, una intérprete que admira. Este año hizo lo mismo con León Gieco y otros autores que aún no puede confirmar. “El artista necesita nutrirse también en combinación con otros artistas, uno aprende mucho en esos momentos pequeños, que son como fotos imborrables”.

–¿De qué manera influye el hecho de ser madre en el acto creativo, en la música?

–Maternalmente, he acunado a mis hijos cantándoles. He cantado embarazada hasta último momento; eso está bueno porque me permitió continuar sin ningún tipo de problemas, tuve buenos embarazos. Siento que mis hijos (Román, de 7 años; Alex de 4 y Elisa, que tiene ocho meses) percibieron el asunto musical, son todos muy tranquilos. Les gusta la música y eso me encanta. Escuchan todo tipo de música. Los bebés son muy transparentes. Elisa mueve la cabeza cuando escucha música, reconoce la voz, eso es impresionante. Está buena la transmisión musical entre la gente a la que uno le tiene afecto. Es verdad la frase que dice que la música calma a las fieras. La música es un placer y no podría vivir sin ella. La maternidad, además de sensibilizar todos estos campos que te digo, me quitó un poco de tiempo para hacer música, aunque de las cosas buenas de la maternidad te puedo hablar años. Cuando tuve a cada uno de mis hijos, mermé mi trabajo con la música para dedicarme absolutamente a la crianza, que es algo que necesito. Pero empieza a pasar la no creatividad. Ya parece de pronto todo junto cuando uno se larga al ruedo de vuelta. Estoy volviendo a tocar después de muchos meses. Para la madre y para el bebé es un momento impostergable. Pero la creatividad y la música cuando pasan también son impostergables. Empieza a agarrarte una ansiedad adentro y hay que darle cauce, si no son aguas que están revoltosas y se canalizan para lados que no están buenos.

–Cuando vuelve al escenario, ¿siente nervios, ansiedad?

–Sí. El público cambia, se renueva. Uno se renueva. Aprendí que sin adrenalina no se puede salir al escenario. Estás en absoluta exposición, pero esa adrenalina dentro de la situación artística es necesaria. Son sensaciones, son minutos y después se calma. Uno empieza a jugar y la adrenalina va bajando; no desaparece, se transforma. Todas las noches que salís al escenario te tiene que pasar eso, sentir algo de miedo al principio. Algunas veces me pregunté por qué tengo que pasar por esta situación de tanta tensión y estrés. Pero eso me dura tres segundos. Tiene que ver con la vida artística. Sin eso no se puede vivir. Uno tiene que ser un agradecido eterno al espectador, porque gracias a él los artistas viven y sobreviven. No se puede hacer arte adentro de tu casa. Mi maestro de teatro Agustín Alezzo decía: “No existe el arte sin el espectador, sin el que hace arte y sin el escenario donde esto se desarrolla”. La devolución es muy importante. Cuando la gente te transmite con palabras lo que sintió, lo que le provocaste, es maravilloso.

–Hablando del público, que siempre la acompañó, desde su faceta más vinculada con el jazz, ¿está conforme con el lugar que ocupa en la música popular o le gustaría llegar a otros públicos?

–Me falta mucho camino por recorrer y hay situaciones en las que me siento muy nueva. Me falta recorrer el país. Pero lo bueno es que recorrí provincias haciendo jazz. El público es agradecido cuando te parás a cantar. Disfrutan de estar escuchando música y eso lo agradezco mucho. Es el motor que me insta a seguir. Es una retroalimentación. Encontrarse con distintas personas es muy bueno, porque no es el mismo el público de Córdoba, el de Buenos Aires o el de Canadá.

–¿Le fue difícil despegarse de “ser la hija de” (Osvaldo Piro y Susana Rinaldi) y encontrar un camino propio?

–No, no me fue difícil. Lo fui haciendo a mi manera, sin problemas. No tengo quilombo con el tema de “la hija de”. No voy a dejar de ser nunca la hija de mis padres. Eso me acompaña y me siento orgullosa de ser hija de estos dos grandes. Me han enseñado mucho y lo siguen haciendo. Sigo apoyándome en la palabra amiga de mis viejos. En el camino del arte tienen mucho por transmitir. Ojalá se lo puedan transmitir a sus nietos si eligen seguir esta carrera. Creo fervientemente en la formación del ser humano. Con el talento sólo uno no se puede alimentar. El artista tiene que ser una esponja de información del arte.

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Piro vuelve a los escenarios después de varios meses de “inactividad”, por haber sido madre.
Imagen: Pablo Piovano
 
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