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Sábado, 5 de marzo de 2016

MUSICA › JOHN CALE REPASO SU CARRERA CON UN ABORDAJE SONORO FUTURISTA

Reinvención de un vanguardista

Al contrario de lo que sucede con pioneros que se quedan atados al sonido de sus años de gloria, el ex Velvet Underground clava la vista hacia adelante. Así, canciones como “Fear is a man best friend” o “I’m waiting for the man” ganaron una nueva lectura en el Opera.

 Por Roque Casciero

La historia es pasmosamente habitual: un artista quiebra los límites de un género, se lo aplaude por ello, y al calor de esa celebración y de su bien ganado estatus de pionero, se dedica a repetir una y otra vez el lenguaje que desarrolló en ese momento de gloria. Pues bien, John Cale no pertenece a esa casta. Y no precisamente porque no haya expandido las fronteras del rock, ya que desde sus inicios en The Velvet Underground fundió sus conocimientos de música erudita y de vanguardia –la que había aprendido de John Cage y La Monte Young– con los riffs y la poesía cruda de Lou Reed. El resultado fue asombroso y hasta hoy continúa marcando su influencia en centenares de bandas. Pero Cale, que fue despedido por Reed después de los cruciales The Velvet Underground & Nico y White Light/ White Heat, no se quedó atado a ese sonido, más allá de que de tanto en tanto lo haya revisitado. En una trayectoria zigzagueante (y a veces errática), el músico y productor galés miró siempre hacia adelante.

Por eso, quienes hayan ido al Opera buscando al mismo Cale de VU se habrán sentido decepcionados. O incluso quienes esperaban al elegante músico que vino por primera vez a Buenos Aires en 1993, solo con su piano. A punto de cumplir 74 años, el galés no sólo acaba de reimaginar una de sus obras clave (Music for a new society, de 1982), sino que por enésima vez reinventó su sonido. Sí, en su concierto porteño hizo un repaso de canciones como “I’m waiting for the Man”, “Fear is a man best friend” y su cover de “Pablo Picasso”, pero siempre en versiones tan alejadas de las de los discos como cercanas a su presente. Que, como tantas veces en su producción musical, al resto de los mortales le suena inevitablemente a futuro.

Con la cabellera plateada, saco, bermudas achupinadas y zapatillas de lona, Cale caminó con dificultad hasta su teclado, dijo algunas palabras de agradecimiento y marcó el tono de la primera parte del concierto con “Time stands still”: un aura oscura, ritmo repetitivo y esa voz que parece salir de las profundidades de la tierra de algún paraje perdido de Gales. También quedó claro de entrada que la formación que lo acompañaba resultaría crucial para ese sonido en el que la canción tradicional se desestructura y se reconvierte, cual un cuadro cubista de belleza inusual y desafiante. El guitarrista Dustin Boyer desplegó tanta inventiva como clase durante toda la noche, además de acoplarse en coros a medida y de introducir efectos oscilantes; por momentos parecía una versión joven de Adrian Belew (King Crimson), en otros hacía pensar en Nels Cline (Wilco). Y caracterizar como “baterista” al ex Mars Volta Deantoni Parks es no hacerle justicia a su labor: salvo en “Fear...”, nunca tocó de modo tradicional; si no golpeaba un pad electrónico con uno de los palos, directamente tenía uno solo y con la mano izquierda generaba ritmos (e incluso frecuencias de bajo) en un teclado.

El espíritu de Lou Reed se materializó en la versión de “If you were still around”, una de las canciones de Music for a new society que el galés volvió a trabajar para el flamante M:FANS. El galés ya había dado a conocer la relectura en el primer aniversario de la muerte del neoyorquino, en un homenaje que también incluía a otros ex compañeros de andanzas como Andy Warhol y Sterling Morrison. A eso se le sumó el abordaje particular de “I’m waiting for the man”, único tema de Velvet Underground de la noche: como cuando Bob Dylan deforma tanto las canciones que cuesta reconocerlas, Cale le cambió el ritmo, la instrumentación y hasta la línea melódica de la voz. Quizás haya sido una manera de sintonizar con el espíritu de inventiva permanente de sus (pocos) años en el cuarteto y, a la vez, un modo de desmarcarse de la historia de drogas que describe la letra. Los fantasmas del pasado turbulento no deben ser fáciles de conjurar.

Más adelante, Cale pasó a la guitarra acústica para ponerse “folkie” en “Things” y subir en tempo en “Catastrofuk”, y volvió al teclado, entre otras cosas, para una versión tan rockera como inusual de “Fear is a man best friend” y mantener esa tónica con “I wanna talk 2 U”. El cierre fue con el galés en guitarra eléctrica: una magnífica y monolítica versión de “Gun” desembocó en “Pablo Picasso”, el tema de Modern Lovers que Cale adoptó como propio. Las manos de Boyer flotaban por el diapasón y siempre encontraban el arreglo perfecto, mientras Cale y Parks sostenían el andamiaje, lo empujaban, lo amenzaban de muerte y lo palmeaban en la espalda como diciéndole “fue una jodita, te bancamos”. La ovación fue tal que Cale volvió solo para despedirse con “If I keep a close watch”, más cercana a la orginal del ‘82 que al single trabajado electrónicamente de M:FANS. “Miro muy de cerca a este corazón mío”, cantó. Y lo que es una balada de amor y desazón se convirtió en una declaración de principios: tratándose de un tipo como John Cale, nada mejor que tener a la vista un corazón que impulsa a aventuras musicales, incluso más allá de los 70.

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En esta etapa de su carrera, Cale desestructura la canción tradicional y la reconvierte.
 
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