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Sábado, 2 de julio de 2016

MUSICA › CRAIG TABORN, MAT MANERI Y CHES SMITH EN EL KIRCHNER

Por quién doblan las campanas

El trío tocó el material de The Bell, que el sello ECM publicó en enero, y en vivo fue, aún más patente que en el disco, el exquisito equilibrio entre escritura e imprevisto con el que se manejan estos músicos, auténticos virtuosos del piano, la viola y la batería.

Es una obviedad. Un trío no son tres instrumentos juntos sino la casi infinita combinatoria entre las distintas modalidades de ataque, de fraseo, los matices y las ideas de cada uno de ellos potenciadas por las de cada uno de los otros y, a su vez, por el conjunto. O, por lo menos, eso es lo que sucede con los tríos excepcionales, como el que se presentó este jueves en Buenos Aires presentando en vivo uno de los mejores discos –y más desafiantes, en el mejor sentido de la palabra– publicados en lo que va del año.

El percusionista Ches Smith –pensar en él tan sólo como un baterista o un vibrafonista es, como sucedía con Barry Altschul, perder de vista la riqueza de su concepto instrumental–, el pianista Craig Taborn, uno de los grandes nombres actuales en su instrumento, y el violista Mat Maneri conforman una suerte de unidad extraña, proteica, donde confluyen tradiciones y materiales históricos tanto del jazz como de las vanguardias académicas del siglo pasado. En una interesante vuelta de campana, el grupo del disco The Bell retoma en el campo de lo popular –o de lo que dialoga de forma más evidente con lo popular, sobre todo por el papel que allí juega la improvisación y el gesto de la interpretación– aquellas tendencias como el minimalismo, que la tradición académica tomó alguna vez precisamente de allí. Los loops, los ostinatos, en todo caso, en la música de Smith-Taborn y Maneri toman una dimensión totalmente diferente. Se integran en una espiral de saturación que desemboca en una explosión sonora, es interrumpida por acentos y voces secundarias, o es comentada, permanentemente, por el oscilante microtonalismo de la viola o por las casi aéreas, deslizantes variaciones del piano.

Taborn, Maneri y Smith entran y salen de lo escrito con una fluidez sorprendente.

Más allá de que el control técnico de cada uno de los tres integrantes es asombroso, nunca está puesto en primer plano. Es, invariablemente, un vehículo de la riqueza musical y de la variedad de posibilidades expresivas. Aún así, sorprende el peso de la mano izquierda de Taborn y su talento para manejar líneas rítmicas y melódicas absolutamente independientes, y la infatigable búsqueda tímbrica y textural de Smith, utilizando los dedos humedecidos, la punta o los bordes de sus baquetas para multiplicar las posibilidades de un set paradójicamente pequeño –una batería chica, un vibráfono–, pero aprovechado al máximo.

El trío tocó el material de The Bell, que el sello ECM publicó en enero, y en vivo fue, aun más patente que en el disco, el exquisito equilibrio entre escritura e imprevisto con el que se maneja esta música –y estos músicos–. Cada uno de ellos es o ha sido una pieza fundamental en grupos de artistas como Cecil Taylor, Tim Berne o John Zorn. Y aquí, aglutinados alrededor de un proyecto tan original como seductor, entran y salen de lo escrito con una fluidez sorprendente. En un paisaje de oscuridades que quitan el aliento, el grupo no le teme a la potencia y hasta al funky –un funky inquietante y contrahecho, es cierto– de “Wacken Open Air”, el tema que, luego de la ovación de una sala respetuosa y repleta, coronó una actuación memorable.

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