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Lunes, 5 de septiembre de 2016

MUSICA › NOTABLE RECITAL DE SUSANA BACA EN EL TEATRO OPERA

Ritmos que contagian y conmueven

Acompañada por grandes músicos, la intérprete peruana recorrió un repertorio ecléctico, aunque atravesado por la reivindicación de las raíces negras. También cantó “Volver”, de Gardel, y ofreció una particular versión de “Sulky”, de Cerati.

 Por Karina Micheletto

Hay algo del orden de lo verdadero que transmite Susana Baca. Algo que hace que cuando canta, como cuando sonríe o baila o agradece, y vuelve a sonreír y vuelve a agradecer, y dice Viva la música y Gracias a la vida, sea posible creerle desde algún lugar profundo. Eso tan valioso y tan escaso –arriba y abajo de un escenario– es lo que vuelve único a un concierto como el que la intérprete peruana dio en Buenos Aires el sábado pasado.

Hay más condiciones que hacen que a los 72 años esta mujer sea hoy la máxima representante de la música peruana, más específicamente aquella de raíz negra, y una de las figuras de la música latinoamericana en el mundo. No es que su modo de cantar sea técnicamente perfecto, ni especial en su registro, ni se destaque por algún rasgo distintivo. Y sin embargo es único. Está también la elección de un repertorio capaz de abarcar ritmos y colores de muy diversas procedencias, en muchos casos descubriéndolos, siempre interesado en la poesía. Y una sensibilidad que hace que, por ejemplo, elija como invitada a Micaela Vita (integrante de Duratierra y una de las jóvenes intérpretes de la música argentina) y elija cerrar el show versionando con ella a Gustavo Cerati. Y está la banda que la acompaña, grandes músicos en una formación que suma el violín de María Elena Pacheco, el contrabajo de Oscar Huaranga, la percusión de Hugo Bravo y la guitarra de Ernesto Hermoza.

Susana Baca hace un ingreso etéreo al escenario del teatro Opera cuando sus músicos ya están sonando, entra casi en sigilo, en patas en un gélido septiembre porteño. Trae un vestido y un chal de encajes crema, y unas motas que alguna vez se planchó en un vano intento por borrar una identidad que hoy es su orgullo, su carta de presentación y su tema de investigación y trabajo, más allá de la música. Se irá haciendo corpórea a medida que pasen los temas, presentados entre sonrientes susurros, en un modo que parece una forma de estar y de ser. Así es también su canto: suave y dulce, leve, pero no liviano. Plantado en una dirección que está dada también por el repertorio.

En esa dirección no hay lugar para lo exótico, lo pintoresco o lo for export, o como pueda ser considerada la música afroperuana vista y oída desde otras fronteras, aunque ese es también el lugar que ocupa Susana Baca: el de ser una embajadora de esa música por el mundo. Y también por adentro de su propio país, donde -como suele suceder y sucede por aquí también- la música de raíz, que en este caso tiene un componente negro, y esclavo, y negado y renegado, sigue siendo desconocida por muchos.

Cada tema que elige Susana Baca es una invitación a descubrir un universo. Hay poesía de nuevos compositores peruanos, como Javier Lazo, de renovadores como Andrés Soto, de históricos como Manuel Scorza. De Chabuca Granda, de quien fuera su colaboradora y amiga (elige “El fusil del poeta es una rosa”, dedicada a Javier Heraud, asesinado por la guardia republicana). De Pablo Neruda (Aquel “El monte y el río” que trae toda una época y una historia: “¿Quiénes son los que sufren? No sé, pero son míos”).

Entre muchas Baca canta “Mercie bon die”, “dedicada al pueblo haitiano, para que recupere su luz”. Su autor es Frantz Casseus, y detrás de su figura puede rastrearse todo un trabajo que hace converger la música popular de Haití con la guitarra clásica. Aparece Alfredo Zitarrosa, con “Doña Soledad”, que Baca y sus músicos llevan para su terreno, bien percusivo. De su Afrodiáspora (editado por el sello de world music Luaka Bop, de David Byrne, al igual que El alma del Perú negro, por el que fuera reconocida en los 90) toma “Reina de Africa”, marcada por la guitarra flamenca. Avanza con “Fuego y agua”, una zamacueca “que habla de la historia, de las mujeres negras que tuvieron que parir hijos para la esclavitud”. Allí canta y dice: “me trajeron como esclava, trabajaba, di de mamar a sus hijos, los cuidaba (...). Quien quiso tomar mi cuerpo, quedó preso, parí, fui tiñendo al pueblo, color negro”. Y en el tondero “De España nos llegó Cristo”: “De España nos llegó Cristo, pero también el patrón. El patrón, igual que a Cristo, al negro crucificó”.

“Ahora nos vamos para el Caribe, inevitablemente”, anuncia Susana Baca, y entonces hay tiempo y lugar para canciones tan rítimicas como sus nombres: “Lundero”, “Baho Kende”, “Yugo”, “Panalivio Zacundito”, o su “Negra presuntuosa”. Son ritmos que contagian, y son también, advierte la intérprete, “historias que los indios y los negros cantaban juntos, en la cosechas del algodón, de la caña de azúcar”. Los bises, para los que vuelve a convocar a Micaela Vita, la traen para estas tierras: con Gardel y con “Volver” y con Gustavo Cerati, a quien presenta como “un ser que llenó de luz nuestras vidas y nuestra música”, con una versión de “Sulky” diferente a todas. Llega el final, Susana Baca vuelve a sonreír y a agradecer; el público devuelve calidez y entusiasmo y ella regresa con su banda y unas marineras de yapa.

Además de viajar por el mundo y de colaborar en diversas causas humanitarias, Susana Baca sigue trabajando con esposo, el sociólogo boliviano Ricardo Pereira, recopilando e investigando la cultura afroperuana. Parte de este trabajo está volcado en libros como Del fuego y del agua o el más reciente El amargo camino de la caña dulce. Lo africano en el Perú. En Santa Bárbara, el pueblo de pescadores en el que viven, trabajan para levantar un Centro Cultural de la Memoria, que será museo, escuela de música y biblioteca. Mientras tanto sigue cantando y contagiando, como hizo en el Opera: Viva la música. Gracias a la vida.

10-SUSANA BACA

Músicos: María Elena Pacheco violín, Hugo Bravo percusión, Ernesto Hermoza guitarra, Oscar Huaranga contrabajo.

Lugar: Teatro Opera.

Fecha: Sábado 3 de septiembre.

Público: 2000 personas.

Duración: 130 minutos.

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A los 72 años, Susana Baca es la máxima representante de la música popular peruana.
Imagen: Bernardino Avila
 
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