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Miércoles, 22 de noviembre de 2006

MUSICA › EN EL DIA DE LA MUSICA, UN RECUERDO PARA NORBERTO MINICHILLO

Homenaje traducido en canciones

Manolo Juárez, Roberto “Fats” Fernández, Dino Saluzzi, Raúl Carnota, Walter y Javier Malosetti, entre muchos otros, participarán del encuentro-tributo, hoy a las 19 en Notorius.

 Por Karina Micheletto

“Yo me siento más reconocido de lo que merezco. Porque no soñaba ni creo tener el talento para estar en los escenarios en los que estuve. Lo que sí tengo es garra, y un corazón grande”, decía en una entrevista publicada en este diario Norberto Minichillo. Se lo consultaba sobre el reconocimiento que encontraba en un país que suele ser ingrato con sus creadores. La respuesta sintetizaba el modo en que el músico asumía su oficio: no sólo por su humildad, también por la clara conciencia de las luces y sombras del camino elegido. Minichillo murió el 20 de octubre pasado, a los 66 años, inesperadamente, de un ataque al corazón. En el Día de la Música, un grupo de amigos del percusionista, nucleados en el reducto jazzero Notorius y en el sello MDR Records, organizaron un homenaje en el que se lo recordará con música propia y ajena: entre otras cosas, se escucharán temas inéditos de un disco que dejó listo con su voz, piano, marimba y batería.

El homenaje –hoy a las 19, en Notorius, Callao 966– reunirá a colegas y amigos de Minichillo como Manolo Juárez, Roberto “Fats” Fernández, Dino Saluzzi, Walter y Javier Malosetti, Raúl Carnota, Santiago Giacobbe, Facundo Bergalli e Inés Bayala, entre muchos otros. También estarán muchos de sus alumnos, esos a los que Minichillo pasaba postas en clases formales o informales: como buen apasionado de la docencia, Minichillo era de esas personas que sabían escuchar y marcar caminos. Así, una entrevista podía convertirse en una escucha detallada de Eduardo Mateo, con marcaciones rítmicas que la transformaban en una clase de música rioplatense. O podía terminar mandando a la cronista a conseguir el libro Free play, “porque usted no puede no conocer a Stephen Nachmanovitch, no se lo perdono”. Más de una generación de bateristas y percusionistas se formó con su libro Tambores, un camino a la improvisación y con el método que creó, con el que invita a abrir el juego al lenguaje de la improvisación.

“Norberto dejó mucha escuela, sobre todo entre los jóvenes. Me acuerdo de haber ido como invitado a algunas de sus clases en el San Martín: sentaba a todos los alumnos en un círculo y nosotros hacíamos ejemplos rítmicos, los chicos le tenían un respeto terrible”, cuenta Fats Fernández, uno de los que participará en el homenaje de hoy. “El fue uno de los primeros que me ayudó a formar mi quinteto, hicimos cosas muy buenas juntos. No se quedaba sólo con la música de jazz, era un gran investigador. Fue un baterista dotado de una musicalidad muy especial, que no era fácil de comprender para muchos músicos argentinos. A todos los que tuvimos la suerte de tocar al lado de tan exquisito músico nos dio un montón de cosas para nuestros toques”, destaca el trompetista.

Como baterista, pianista, compositor, arreglador y docente, Minichillo multiplicó experiencias. Su debut fue en el mítico reducto rockero La Cueva, con un grupo que tocaba como telonero de Sandro y Los de Fuego. Vivió varios años en Suecia, donde tocó con Ben Webster y Teté Montoliú. A lo largo de su carrera marcó la escena del jazz local en formaciones que compartió con colegas como Baby López Furst, Bernardo Baraj, Rodolfo Alchourron, Jorge Navarro, Gato Barbieri y muchos de los que hoy se sumarán al homenaje. Pero fue con su formación El Terceto, con la que este año llegó a cumplir diez años, donde encontró su vehículo de expresión más personal. “Lo que hacemos es tomar del jazz la improvisación, y con ese lenguaje hacer música argentina y latinoamericana. Devolverles la pelota a los colonizadores. Decirles: ‘Mirá, usamos tus cosas para mejorar las nuestras’”, definía él a su grupo con picardía en una entrevista en Página/12.

Norberto Minichillo era de esas personas a las que se les nota la pasión en lo que hacen. De esos que se apasionan cuando hablan de lo que aman. El amaba la música, y cuando hablaba de música levantaba la voz, llenaba el aire de manotazos, se encabronaba. Lo mismo pasaba cuando hablaba, con gran admiración, de la cantante y docente Iris Guiñazú, su compañera de los últimos años. O cuando hablaba de su madre, la cantante amateur Rosa Piro, su primera guía musical, o de su ídolo Max Roach, o de los colegas que respetaba, muchos de los cuales estarán presentes hoy. Mora Juárez, de Notorius, cuenta que el homenaje superó las expectativas de convocatoria. “No es fácil ver a toda esta gente reunida. El ‘Momo’ los junta”, explican los organizadores.

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“Tengo garra, y un corazón grande”, decía el baterista.
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