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Viernes, 6 de agosto de 2010

LITERATURA › SE INAUGURO LA VIII FERIA DEL LIBRO TEATRAL, EN EL CERVANTES

Bajo influjo borgeano

El encuentro fue abierto por Rubens Correa y la madrina María Kodama, quien desmintió que a Borges no le gustara el teatro. “No escribió obras por rechazo, sino por profesionalismo”, aclaró.

 Por Cecilia Hopkins

“La idea de organizar anualmente una feria del libro dedicada al teatro nació aquí, en el Cervantes”, subrayó ayer el director de ese teatro, Rubens Correa, en el acto de apertura de la octava edición de la Feria del Libro Teatral. “Estamos orgullosos de que, año a año, aumente la convocatoria.” En su breve discurso el funcionario subrayó también que este evento “se inicia en el marco de un teatro que tiene sus tres salas en plena actividad y con elencos de obras en gira”, aludiendo a la época en la cual el Cervantes no sólo había dejado de realizar la feria del libro, sino que tenía suspendida toda programación. Junto con el director y el responsable de Extensión Cultural, el periodista Luis Mazas, la madrina de esta edición, María Kodama, deshizo el moño que unía dos cintas de color celeste y blanco, dando por inaugurada la muestra. Pero antes del gesto simbólico fue invitada a dirigirse a los asistentes: “Es un honor para mí haber sido designada madrina en este año del Bicentenario”, dijo Kodama para luego aludir a la arquitectura del teatro (réplica de la fachada de la universidad de Alcalá de Henares) en homenaje al autor de El Quijote, y al tesón de una pareja de actores españoles (María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza) que logró cristalizar su sueño con el emplazamiento del coliseo de Córdoba y Libertad.

Luego, Kodama recordó la visita que hizo con Borges al teatro griego de Epidauro, donde asistieron a una puesta de Prometeo encadenado, de Esquilo. “Nadie como los griegos hizo una disección del alma humana tan profunda y perfecta –afirmó–, y esto marcó a generaciones de dramaturgos que bebieron en su fuente de inagotable inspiración.” Las palabras de Kodama hicieron referencia a los adelantos tecnológicos y científicos de la humanidad, progreso que, según su parecer, no ha realizado aportes de peso al hombre para que éste viva en armonía: “Encontramos las mismas pasiones y el mismo odio que antes: los griegos, Ibsen, Shakespeare y Shaw supieron señalar la necesidad de realizar cambios en la sociedad de su tiempo”. En este punto, Kodama recordó que Borges, en “Los conjurados”, el último poema del libro del mismo nombre, –“escrito en homenaje a Suiza, una de sus patrias”, según destacó– celebró que los habitantes de los 22 cantones de ese país hubiesen “dejado de lado sus diferencias para aunar las fuerzas de la inteligencia y acentuar sus afinidades en un acto que debería ser imitado en todo el mundo”.

“El teatro le gustaba mucho a Borges”, recordó Kodama en un aparte con Página/12. “El me pedía que le leyera a Ibsen y Shaw, y recuerdo su deslumbramiento en Londres, cuando vimos una puesta de Rey Lear.” No obstante esto, Kodama admitió que a Borges el cine le atraía más como espectáculo, “y eso que nunca quedó conforme cuando llevaron alguno de sus cuentos al cine”, afirmó. Según su viuda, a Borges no le gustaba que musicalizaran y cantaran sus poemas (“salvo las milongas y tangos que escribió”) ni tampoco que llevaran sus textos al teatro. “Mucha gente cree que porque él escribía prosa y poesía no le gustaba el teatro y esto no es así”, afirmó Kodama y amplió: “Cuando Borges escribía un cuento, trabajaba la prosa como si fuese un poema, buscando el ritmo. Entonces, pensaba que todos esos cuidados se perderían si sus textos eran seccionados y transformados para la escena. El teatro se escribe en diálogo. Y Borges nunca escribió obras de teatro, no por rechazo sino por un profesionalismo extremo”, fue su conclusión.

Una vez inaugurado el salón de exposición de libros, se invitó a los presentes a pasar a la sala Orestes Caviglia para asistir al semimontado de Mayo, obra de Alberto Wainer, que resume los sucesos de la semana de mayo de 1810. Moreno, Larrea, Castelli, el obispo Lué y Vieytes, entre otros, fueron interpretados por Luisa Kuliok, Ingrid Pelicori, Julieta Díaz, Horacio Peña, Daniel Miglioranza, Patricia Etchegoyen, Marta González, Miguel Jordán, Mariano Mazzei, Francisco Pesqueira y Nelson Rueda, bajo la dirección de Jorge Arismendi. El acto de inauguración de la feria fue cerrado por la interpretación del Himno Nacional a cargo de Julia Zenko.

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El corte de cinta de Kodama, en una apertura en la que imperó el sentimiento de satisfacción.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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