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Viernes, 10 de septiembre de 2010

LITERATURA › PATRICIA ARANCIBIA, GERENTA DE BARNES & NOBLE, Y LA MARCHA DEL LIBRO DIGITAL

“La gente está comprando más libros”

De visita en la Argentina para las Conferencias Editoriales, Arancibia señala que el ebook también estimula el consumo de obras en papel. “Las teorías extremistas sobre la muerte en el corto plazo del libro impreso son disparates”, afirma.

“En Estados Unidos el tema de la piratería del libro es muy menor y casi ni se toca en las conferencias, pero en España y América latina empezamos y terminamos hablando siempre de lo mismo”, asegura Patricia Arancibia, gerenta de adquisición de contenidos digitales de Barnes & Noble, durante las Conferencias Editoriales 2010 organizadas por el programa Opción Libros del Ministerio de Desarrollo Económico Porteño (ver recuadro). Las dudas de editores tentados y temerosos de ingresar al mercado digital se filtraron en la charla que brindó, y también en la entrevista que la argentina mantuvo con Página/12.

Arancibia empezó montando la web en español de Barnes & Noble, una cadena estadounidense con más de 1500 librerías y locales polirrubro. “Iban a lanzar libros en español y no tenían nada en la web, ni quién pudiera hacerlo”, recuerda. Al poco tiempo le encargaron gestionar las compras de ese stock. Luego pasó al área de non fiction, para recalar finalmente en la tienda online de libros electrónicos, tema central de las Conferencias Editoriales de este año. Para esta ex periodista, el ebook supone una oportunidad enorme para la industria del libro y rechaza las teorías extremistas sobre la muerte en el corto plazo del libro impreso. “Son disparates –fustiga– en Finlandia, en Bolivia y en Buenos Aires.”

Aunque a la hora de hablar de productos culturales en Internet siempre se discute sobre piratería, poco se debate sobre el futuro de otras prácticas habituales que permiten socializar la cultura: prestar un libro, donarlo a una biblioteca o regalarlo, por poner algunos casos. Mientras que es difícil trasmitir la experiencia de una película vista en el cine y uno debe conformarse con recomendarla a un amigo, un libro bien puede prestarse o regalarse. La aplicación estricta de algunas leyes sobre derechos de autor, sin embargo, volvería ilegales esas prácticas. A fin de cuentas, compartir un archivo (y un libro digital no es más que eso: un archivo) es ilegal.

“Todo depende de cómo se trate la cuestión de derechos –analiza Arancibia–; nosotros vemos que la gente que compra ebooks está comprando un 20 por ciento más de libros, combinando impresos y digitales.” La cifra puede llamar la atención, pero se condice con otros estudios sobre el tema. “Pasa que el libro digital supone un consumo más inmediato, vos terminás un libro y te comprás otro, pero además no todo está disponible al mismo tiempo en papel y en digital, o no todo se puede leer en digital, o quiero regalarle a un amigo el libro que leí”, explica.

¿Pero qué sucede con prácticas como el préstamo o la donación? –insistió este diario. “Depende de los editores –afirma–, los libros de Barnes & Noble son prestables, pero que lo sean o no depende del editor, que tiene que dar permiso.” Arancibia prende el Nook (el aparatito lector de la firma) y señala la lista de libros que lleva con ella. “Los que tienen este cartelito –señala la pantalla– son los que podés prestar, se lo mandás a un amigo por mail y él siguiendo el link lo baja.” El sistema, aclara, sólo permite compartir el libro una vez con cada amigo y sólo por el lapso de un mes. “Esto es buenísimo para la venta porque la gente empieza a leerlo, se cuelga y después lo termina comprando, porque se le pasó el mes y quiere terminarlo.”

Respecto de la posibilidad de donar libros, para la gerenta de B&N es temprano para conocer el camino. “Hay gente que ya está hablando de que haya librerías de ebooks liberados, pero es muy pronto para saber si va a funcionar o no; cuando tengamos algunos años contantes y sonantes de haber trabajado con esto vamos a tener un panorama más claro”, considera. “Siempre es una cuestión de derechos y no de tecnología, que ya está y lo permite.” Por otro lado, señala Arancibia, en Estados Unidos y Europa existen redes de gente que intercambia libros digitales de forma legal, se los comenta y recomienda.

La discusión es bastante parecida a la que atraviesa toda la industria cultural, pero que se vuelve muy bochinchera al hablar de música o cine. “En el libro es menos complicada, quizá porque es más nueva o porque no hay tanto en juego: un libro sale 20 dólares, una película 100 millones, lo que abre el debate es que en lo digital la gente puede limitar las concesiones que hace respecto a derechos, porque si yo te vendo un libro físico, no puedo controlar lo que hacés después.”

Los libros tradicionales no tienen enchufe, no llevan pilas y, sobre todo, no requieren otro aparato para leerlos. ¿El camino del ebook restringirá la lectura sólo a quienes puedan pagar por esos lectores especiales? “Uno habla de libro digital y la gente, los editores, lo ven de afuera y creen que necesitás a alguien de la NASA para entenderlo. Es mucho más simple”, asegura Arancibia, que es optimista sobre este mercado incipiente. “Un libro electrónico puede ser el pdf (el standard en PC) que tenés en la computadora, o convertido al formato epub (el universal para los aparatos lectores). “No necesitás un cacharrito de 500 dólares para leer libros, podés usar tu computadora de todos los días, pero no es que para leer haga falta una computadora de última generación, apenas un programa gratuito, de licencia libre”, explica. “Si este negocio dependiera de que la gente pueda comprar una computadora de cinco mil dólares... estamos en el horno.”

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Arancibia comenzó montando una web en español para la librería y terminó encargándose de la compra de stock.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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