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Martes, 23 de agosto de 2005

LITERATURA › ENTREVISTA CON EL ESCRITOR PACO IGNACIO TAIBO II

“El libro que hicimos es un llamado de atención del EZLN”

El autor mexicano de origen español explica cómo escribió junto con el Subcomandante Marcos la novela Muertos incómodos. “Fue como una película de espías chinos”, cuenta Taibo II, quien en ningún momento tuvo contacto directo con el líder zapatista. Las regalías se destinarán a proyectos sociales en Chiapas.

 Por Silvina Friera

Nunca se vieron cara a cara ni hablaron por teléfono. Pero juntos escribieron una novela a cuatro manos, Muertos incómodos (falta lo que falta), publicada por Planeta. “Fue como una película de espías chinos”, dice Paco Ignacio Taibo II en la entrevista con Página/12. “Yo creía que era una broma”, cuenta el escritor mexicano, y recuerda esa noche en la que llegó, desde Chiapas, un enviado del Subcomandante Marcos con una carta personal en la que le proponía escribir una novela. “Miré fijamente al intermediario y me dijo: ‘Si dices que sí, tengo otro sobre’. La verdad que en ese momento no me apetecía romper con lo que estaba escribiendo, llevo años trabajando una biografía de Pancho Villa que me quita las canas y el sueño. Pero cómo podía rechazar desayunar con Marilyn Monroe”, confiesa. Contó hasta diez, pero la tentación de hacer algo con el enmascarado zapatista fue más fuerte que todos sus reparos mentales. “Una vez que dije que sí, en una segunda carta había un esquema, que es más o menos el que seguimos con pequeñas variaciones: él escribía los capítulos impares y yo los pares, con dos personajes que van corriendo en paralelo. A mí me tocaba la tarea de construir una trama, a él un personaje. Lo único que sabíamos era que íbamos a escribir una novela policial.”
El policial chino –no confundir con la novela publicada– se fue aceitando a medida que los autores escribieron los doce capítulos, publicados en el diario mexicano La Jornada, entre el 5 diciembre de 2004 y el 20 febrero de este año. “Fue una relación epistolar muy del siglo XIX, y el sistema de envíos del material era barroco. Salía un burro de la realidad zapatista con el capítulo que había escrito Marcos, con cada página firmada, y tenía que llegar siete días antes de la publicación para que yo pudiera escribir mi capítulo y mandárselo a él.” Era como la serie Misión Imposible, pero ambientada en México y en Chiapas. En vez de la cinta que se autodestruía a los cinco segundos, lo que “desaparecía” era la dirección de e-mail a la que Taibo II enviaba sus capítulos, que a su vez eran reenviados a otra dirección, hasta que de tanto pasear por el ciberespacio el capítulo llegaba a manos de Marcos. El proyecto surgió de una confabulación entre el Subcomandante y el escritor Manuel Vázquez Montalbán, que habían quedado en llamarlo al escritor mexicano, para escribir la novela a seis manos, con tres ejes: Barcelona, Ciudad de México y la selva zapatista. “La muerte de Manolo interrumpió ese proyecto, pero Marcos lo retomó y le hizo un homenaje al padre de Pepe Carvalho”, explica Taibo II.
En Muertos incómodos –cuyos derechos de autor se entregarán a la organización no gubernamental Enlace Civil A.C., que los destinará a obras sociales en Chiapas–, una serie de llamadas desconcertantes, que supuestamente provienen de Jesús Marías Alvarado, un militante estudiantil asesinado en 1971 por un tal Morales, originan una doble investigación protagonizada por el insurrecto zapatista Elías Contreras –personaje creado por Marcos– y Héctor Belascoarán Shayne, emblemático detective creado por Taibo II. Morales, el asesino en cuestión, encarna la podredumbre del sistema político y económico mexicano: un ex guerrillero del ’68 que se vuelve ¿aliado, informante, agente? de los servicios secretos mexicanos, verdugo a sueldo del gobierno contra el movimiento estudiantil independentista, testaferro de los intereses oligárquicos en la entrega del rico ecosistema Montes Azules a empresas transnacionales, soldado a sueldo en la guerra sucia de Zedillo contra los zapatistas, organizador de la banda paramilitar El Yunque, sociedad secreta de ultraderecha enquistada en el gobierno del presidente Vicente Fox.
–¿El Subcomandante le pidió que volviera a recuperar a Belascoarán?
–Sí, él me dijo: “Yo trabajo con Contreras, tú con Belascoarán”. Carajo... tengo a Belascoarán metido en el armario hace 10 años y pensé que quizá era el momento de sacarlo del closet, un Belascoarán más viejo y desconcertado. Marcos conocía a Belascoarán y para él era más fácil trabajar con un personaje que ya tiene nueve novelas. En la primera carta que me mandó me comentaba las novelas, incluso en la correspondencia que mantuvimos había veces en que mandaba citas de Belascoarán para llevarme la contraria (risas).
–Empezaron a escribir sin conocer el desenlace; sólo sabían que iba a ser una novela policial. ¿Por qué eligieron este género?
–¿Qué haces normalmente con la literatura policial? Además de ser una narrativa de acción, una literatura divertida y amena, cuando escribes un policial lo que haces es sociología, el policial es la mejor sociología, es la que te permite vincular el momento en que una sociedad rompe sus apariencias y se muestra tal cual es. Y en nuestros países, el policial te da un diagnóstico del poder.
–¿Cuáles son los muertos incómodos a los que alude el título?
–Hay una serie de heridas en el pasado reciente de esta sociedad que no han sido curadas, estas heridas tienen que ver con abusos e injusticias del poder. Entonces queríamos sacar a la calle a estos muertos incómodos para que contaran sus historias. El libro es un llamado de atención del EZLN: “Aquí estamos, no sólo no se han resuelto los problemas que constituyen la lucha, sino que éste es el estado de la nación, no hay estado de derecho, hay estado de injusticia”.
–¿Qué piensa de aquellos que dicen que usted fue utilizado por el Subcomandante Marcos para propagar la causa zapatista?
–Yo era consciente desde el principio de que el zapatismo estaba usando esta situación de la escritura de la novela para de algún modo decir “aquí estamos, existimos”. Y no me parece mal, era una manera de darle al zapatismo ventana pública, nunca me ha inquietado que el movimiento me use. Lo que me preocupa es que me utilice el poder, uno escoge con quién duerme y con quién come; no me he puesto una corbata desde que tengo quince años y no me la voy a poner, ni siquiera el día en que me muera (risas). Soy un simpatizante de la causa zapatista, aunque hay muchas cosas con las que no concuerdo, tengo diferencias porque veo el mundo de una manera diferente.
–¿Qué cuestiona del zapatismo?
–No voy a discutir sobre eso públicamente, y mucho menos en la Argentina. Mis adherencias y afinidades son cuestiones internas, las conversamos entre nosotros.
Paco Ignacio Taibo II, además de escribir novelas negras, se dedica al periodismo, profesión que ama y que nunca abandonará. “Desde que tengo cinco años, mi admiración por los periodistas era profunda. Y mire que cuando yo tenía cinco años vivía en la sociedad española franquista en donde no se podía contar nada. He conservado un enorme respeto por un oficio que vive siempre al borde de la navaja, sometido a las presiones de los dueños de los diarios, a las presiones del poder, a la ausencia de trabajo literario. Al fin y al cabo, el periodismo es un trabajo narrativo y hay un desprecio notable por la narrativa y una ausencia de trabajo de investigación en profundidad. A pesar de todos esos males, es un oficio condenado al mal ser y al mismo tiempo maravillosamente digno”, señala el escritor mexicano.
–¿Qué papel cumple la literatura?
–La literatura siempre ha sido subversiva, en un sentido más primario, no sólo en términos temáticos. Un adolescente que está sometido a una vida miserable, con un destino programado por la sociedad en la que vive, que lo convertirá en empujador de carritos de supermercado, en la noche enciende una lamparita, abre una novela de ciencia ficción y logra algo maravilloso, algo subversivo, logra estar en un mundo en el que el enemigo no tiene acceso. Durante mucho tiempo, la izquierda neanderthal decía quela literatura de evasión era pecaminosa. Nosotros, y mi generación, siempre pensamos que no había tal cosa, la palabra lo dice todo: evasión es fugarse, escaparse de la cárcel. La literatura crea un mundo paralelo y liberado. Qué puede haber más subversivo que un adolescente en Buenos Aires que, leyendo a Sandokan, se convierte durante un momento en un príncipe pirata malayo. Mientras lees eres otros, y eso es subversivo, la posibilidad de ser otros. Simplemente, leer es liberador.
–¿Esta idea de la lectura como acto liberador es más fuerte en América latina que en Europa?
–En América latina somos más simpáticos, en Europa las pasiones están desgastadas; aquí hay más pasiones, y además tenemos enemigos más feos y horribles, tenemos más deudos y un pasado sucio a la vuelta de la esquina.

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Paco Ignacio Taibo II y el Sub eligieron el género policial para su libro a cuatro manos.
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