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Martes, 25 de junio de 2013

LITERATURA › RUDY HABLA DE SU LIBRO BUFFET FREUD RESPONDE, EL LIBRO DE LAS PREGUNTAS

“Prefiero escuchar risas que angustias”

El humorista creó hace veinticinco años el movimiento Buffet Freud con personajes que son psicoanalistas de diversas escuelas y personalidades. Tras cinco libros, ahora llega uno en el que personalidades de diferentes ámbitos les hacen preguntas a los “profesionales”.

 Por María Daniela Yaccar

Para un psicoanalista no hay nada mejor que otro psicoanalista. Rudy, el humorista que firma el chiste de tapa de este diario junto con el dibujante Daniel Paz, conoce bien el gremio que explora la psiquis humana. Antes de volcarse de lleno al humor –en medios gráficos, radio, libros y escenarios en los que hace stand-up–, Marcelo Ruddaef era psicoanalista. “Pero me di cuenta de que las risas me gustaban más que las angustias”, reconoce en la charla con Página/12. Por lo que se ve, aquella experiencia le quedó grabada en el inconsciente, el preconsciente y la conciencia, ya que aparece volcada en Buffet Freud responde, el libro de las preguntas, en el que personajes creados por Rudy, todos psicoanalistas, responden a los interrogantes más diversos: desde cuál es la relación entre las articulaciones y la humedad hasta si existe Dios o alguna entidad semejante.

“No alucino. Son personajes, lo sé. Pero me hablan. O mejor dicho: se hablan entre ellos. ¡Y se pelean!”, dice Rudy, quien, a mediados de los ’80, empezó a escuchar voces en su cabeza. No eran de espíritus. Era un grupo de psicoanalistas de distintas escuelas y personalidades que más tarde llevaría el nombre de movimiento Buffet Freud. Uno era una suerte de líder, el Prof. Karl Psiquembaum. “Es un viejito, muy profesor, muy doctor, que se me ocurrió a partir del estilo ampuloso de las traducciones de Freud”, cuenta Rudy. Estaba, también, la Dra. Anafreudiana Traumengarten, “una anciana que está en una nebulosa y que se queda dormida, pero que tiene mucha trayectoria. Jean Jean Dusignificant y Alain Supositoire eran los lacanianos. León Neurotsky, el psicoanalista de izquierda. Y había algunos personajes más”.

Con el tiempo, el plantel de psicólogos que Rudy imaginó en 1986 se fue ampliando. El movimiento logró publicar cinco libros, además de columnas en medios gráficos. Buffet Freud responde (Galerna) es el sexto libro que el humorista y comediante escribe con esta temática. El carácter del texto es marcadamente interactivo, tiene el espíritu de una época gobernada por las redes sociales: Rudy convocó a cien personalidades de diversas disciplinas para que hicieran al movimiento la pregunta que quisieran. El libro está hecho de preguntas y respuestas. Participaron Alfredo Zaiat, Luis Pescetti, José Eduardo Abadi, Carlos Ulanovsky, Jorge Schusseim, Darío Sztajnszrajber, Mauricio Kartun, Daniel Rabinovich y Patricia Kolesnicov, entre otros. “Hay preguntas sugerentes, dudas existenciales, interrogantes arduos y consultas lujuriosas”, invita la contratapa. La excusa para la publicación de este manual de interrogantes es que Buffet Freud acaba de cumplir sus bodas de plata.

“Los personajes fueron apareciendo para contradecirse entre ellos. En este libro aparece también un perrito, Colita Psiquembaum, que escucha sesiones y piensa”, dice Rudy. En el movimiento también hay dos hombres que hablan en verso: Martín Freud habla en sextas como Martín Fierro y Estanislao del Campo Lacaniano, en décimas, con el eco del Fausto. “Los personajes surgen de psicoanalistas de verdad: vi durante años cómo se pelean. Las discusiones parecen ser teóricas, pero son personales”, analiza Rudy, que publicó más de cuarenta libros y que toda vez que puede presenta espectáculos como Rudy for vicepresident, Rudy parcialmente descremado y Rudy a la carta.

–Los personajes se pelean al responder los interrogantes, y hay “mesas redondas ratonas” cuando el tema planteado es complicado. ¿Es una burla a aquella particularidad de los psicoanalistas, su propensión a discutir?

–No me burlo. Me río con total cariño y agradecimiento. Les estoy agradecido al psicoanálisis y a toda la cultura psicoanalítica. Eso no quiere decir que no provoquen muchas cosas de las que analistas, pacientes e interesados se pueden reír. Los que hacen siempre se equivocan. Son los que rehacen, generan frases hechas, contrasentidos y tics. Eso ocurre en toda ciencia. ¡Y sobre todo en una que estudia el inconsciente!

–¿Por qué dejó de ejercer como psicoanalista?

–Ejercí durante pocos años, antes del ’88. Ejerzo mucho como paciente y como humorista. La práctica del psicoanalista no es sólo con pacientes, incluye el intercambio con colegas. Surgían muchas peleítas y cosas que me llamaban la atención. Las escuchaba atentamente. Dejé de ejercer porque soy humorista. Aunque es verdad que humoristas y psicoanalistas trabajamos de la misma manera: descubrimos, más que inventamos. Develamos cosas que ya están. Somos más como los escultores que como los pintores: un pintor agrega, un escultor saca. Lo dijo mucha gente. Un humorista y un psicoanalista sacan. Cuando atendía, me sentía más humorista que psicoanalista y tomé la decisión de dejar. Me gusta más escuchar risas que angustias.

–Uno de los temas que aparece en el libro es lo arraigado que está el psicoanálisis en la Ciudad de Buenos Aires. Sin responder por medio de ninguno de sus personajes, ¿tiene una respuesta?

–No me pregunto por qué Buenos Aires es tan psicoanalítica sino por qué otras ciudades no. Está bueno que mucha gente se psicoanalice en un buen análisis. Hay de todo, claro, como en todos lados. El psicoanálisis es más de las grandes ciudades. Supongo que en la Argentina debe estar más extendido en Rosario, Buenos Aires y Córdoba. Me sorprendió que haya tantos psicoanalistas en Tandil. Debe ser porque hay mucho universitario allá. El cosmopolitismo de Buenos Aires hizo que de golpe vinieran muchos psicoanalistas de afuera, como Mauricio Abadi o Angel Garma. No sé por qué esto funcionó, pero me parece bueno, más allá de todo tipo de aberraciones y exageraciones que pueda haber en el psicoanálisis, en la ingeniería y en el fútbol (risas). El psicoanálisis le da una cosa cultural linda a Buenos Aires.

–Una “cosa cultural” que usted, en el libro, une al tango y a la cultura judía.

–Claro. Es innegable que la cultura judía y la psicoanalítica están emparentadas. Freud hizo un esfuerzo enorme para que el psicoanálisis no fuera una secta judía. Fue un esfuerzo fallido. Quería que Jung fuera su heredero, lo llamaba “joven príncipe ario”. También me cuesta separar al psicoanálisis del tango. Fíjese cómo empieza “Cuesta abajo”: “Si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”. ¡Eso es Edipo! Encima después dice: “Si fui flojo, si fui ciego”. Eso es muy psico. Y muy judío. No es casual que haya tantos autores judíos de tango. ¡Y ni hablar de los judíos psicoanalistas!

–¿Hubo preguntas que le costaron más que otras?

–Cuando me costaban mucho, armaba mesas redondas. Había muchas existenciales, sobre la muerte o la existencia de Dios... De ninguna tengo respuesta, yo mismo me las hago. Por eso, ésas eran las más difíciles. Hay cosas de las que uno sabe menos. La ignorancia funciona en el psicoanálisis. Acá funcionó lo que los lacanianos llaman “el supuesto saber”. Me divertí con esa expresión. Hablé del “por supuesto saber”... Obviamente, en un libro de humor sobre psicoanálisis, los juegos de palabra ayudan.

–Aunque es un libro de humor, intentó responder con sinceridad siempre, ¿no?

–No con total y absoluta sinceridad, pero el humor es cosa seria. A los humoristas les pido, más que cierta sinceridad en lo que digan, que me hablen de lo que les importe. Eso trato de hacer yo. No sé si se puede hacer de otra forma: el humor es sobre lo que te importa. De lo que no me importa no haría nada.

Sigmund Freud y la grande de anchoas

El apasionamiento de Rudy por el psicoanálisis (y por Freud) va más allá de la idea loca que plasmó en su último libro. Se filtra en toda su obra. Inclusive en sus monólogos, como Todo sobre mi diván, su octavo espectáculo, que se estrenará el lunes 8 de julio a las 21 en Clásica & Moderna (Callao 892). “Es un monólogo de humor psi. Hay cosas ya dichas y otras nuevas”, adelanta el humorista, que aprovechará la ocasión, además, para presentar brevemente su libro, al final. Algunos tópicos que aparecerán son: el complejo de Edipo, los temas que se abordan en terapia y los distintos tipos de analistas que existen. “Disfruto tanto del humor escrito como de los monólogos –subraya Rudy–. Me encanta el momento en que se me ocurre un chiste, también cuando digo uno ante el público.” Mientras todavía tiene a Buffet Freud responde como objeto transicional, ya cocina su próximo libro. Por ahora es nada más que un ambicioso proyecto: una biografía humorística del padre del psicoanálisis. Para la elaboración, Rudy cuenta con un movimiento parecido al de Buffet Freud pero real: se junta una o dos veces por mes con psicoanalistas para que lo asesoren en el proceso. “Existen con nombre y apellido –aclara–. Nos llamamos Grupo de la Anchoa, por dos motivos: Freud estudió la sexualidad de la anguila. Y nosotros solemos pedir pizza de anchoas mientras hablamos de él.” Según cuenta el humorista, estuvo cuatro meses interiorizándose en Freud. “Tuve que leer en serio. El libro es sobre él y sobre el psicoanálisis. Freud dijo que su vida no tendría sentido sin él.”

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“El humor es sobre lo que te importa. De lo que no me importa no haría nada”, afirma Rudy.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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