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Viernes, 9 de mayo de 2014

LITERATURA › JUAN SASTURAIN, AMIGO DE LAS BIBLIOTECAS POPULARES

Difusor de la cultura

El escritor será distinguido hoy en la Feria como anticipo de la gran fiesta que protagonizarán durante tres días miles de bibliotecarios de todo el país gracias al Programa Libro %.

 Por Silvina Friera

Una fascinada concentración destila la mirada de ese adolescente en la biblioteca de Coronel Dorrego, a principios de la década del ’60. Está en el grado cero del aprendizaje de la lectura, iniciando un largo viaje que aún continúa. Juan Sasturain vuelve a esos primeros pasos que dio como lector, acaso como preámbulo del premio Amigo de las Bibliotecas Populares, que recibirá de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) hoy, a las 11, en la sala José Hernández de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, distinción otorgada a un representante de la cultura “cuya trayectoria y labor contribuyen a mantener, difundir y acrecentar las cualidades de la cultura argentina”. Este reconocimiento será el anticipo de la gran fiesta que protagonizarán miles de bibliotecarios de todo el país en el predio de La Rural, donde podrán adquirir los materiales bibliográficos que necesiten a mitad de precio, gracias al Programa Libro %, hasta el domingo inclusive. Por noveno año consecutivo, el Estado nacional, a través de la Conabip, destinará más de 10 millones de pesos para la compra de libros.

El autor de Dudoso Noriega, halagado y agradecido por el premio, pondera el rol de las bibliotecas populares. “La gratuidad es un concepto que en otros ámbitos de nuestra vida ha sido sustituido por la comercialización, por el cálculo, por la inversión y cosas por el estilo. La gratuidad es un saludable concepto que rige las bibliotecas populares, el mismo que rige nuestra educación. Nos hemos acostumbrado a dar por consabidos logros que nuestra cultura ha mantenido en épocas en que parecen una rareza”, subraya Sasturain a Página/12.

“Las bibliotecas populares ocupan un lugar muy importante, aunque ese lugar se disuelva en las grandes ciudades. Yo veraneo y trato de pasar muchos meses en Reta, que es un balneario chiquito. Hay una biblioteca popular lindísima en Reta, muy rica y variada, donde podés leer toda la literatura universal. Y Reta tiene una población regular de unos 600 habitantes. Y así en muchísimos pueblos y pequeñas ciudades de todo el país”, dice el escritor y advierte que en los últimos años se ha valorizado “el rol activo” de los bibliotecarios. “Ellos vienen a buscar los libros que deciden comprar, se juntan e intercambian información.” Además de cubrir el viaje y el alojamiento de todos los bibliotecarios y voluntarios de cada una de las bibliotecas populares de todo el país, la Conabip les entrega la suma de 5500 pesos por cabeza para comprar libros a la mitad de su valor en más de 200 editoriales y stands adheridos al Programa, como Fondo de Cultura Económica, Tusquets, Planeta, Alfaguara, Ediciones de la Flor, Colihue, Edhasa, Siglo XXI, Penguin Random House Mondadori, Riverside, Capital Intelectual, Eudeba, Eterna Cadencia, Entropía, Adriana Hidalgo y Caja Negra, entre otros.

La figura del bibliotecario todavía emerge, en el imaginario de muchos, con una pátina negativa. Como una actividad un tanto “oscura” entre “cosas muertas” con demasiado polvo. “Tantas veces la biblioteca es vista como el espacio del castigo. Pero de ninguna manera es así. Pocos lugares son tan saludables como una biblioteca. Tenemos que dejar de pensar las bibliotecas como un ámbito donde sólo se guardan los libros. Hay que cambiar el bocho –plantea Sasturain–. ¿De qué sirven los libros forrados con numeritos, ordenados, si nadie los mueve? Los libros no existen en el estante. Lo único que define una biblioteca es la actividad que tiene. Yo me acuerdo de que en varias bibliotecas escolares vi libros perfectamente guardados bajo llave que nadie los tocaba. Estaban ahí, clasificados, ordenaditos, pero nadie los manoseaba. Hay que dejar que los libros circulen, que se usen, que salgan de las estanterías. Y si te afanan alguno, ojalá. Quiere decir que alguien lo tiene y que se lo llevó porque lo quiere leer. El sentido de un libro es circular. Si los libros tuvieran fecha de caducidad, como la comida, funcionarían de otra manera.”

El flamante Amigo de las Bibliotecas Populares –premio que han recibido Roberto Fontanarrosa, Osvaldo Bayer, Mercedes Sosa, Adrián Paenza, León Gieco, Alejandro Dolina, Norberto Galasso y Quino– recuerda una cuestión que a veces se olvida: los libros no siempre están disponibles y al alcance de todos. “¿Dónde estaban los libros de (Arturo) Cancela, de (Roberto) Arlt, de (Jorge Luis) Borges, de (Raúl) González Tuñón? En la biblioteca de Dorrego. No había otro lugar en el pueblo porque no había librerías. Cuando vine a estudiar a Buenos Aires, fui mucho a la Biblioteca de la Caja de Ahorro, enfrente del Congreso, donde estaba el poeta Edgar Bayley. La biblioteca de Coronel Dorrego, en esos años, fue muy importante para mí porque empecé a leer mucha literatura argentina.” Sasturain aclara que le asignaron el papel de promotor de la lectura y de las bibliotecas a partir del programa Ver para leer. “Hay gente que viene laburando hace mucho tiempo en la difusión de la lectura y el apoyo a las bibliotecas que se lo merece más que yo. Lo que me ha tocado es tener cierta visibilidad por la televisión. Pero nada más. Quiero agradecer que me consideren un amigo. Que yo tenga alguna jerarquía para hablar de las bibliotecas, eso sí es un equívoco. Pero lo de amigo es una categoría que me gusta.”

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Con este premio, Sasturain vuelve a sus primeros pasos dados como lector.
Imagen: Ana Dángelo
 
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